AMBIENTE             

(4 de noviembre de 2003)

Bahía de Puerto Padre

Menor la carga contaminante

PASTOR BATISTA VALDÉS

PUERTO PADRE.— Aun cuando algunas acciones demuestran que existe mayor sensibilidad ante el imperativo de proteger a la bahía de Puerto Padre contra el efecto de agentes que la han agredido durante años, ese propósito demanda riguroso seguimiento.

Sin adecuado tratamiento, desechos así se convierten en mortal veneno para las aguas, el suelo y otros recursos naturales.

Tal es el punto de vista de representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en esta provincia, quienes junto a especialistas del Centro de Inspección y Control Ambiental (Nacional) acaban de recorrer áreas e instalaciones productivas y sociales cuyos residuales de alguna manera afectan al vientre de la apacible rada.

La situación no es la misma de hace algunos años. El establecimiento pesquero Juanito Mora, por ejemplo, no solo busca alternativas para asegurar el tratamiento a sus residuos, también eliminó el punto de abasto de combustible situado en pleno muelle y suspendió las operaciones con chinchorro dentro de la bolsa que forma la ensenada.

Sustancias como las que usualmente despide el proceso de fabricación de torula, en el coloso Antonio Guiteras, el empleo de cachaza para producir biogás o el control sobre los desechos del centro integral porcino número 2, perteneciente al Ministerio de la Agricultura en Jesús Menéndez, son cosas que ejemplifican cuánto se puede hacer a favor del medio ambiente, en la referida bahía.

Pero no todas las entidades con incidencia sobre sus aguas pueden exhibir hoy similares resultados.

De acuerdo con lo comprobado, centros como el matadero Gerónimo Astier carecen todavía de un sistema para el tratamiento de agentes contaminantes, problema que también marca a la industria de la empresa azucarera Jesús Menéndez, a la actividad del alcantarillado en el poblado cabecera de ese municipio, a la ciudad de Puerto Padre.

El asunto no le resulta ajeno ni indiferente a quienes tienen que ver con él. Distintos proyectos y estudios sugieren el modo de reducir cada vez más la nociva carga sobre las aguas de esta bahía, orgullo de los habitantes de la zona desde tiempos remotos.

El hospital Guillermo Domínguez, por citar un caso, tiene concebido un sistema para, a medida que las condiciones económicas lo permitan, tratar con efectividad los residuales, integrar al hospital pediátrico Raymundo Castro y eximir, de hecho, al mar de tan insano sorbo.

En el contexto de la integración de acciones que necesariamente debe caracterizar a este empeño por preservar la bahía, no se subvalora la huella que puede dejar la educación ambiental en la población, y en particular en las nuevas generaciones; del mismo modo que ya la práctica ha confirmado cuán efectiva puede ser también la aplicación de contravenciones y otras medidas, justas y ejemplarizantes, a quienes por negligencia, descuido o insensatez ponen en peligro la vida en ese hermoso espejo de agua marina.

Ir al inicio

Subir