(6
de julio de 2006)
Polvo del Sahara al
acecho
ORFILIO PELÁEZ
pelaez@granma.cip.cu
En los últimos años el estudio de las
nubes de polvo generadas por las tormentas del desierto,
principalmente las del Sahara, cobró especial interés en el mundo,
debido a la posible influencia de ese elemento contaminante del aire
sobre el clima y otros ecosistemas.
Según
el doctor en Ciencias Físicas Eugenio Mojena, en los últimos años el
desierto del Sahara muestra una tendencia a avanzar hacia el sur.
Gracias al desarrollo de la
tecnología satelital, que permite observar desde el espacio la
formación de las nubes de polvo y su posterior desplazamiento, los
científicos abrieron el camino para avanzar en esas investigaciones.
Cuba hizo sus primeras incursiones en
el tema durante la década del 70 del pasado siglo, pero al igual que
sucedió en muchas partes del planeta, solo en fecha reciente y a
tenor de los nuevos conocimientos sobre los efectos de polvo del
desierto en la atmósfera, se le concedió la importancia requerida.
ENEMIGO SILENCIOSO
El doctor en Ciencias Físicas Eugenio
Mojena, de la Sección de Satélites del Centro de Pronósticos del
Instituto de Meteorología, investiga la influencia de las nubes de
polvo del Sahara en el medio ambiente del Atlántico, el Golfo de
México y el mar Caribe, como parte de un proyecto denominado Clima y
Salud, que ejecuta un grupo de especialistas de esa propia entidad
del CITMA, con la colaboración de otras instituciones.
Según explicó el doctor Mojena a
Granma, cada año llegan a nuestra área geográfica grandes
cantidades de partículas de polvo en forma de nubes procedentes del
desierto del Sahara, que emergen del continente africano y son
transportadas en dirección oeste hacia esta región por el flujo de
los vientos alisios.
Por lo general una vez que ocurre una
tormenta de polvo (se diferencia de la de arena cuando el tamaño de
la partícula es menor de cien micras), este elemento al ser más
ligero sube hasta alturas de 5 a 7 kilómetros, y forma una masa de
aire muy caliente, cuya humedad relativa es de apenas un 3%.
Una parte de estas nubes puede
avanzar por la zona de las islas Canarias y afectar a España,
Portugal y Gran Bretaña, mientras las otras se mueven por el
Atlántico y llegan al mar Caribe, aproximadamente a los seis días de
registrada la tormenta.
Si bien otros desiertos como el de
Gobi, en Asia, tributan también polvo a la atmósfera, el del Sahara,
refiere Mojena, es el que tiene mayor incidencia sobre el hemisferio
occidental.
Para el caso específico de Cuba, el
máximo de frecuencia de días con polvo del desierto tiene lugar de
mayo a agosto, pero los picos suelen presentarse en junio y julio.
Estas nubes de polvo han sido
observadas de manera sistemática en la Ciudad de La Habana desde
mediados de los años 70 del pasado siglo en las imágenes de
satélites, y a simple vista en aquellos días donde aparece en el
cielo una bruma muy intensa, sin que haya condiciones meteorológicas
para ello.
Mojena señaló que por sus
características físicas, las partículas de polvo reducen el tamaño
de las gotas de lluvia e inhiben la formación de nubes de gran
desarrollo vertical generadoras de precipitaciones, favoreciendo así
los procesos de sequía.
Por eso, aseveró, entorpecen el
surgimiento de ciclones tropicales en el área y debilitan a los ya
existentes. Vale la pena recordar que durante la temporada ciclónica
del 2005 (marcó récord de tormentas tropicales y huracanes), hubo a
principios de agosto una calma de más de diez días consecutivos en
el Atlántico, relacionada con la presencia de ese tipo de nube.
Como el polvo viene cargado de
hierro, sílice y sal, además de otros minerales, hongos y bacterias,
puede incrementar la salinización de los suelos, y propiciar la
aparición en los océanos de las denominadas mareas rojas (
concentraciones masivas de algas muy tóxicas), causantes de la
muerte de diferentes organismos marinos.
Estudios recientes hechos por centros
científicos internacionales han demostrado el vínculo del polvo del
desierto con el blanqueamiento de los corales y la aparición de
determinados problemas de salud en el hombre, las plantas y los
animales.
Mojena subrayó que en los últimos 50
años la cantidad de polvo del Sahara diseminada hacia la atmósfera
se ha incrementado en 10 veces. Entonces, el asunto amerita la
atención de la comunidad científica mundial. |