(30
de junio de 2012)
Empezar de cero con ciencia
JUAN VARELA PÉREZ
Hoy las tierras en usufructo de la finca que Nicolás
Águila Corzo fomentó hace tres años en Nueva Paz, acogido al
Decreto-Ley 259, reflejan lo que puede lograrse en 13,42 hectáreas.
Nicolás
está orgulloso de las plantaciones de malanga y la calidad de las
semillas traídas del INIVIT.
Esta finca rebasa los planes en cultivos varios y el
rendimiento planificado, gracias a una constante aplicación de la
ciencia y la técnica y el uso racional del potencial humano.
Cerca de la Autopista Nacional, en abandonados
suelos, cubiertos largo tiempo por malezas, piedras y basura, no
queda ahora un cordel sin aprovechar. "Meter esto en cintura no ha
sido fácil", recuerda Nicolás.
Los resultados en los diferentes cultivos la sitúan
en el borde delantero de las fincas del municipio. Los rendimientos
que allí logran en todos los renglones en corto tiempo, es como
burlarse de condiciones climáticas, a veces muy justificativas,
armas de la cadena cumplidora.
A partir del 2010, producción y rendimiento no paran
de ascender, y de las 161 toneladas vendidas al Estado en ese año,
llegaron a 328 en el 2011 y cerraron el pasado mayo con 72
toneladas.
Este análisis parcial los pone de nuevo en situación
ventajosa para cumplir las cifras contratadas con la Cooperativa de
Crédito y Servicios Abel Santamaría.
Aunque es un agricultor de pies a cabeza, siempre
añoró estar al frente de una finca que partiera de cero para
utilizar, junto a su experiencia, las orientaciones del Instituto
Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT), que
radica en el municipio de Santo Domingo, en Villa Clara.
El apoyo decisivo de esa prestigiosa institución en
el manejo de las plantas —no siempre utilizada como se debe—, y su
jefe e investigador, el miembro del Consejo de Estado, Doctor Sergio
Rodríguez, gira en torno a la calidad de las semillas, "elemento que
define los rendimientos e introduce variedades resistentes, que
paren en menos tiempo".
La
calidad de los productos del INIVIT es resultado de la investigación
científica.
Durante el recorrido de Granma por la finca,
pudo observarse la salud y tamaño de la malanga, la yuca, las cuatro
variedades de boniato y la introducción de la frutabomba tipo
Maradol, obra de los técnicos del INIVIT, dotada de excepcionales
cualidades.
Sembrar la malanga tipo Colocacia (conocida por
isleña o chopo), por ejemplo, era una angustia por sus pobres
rendimientos y la pérdida de tiempo y recursos. Ahora, gracias a la
dedicación del INIVIT, utilizan variedades que pueden cosecharse
antes de los nueve meses. Cuantos visitan la finca quedan
impresionados por el vigor y los "hijos" que traen esos plantíos.
Igual sucede con los cordeles dedicados a la yuca,
vianda en nada parecida a la de otras fincas. Impresiona el tamaño y
la cantidad de retoños. La utilidad de la ciencia contribuirá a que
la finca rebase sus planes en la malanga, boniato, yuca y plátanos.
Invertir en la ciencia parece costoso, explicó
Nicolás, pero son gastos que pronto se amortizan al acopiar por
hectárea más de lo usual y, a la vez, organizar bancos de semilla
para surtir al resto de los productores de la empresa. Si se emplea
la semilla en forma indiscriminada, entonces "lo barato" saldrá
caro.
Los vínculos con el INIVIT, apunta, son cada vez más
estrechos y aspiran a ser un laboratorio capaz de trasladar esos
conocimientos a todos los cultivos e intercalarlos según los ciclos:
corto, mediano y largo. Además de las semillas y su calidad, es
vital una adecuada preparación del suelo y la atención sistemática.
En la finca no laboran decenas de hombres. Nicolás
es el alma y guía de los cuatro o cinco que contrata si la siembra o
la cosecha hacen "pico" (concentración).
Por el elevado costo del grano en mercados foráneos,
urge aumentar la producción nacional y disminuir las compras en el
exterior. El maíz, una de las materias primas de importación
utilizadas en la fabricación del pienso para alimento animal, logra
en esta finca impresionantes rendimientos por hectárea.
Aquí defienden un principio: la gente come todos los
días, por eso hay que evitar los fatídicos baches de la
cotidianidad. |
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