(13
de agosto de 2003)
En Playas del Este
Reto a la Naturaleza
ORFILIO PELÁEZ
En la segunda mitad de
la década de los setenta del pasado siglo, un científico
norteamericano de origen sueco nombrado P. Brunn se propuso llamar
la atención mundial sobre la urgencia de cuidar las playas, mediante
la singular idea de crear diez mandamientos dirigidos a preservar
tan preciado recurso.
"Amarás tus costas y tus
playas; las protegerás sabiamente en armonía con la naturaleza; no
permitirás que las fuerzas del mal se vuelvan contra ellas;
proyectarás en tu interés y en el interés de tu prójimo"....
Un recorrido realizado
en diferentes días de este caliente verano por las muy concurridas
Playas del Este, desde el Mégano hasta la entrada de Guanabo,
permitió a los reporteros comprobar que a diferencia de lo señalado
el pasado año por esta misma época en Granma, la higiene del entorno
ha mejorado notablemente, existen depósitos de basura colocados en
hilera a corta distancia entre uno y otro, y el personal encargado
de la limpieza cubre todas las áreas.
Sin embargo, pese al
esfuerzo de las autoridades en esa dirección manos inconscientes
agreden el ambiente, sin reparar en las consecuencias.
LA RESACA DEL DOMINGO
Para Joaquín Díaz
Torres, integrante de una de las tres brigadas de la filial de
Higiene Ambiental de la empresa Arentur, encargada de la limpieza de
la playa, el amanecer del lunes todavía es deprimente, pues si bien
desde el mismo comienzo de la temporada se colocaron suficientes
cestos de basura, entre las decenas de miles de bañistas que vienen
hacia acá el domingo, hay grupos de personas que no los utilizan y
prefieren dejar en la arena los restos de comida, vasos, latas de
refresco y otros desechos.
Juan Ramón Arencibia,
chofer de uno de los transportes donde diariamente se recoge la
basura a primera hora de la mañana, dijo apreciar un poco más de
sensibilidad en la gente por el cuidado de la limpieza en
comparación con años anteriores, pero a la vez expresó su inquietud
ante aquellos que arrancan los gajos de uva caleta para improvisar
casas de campaña, o la emprenden contra el bosque de pinos, cercano
al Mégano.
En opinión de algunos
vacacionistas y otros trabajadores de las brigadas para el
saneamiento de la playa, se requiere poner cada cierto tramo de la
costa anuncios o carteles con mensajes de bien público sobre cómo
proteger ese ecosistema y cuales acciones lo dañan, además de situar
inspectores ambientales para velar por el cumplimiento de lo
legislado en esa materia, al menos durante los meses de julio y
agosto, los de mayor afluencia de público.
SALVAVIDAS EN APRIETO
Conversar con los
salvavidas Juan Sabatiel y Noel Chávez sacó a flote un tema
sensible: hay bañistas que entran al agua con botellas de bebidas,
latas de cerveza y otros envases, los cuales casi siempre terminan
en el fondo del mar.
Para quienes por
ignorancia hacen de eso una práctica habitual, es oportuno
recordarles que según cálculos de organismos internacionales, una
latica de cerveza o refresco demora de 10 a 100 años en degradarse,
mientras los plásticos lo harán en unos 500 años, y el vidrio, la
cerámica y otros materiales pueden durar indefinidamente.
Amén de que a largo
plazo esta progresiva acumulación de sustancias químicas es capaz de
modificar el PH del agua y dañar los ecosistemas marinos, dichos
objetos pueden causar heridas y contusiones a otras personas que los
pisen inesperadamente, sobre todo si se trata de botellas rotas.
Los dos salvavidas
expresaron también su preocupación por el frecuente corte de ramas y
troncos de las uvas caletas, una de las especies de plantas que
contribuyen a evitar la pérdida de arena por erosión.
Más allá de lo dicho por
ellos con respecto al cuidado del entorno, resultó llamativo conocer
la poca atención que recibe este personal para el buen desempeño de
su importante labor.
Según indicaron Sabatiel
y Chávez, desde hace varios años no les entregan trusas, gorras,
pulóver, silbatos, y otros aditamentos, algo que también influye en
la reducción del número de compañeros encargados de velar por la
seguridad acuática de los vacacionistas.
Así, existen en la
actualidad zonas donde hasta en 500 metros a la redonda no hay
salvavidas, cuando lo establecido es tener al menos uno cada 150
metros. El asunto merece pronta solución para bien de quienes cada
día sacian el sofocante calor veraniego con un baño de mar en
nuestras playas. |