AGRICULTURA         

(12 de marzo de 2009)

Tarjeta amarilla

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

Para inquietud de quienes velan por el cuidado del medio ambiente, la carga contaminante creció en varias provincias durante el pasado año, hecho sin precedentes desde que ese indicador comenzó a medirse en el país hace casi una década.

El crecimiento de la rama porcina debe ir acompañado de acciones que protejan el medio ambiente.

Tras un largo período de sostenida reducción del volumen de materia orgánica depuesta al entorno (suelos, aguas terrestres, zonas costeras), ya en el 2007 esa cadena se interrumpió al aumentar por primera vez el índice de contaminantes en las cuencas hidrográficas.

A pesar del colosal esfuerzo hecho por el Estado cubano a lo largo de cinco décadas en la protección de la naturaleza y el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo, las limitaciones económicas agudizadas por la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo, y el recrudecimiento del bloqueo, han atentado contra la ejecución de importantes y costosas inversiones en el sector, como por ejemplo las destinadas a garantizar el funcionamiento eficaz de los sistemas de tratamiento de residuales, muchos de los cuales están hoy en un estado verdaderamente deplorable.

Igual sucede con las llamadas lagunas de oxidación y redes de alcantarillado, buena parte de ellas prácticamente obsoletas o fuera de operaciones, a lo que se agrega el lógico crecimiento de los contaminantes asociados a la reanimación de diferentes renglones en la industria y la rama agroalimentaria, donde no siempre se cumple con las regulaciones establecidas por la legislación ambiental.

Vale citar el caso de lo que sucede con la actividad porcina. En los últimos tiempos el mal manejo de sus residuales se ha convertido en uno de los problemas ambientales más acuciantes a nivel nacional. Hay centros dedicados a la cría de cerdos que no tienen sistemas de tratamiento, están en mal estado, o su diseño y ubicación no es el más adecuado.

Claro que el país necesita producir más carne para satisfacer las necesidades de alimentación del pueblo, pero ese crecimiento debe ir acompañado por el cuidado del entorno sin perjudicar la inmensa obra de la Revolución en esta esfera, que tiene entre sus más meritorios resultados el incremento sostenido de la superficie del país cubierta por bosques, algo que en este planeta, abrumado por la deforestación, el deterioro de los suelos, el calentamiento global y otros complejos problemas, solo alcanzan en la actualidad pocas naciones.

El aumento de la carga contaminante en varias provincias (todavía no está disponible el comportamiento nacional de ese indicador) en el transcurso del 2008 es, sin duda, un "bache" en el camino de construir un proyecto social verdaderamente sustentable. Parafraseando el lenguaje deportivo, la hora parece ser oportuna para sacar tarjeta "amarilla" en esos territorios.

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