La mayor de las Antillas constituye un ejemplo en
materia de educación ambiental, uso de la conservación genética de
algunos cultivos e investigación de la biodiversidad. Tales
resultados son expuestos por estos días en el III Congreso Mundial
de Reservas de la Biosfera, con sede en España.
Hasta el día 9, la delegación cubana intercambiará
sobre su estrategia respecto a tan cruciales temas mediante
ponencias, documentales e imágenes. Uno de los trabajos expone los
logros en el cuidado de áreas protegidas en los últimos 10 años y la
política para el manejo y preservación de estas.
Cuba promueve la cultura ambiental por medio de
círculos de interés, concursos y conferencias en escuelas y
comunidades, sobre cómo proteger los valores naturales y
socioculturales del entorno: cuevas, ruinas, sitios donde ocurrieron
combates históricos.
También emprende investigaciones relacionadas con la
agrobiodiversidad, que permiten mantener cultivos como el plátano
manzano, frijol caballero y variedades de ajíes, en peligro de
extinción.
Durante los días del Congreso sesionará, además, la
XI Reunión de la Red Iberoamericana de Reservas de la Biosfera y la
III del Consejo Internacional de Reservas de la Biosfera, del cual
Cuba es miembro con posibilidades de volver a ser electo en la
actual votación.
Al frente de la delegación a la cita en Madrid,
España, se halla Maritza García, presidenta del programa de Naciones
Unidas El Hombre y la Biosfera, perteneciente a la UNESCO.
El archipiélago cubano atesora seis reservas de la
biosfera: Guanahacabibes, Sierra del Rosario, Ciénaga de Zapata,
Buenavista, Baconao y Cuchillas del Toa. En el mundo existen 502,
distribuidas en 108 naciones.
Son áreas representativas de uno o más ecosistemas
no alterados por la acción del hombre o que requieran ser
preservados y restaurados. En ellas habitan especies características
de la biodiversidad nacional, incluyendo a las consideradas
endémicas, amenazadas o en peligro de extinción.