AMBIENTE             

(11 de septiembre de 2003)

Áreas Protegidas

Hombre y naturaleza conviven en armonía

En Cuba las áreas naturales protegidas abarcan cerca de 88 mil kilómetros cuadrados. El Proyecto de Manejo Costero Sibarimar se propone preservar dos de ellas: la Laguna del Cobre-Itabo y el Rincón de Guanabo

LOURDES PÉREZ NAVARRO
FOTOS: JUVENAL BALÁN

El planeta cuenta actualmente con más de 44 mil áreas naturales protegidas que cubren el 10% de su superficie. Se trata de espacios terrestres o marinos que sirven como reservorios de diversidad biológica, fuentes de agua y aire limpios, zonas de abrigo contra tormentas o simples lugares de escape para conectarse con la naturaleza.

¡Hola! Soy tu amigo el mangle, cuido la playa y brindo mi sombra a todos. Protégeme. Dice el cartel ubicado en el Rincón de Guanabo.

Todos estos sitios tienen algo en común: el alto valor para la sociedad. Aportan innumerables beneficios para el desarrollo humano, como la provisión de agua limpia, regulación del clima, conservación de la tierra cultivable y protección contra desastres naturales; además, proveen de bienes a través del uso sustentable de recursos naturales y valores recreativos.

Recientemente, el Centro Nacional de Áreas Protegidas definió 236 zonas de significación nacional y local, con una superficie de aproximadamente 88 mil kilómetros cuadrados. De ellos, cerca de 68 mil corresponden a zonas marinas, mientras las terrestres cubren casi los 20 mil, incluidas naturales y seminaturales, con límites establecidos, protección legal y manejo especial.

En la Ensenada de Sibarimar, que baña el litoral Este capitalino, entre las desembocaduras de los ríos Tarará y Guanabo, se encuentran dos áreas naturales protegidas: la Laguna del Cobre-Itabo y el Rincón de Guanabo.

Fueron escogidas por la evolución de la zona —comenta a Granma el museólogo Mario González Martín, director del Museo Municipal de La Habana del Este—, pues la ensenada, con sus 12 kilómetros de extensión, es un gran estuario, un espacio donde se mezclan las aguas dulces de tres ríos que desembocan en ella, con la salada del mar.

Mario González señala la zona de la barrera de coral, que goza de buena salud a pesar de la pesca indiscriminada.

Hasta inicios del pasado siglo estuvo ocupada por lagunas interiores, como la que aún existe en el Rincón de Guanabo. La mayoría, comenta, fue rellenada durante el proceso de urbanización iniciado en la década de 1920. Los manglares fueron demolidos o tapados con la arena de las dunas, lo que rompió el ciclo natural de acumulación de sedimentos.

Además, allí se localiza uno de los más importantes polos turísticos del país: las Playas del Este, visitadas anualmente por cerca de un millón de excursionistas. Tal impacto humano y la demanda de la infraestructura que precisa, ponen en peligro el ecosistema de esta región.

PROYECTOS DE CONSERVACIÓN

Ante la necesidad de preservar el patrimonio natural y cultural de la localidad, y contribuir al uso ambiental de los ecosistemas con que cuenta la zona, el Comité Sibarimar de la Sociedad ProNaturaleza y el Museo Municipal de La Habana del Este desarrollan el Proyecto Participativo de Manejo Costero Sibarimar, en el que interviene un equipo multidisciplinario apoyado por voluntarios de la comunidad (biólogos, geógrafos, médicos, buzos, entre otros).

Hemos logrado una gran receptividad entre los pobladores de Guanabo, asegura Mario, pero debemos ampliar los mecanismos de información y divulgación con aquellos que nos visitan. Para algunos, la playa es un medio de recreación propicio para poner música alta y botar la basura en cualquier lugar, pero este es un comportamiento erróneo. Se trata, dice, de un ecosistema muy frágil que hay que cuidar.

Actualmente, el programa ejecuta la construcción del Parque Natural Rincón de Guanabo. Por sus riquezas geográficas y lo valioso de las especies de la flora y fauna que posee, el área es una microrreserva natural de gran interés para el sector ecoturístico, y una importante fuente de educación ambiental. En el lugar funcionarán un Centro de Monitoreo Científico y una sala de exposiciones que reflejará la dinámica de los ecosistemas que trata de preservar: el manglar, las maniguas costeras, los pastos marinos, la barrera de coral y la playa.

Para garantizar la protección se prohíbe la cacería de cualquier especie, la pesca submarina, la captura de moluscos y crustáceos, y la extracción de corales, esponjas, gorgóneas, arena, fósiles y minerales.

También en el parque existe una instalación donde los Pioneros Exploradores Marinos de la provincia realizan sus actividades con un propósito ambientalista.

Contar con áreas protegidas como estas, que además de tener amplio uso social preservan importantes recursos naturales, resulta de gran importancia para el director del Proyecto Sibarimar. Son laboratorios para vincular a las personas con la conservación de la naturaleza, asegura, pues la población que reside en ellas y quienes las visitan, forman parte del ecosistema y hacen uso de él; no puede tratarse de zonas cerradas o para el disfrute de una elite.

Esta experiencia será mostrada por Mario González en el V Congreso Mundial de Áreas Protegidas, evento auspiciado por la Unión Mundial para la Naturaleza que se celebra por estos días en Durban, Sudáfrica. El lema del encuentro: Beneficios más allá de las fronteras, refleja el interés de los conservacionistas de resaltar que las áreas protegidas deben ser diseñadas para beneficiar a los residentes y elevar la cultura ambientalista.

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