(7
de diciembre de 2013)
Productores
líderes Eslabón
esencial entre las investigaciones y el surco
Desde hace más de una década
campesinos pinareños contribuyen a validar tecnologías relacionadas
con el cultivo del tabaco
Ronald Súarez Rivas
PINAR DEL RÍO.— Gerardo Medina no tiene
conocimientos especializados en ninguna materia, sin embargo, desde
su posición de campesino, en una finca de San Juan y Martínez, hace
años que contribuye a hacer ciencia.

El cultivo en doble hilera figura entre los logros de la
Estación que se han abierto paso con la ayuda de campesinos líderes.
Comenzó hace más de una década, y desde entonces ha
ayudado a validar tecnologías como la siembra de tabaco en doble
hilera, el cultivo del rebrote, el uso de sustancias que favorecen
el enraizamiento de las plantas, y de microelementos nutricionales.
A pesar de sus 83 años, no se confía en los
conocimientos acumulados de forma empírica en toda una vida dedicada
a la actividad tabacalera. "Los tiempos han cambiado —di-ce. Antes,
por ejemplo, la única plaga que existía era el gusano. No había
ninguna de las enfermedades que tenemos actualmente, ni se co-no--cían
los efectos de los golpes de ozono.
"Uno solamente velaba las hojas y a simple vista
decidía el momento de la recolección. Pero eso ya no es suficiente.
Hoy estamos obligados a estar pendientes de la ciencia".
Con esa convicción, Gerardo accedió a convertirse en
uno de los "productores líderes", con los que la Estación
Experimental del Ta-ba-co de esta provincia mantiene estrecha
relación, a fin de avalar en el surco las investigaciones que en
ella se realizan.
Sin
ciencia no hay resultados
Nelson Rodríguez, director del centro, advierte
convencido: "Sin ciencia, ya no puede haber buenos resultados en
esta actividad".
"Los hongos tienen la capacidad de mutar. Una
variedad que hoy es resistente a determinadas enfermedades, mañana
puede dejar de serlo. Por tanto, el campo de las investigaciones es
permanente e infinito", señala Nelson.
"Por otra parte, las variaciones climáticas, la
degradación de los suelos, y también la necesidad de ganar en
eficiencia, obligan a variar los procedimientos que se realizaron
durante mucho tiempo".
Sin dudas, se trata de una labor difícil, en un
cultivo con un alto grado de tradicionalidad y costumbres arraigadas
a lo largo de generaciones, una particularidad que ha llevado a la
institución a acercarse a campesinos líderes, seleccionados en las
mejores cooperativas de la provincia, para poder probar las nuevas
variedades o las tecnologías, en condiciones de producción, y de esa
manera estimular su propaga-ción, partiendo del principio de que
vista hace fe.
"Hay muchos campesinos que las han aceptado gracias
a ellos, porque el lenguaje les resulta más cercano a cuando
interviene un científico. Así ha sucedido, por ejemplo, con el
cultivo en doble hilera", comenta Nelson.
Para el director de la Estación, el apoyo de los
productores líderes "ha permitido extender los resultados de la
institución, y romper la tradicionalidad tan fuerte que existe
alrededor de un cultivo con siglos de presencia en Vueltabajo".
Los
primeros pasos
Cuentan que todo comenzó a principios de los años
noventa. Para ese momento, la incidencia del moho azul había
provocado grandes estragos en las cosechas, al punto de poner en
riesgo la continuidad de la siembra de tabaco, si no se hallaba una
solución.
En ese contexto se logró la creación de dos nuevas
variedades resistentes a la enfermedad, y se ha-bló con varios
campesinos para que las plantaran.
"Uno de ellos fue el destacado productor Alejandro
Robaina, alguien que siempre estuvo abierto a los aportes de la
ciencia", recuerda Nelson.
A partir de esa experiencia, comenzó a allanarse el
camino para la introducción de nuevos resultados. Es el caso de las
siete variedades re-sis-ten-tes a varios tipos de enfermedades
obtenidas en la estación, tanto de tabaco negro (para el torcido),
como de burley y virginia (para la cigarrería).
Además, la aplicación de la cura controlada, la
utilización de sustancias que favorecen el enraizamiento, el
establecimiento de normas técnicas para el riego, el diagnóstico
nutricional y de cosecha, y la rotación de cultivos en suelos
tabacaleros, entre otros.
En total, hoy son alrededor de 50 los productores
que trabajan de conjunto con la Estación con el propósito de llevar
la ciencia al surco.
Vista
hace fe
Iván Maximino Pérez es uno de ellos. Co-men-zó hace
cuatro años, y desde entonces, asegura haber establecido "una
afinidad muy grande" con la institución.
"En el plano personal, me ha permitido elevar los
rendimientos a un nivel que no pensé que pudiera llegar", afirma.
"Antes, en estas tierras promediaba entre 1,6 y 1,7
toneladas por hectárea, pero con la asesoría de la Estación, he
llegado hasta 2,7".
Entre las prácticas incorporadas por Iván están los
semilleros tecnificados, la siembra en doble hilera, la utilización
de estimulantes radiculares y de fertilizantes foliares creados por
especialistas pinareños. Todo ello complementado con el trabajo de
un sistema de diagnóstico implementado en la provincia, para
determinar el momento preciso de recolección, según el estado
fisiológico de las plantaciones y los niveles de ozono en la
atmósfera.
"La función de un campesino de referencia es
convertirse en un extensionista. Aquí vienen muchos productores para
ver lo que hacemos en la práctica, que siempre es mucho más rica y
más convincente que los manuales y los instructivos técnicos",
añade.
De esa manera, a lo largo de la provincia, decenas
de campesinos aseguran que la labor de los investigadores llegue a
las plantaciones, donde se legitiman verdaderamente, los aportes de
la ciencia. |
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