(20
de noviembre de 2010)
Bondades del bambú
Freddy Pérez Cabrera
Cuenta la historia que cuando se desvanecieron los vapores
contaminantes en Hiroshima, después de la explosión de la bomba
atómica, las brigadas que se aventuraron hacia el epicentro solo
encontraron muerte y desolación. Todo había sido arrasado, nada
quedaba, pero en medio del cráter asomaba erguida, como un símbolo
de esperanza, una caña de bambú totalmente quemada, muerta, pero en
pie.
Para
el doctor José Fernando Martirena, director del proyecto que obtuvo
el Premio Mundial Hábitat 2007, en el bambú Cuba tiene una
importante reserva de madera mucho más sustentable que otras
especies.
Este solo ejemplo demuestra la capacidad de resistencia de esta
planta milenaria que cada día es empleada por millones de seres
humanos en el mundo, como una alternativa a la creciente escasez de
madera, fenómeno del cual los cubanos no estamos exentos.
En el fomento de la producción del bambú nuestro país encuentra
una fuente renovable de recursos, además de constituir otra
importante vía para proteger el medio ambiente de sustancias tan
dañinas como el dióxido de carbono.
Estudios realizados por científicos de varias instituciones
nacionales, coordinados por la Universidad Central Marta Abréu de
Las Villas, demuestran la utilidad de esta planta en la fabricación
de casas, andamios, mobiliarios y utensilios para el hogar, como
sillas y mesas, entre otros beneficios, con lo cual el país pudiera
ahorrar decenas de miles de pesos al dejar de emplearse algunos
tipos de maderas usados tradicionalmente con esos fines.
La
planta ha sido muy empleada en la construcción de techos y naves.
El Doctor en Ciencias José Fernando Martirena, director del
Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM),
perteneciente a esta casa de altos estudios, explica que se ha
pensado en el bambú debido a que los programas tradicionales de
reforestación necesitan entre diez y 20 años para poder aportar a la
construcción; en cambio esta planta tiene la capacidad de crecer muy
rápido y proveer un volumen considerable de madera en muy poco
tiempo.
En la extensión del bambú, planta originaria de Asia, ha tenido
mucho que ver el Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), de
Villa Clara, institución que desarrolló un protocolo de propagación
"in vitro" de la gramínea, capaz de generar cerca de un millón de
posturas por año. Esta tecnología ha sido transferida a varias
instituciones de la agricultura en otros territorios.
El proyecto iniciado en el 2005 permitió plantar aproximadamente
4 500 hectáreas en el periodo 2005-2010, a la par que se creaba una
red de fábricas de muebles a lo largo del país, aseguró el doctor
Martirena y puso como ejemplo un taller de la ANAP en Mayarí, que
fue capaz de fabricar 400 juegos de muebles en un año.
Al
bambú se le admira por su rápido crecimiento, resistencia y
versatilidad. Además, resulta el mejor captador de dióxido de
carbono de cuantos se conocen.
Según el científico, el bambú, una vez plantado puede llegar a
crecer entre 15 y 20 centímetros diarios, según la especie y
condiciones de humedad, razón por la cual ya después de los cuatro
años puede estar en explotación.
Pero la utilidad de esa especie va más allá del servicio que
puede prestar como hierba maderable. También contribuye a la
recuperación de los suelos salinizados y a captar buena parte del
dióxido de carbono que se emite al medio ambiente, con sus nefastas
consecuencias para la vida en el planeta.
Está demostrado científicamente que una hectárea de bambú puede
absorber entre 11 y 18 toneladas de CO2 por año, y Cuba tiene
plantadas más de 6 000. Además, intencionalmente por cada tonelada
de CO2 que se capte, acreditada y certificada, pueden obtenerse
entre 15 y 20 dólares, lo cual pudiera convertirse en una fuente
importante de captación de las divisas, tan necesarias para nuestra
economía.
Loable ha sido la labor de algunos territorios como Villa Clara,
que sembró el pasado año 650 hectáreas en ocho municipios,
experiencia que también ha sido extendida a otras provincias como
Granma, Holguín, Ciudad de La Habana, Santiago de Cuba, Sancti
Spíritus y Pinar del Río, las más avanzadas en esta tarea, aseguró
el director del CIDEM. |