Tras un largo período de sostenida reducción del
volumen de materia orgánica depuesta al entorno (suelos, aguas
terrestres, zonas costeras), ya en el 2007 esa cadena se interrumpió
al aumentar por primera vez el índice de contaminantes en las
cuencas hidrográficas.
A pesar del colosal esfuerzo hecho por el Estado
cubano a lo largo de cinco décadas en la protección de la naturaleza
y el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo, las limitaciones
económicas agudizadas por la desaparición de la Unión Soviética y el
campo socialista europeo, y el recrudecimiento del bloqueo, han
atentado contra la ejecución de importantes y costosas inversiones
en el sector, como por ejemplo las destinadas a garantizar el
funcionamiento eficaz de los sistemas de tratamiento de residuales,
muchos de los cuales están hoy en un estado verdaderamente
deplorable.
Igual sucede con las llamadas lagunas de oxidación y
redes de alcantarillado, buena parte de ellas prácticamente
obsoletas o fuera de operaciones, a lo que se agrega el lógico
crecimiento de los contaminantes asociados a la reanimación de
diferentes renglones en la industria y la rama agroalimentaria,
donde no siempre se cumple con las regulaciones establecidas por la
legislación ambiental.
Vale citar el caso de lo que sucede con la actividad
porcina. En los últimos tiempos el mal manejo de sus residuales se
ha convertido en uno de los problemas ambientales más acuciantes a
nivel nacional. Hay centros dedicados a la cría de cerdos que no
tienen sistemas de tratamiento, están en mal estado, o su diseño y
ubicación no es el más adecuado.
Claro que el país necesita producir más carne para
satisfacer las necesidades de alimentación del pueblo, pero ese
crecimiento debe ir acompañado por el cuidado del entorno sin
perjudicar la inmensa obra de la Revolución en esta esfera, que
tiene entre sus más meritorios resultados el incremento sostenido de
la superficie del país cubierta por bosques, algo que en este
planeta, abrumado por la deforestación, el deterioro de los suelos,
el calentamiento global y otros complejos problemas, solo alcanzan
en la actualidad pocas naciones.
El aumento de la carga contaminante en varias
provincias (todavía no está disponible el comportamiento nacional de
ese indicador) en el transcurso del 2008 es, sin duda, un "bache" en
el camino de construir un proyecto social verdaderamente
sustentable. Parafraseando el lenguaje deportivo, la hora parece ser
oportuna para sacar tarjeta "amarilla" en esos territorios.