AGRICULTURA         

(4 de enero de 2003)

Las hacedoras del humus

ORTELIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ

CIEGO DE ÁVILA.— Tal vez por su aspecto escurridizo que jamás se levanta para andar, la lombriz de tierra no cuenta con muchos admiradores, aun cuando siempre ha tenido algunos defensores.

Con el propósito de no hacer daño al animal, cuatro trabajadores laboran en el centro de producción de humus de Ciego de Ávila, perteneciente a la dirección de suelos del Ministerio de la Agricultura.

Foto: NOHEMA DÍAZ Solo cuatro trabajadores contribuyen a abonar extensas áreas cultivables de la provincia.

Ocultas bajo la sombra de un platanal, a unos cinco kilómetros de la capital provincial, millones de lombrices consumen sustancias orgánicas en descomposición y "hacen" el humus, abono con las más variadas bondades, incluida la de no perjudicar el ecosistema.

El hábitat de estos nemátodos son varios canteros de más de un metro de ancho, sobre una capa de estiércol de unos 15 centímetros. El ingeniero Tomás de la Rosa Ramírez, jefe de la unidad productiva, precisa que en ese medio, las dos especies (Híbrida Roja Californiana y Roja Africana), procesan unas 1 000 toneladas de abono al año, luego de consumir el excremento del ganado vacuno procedente de siete vaquerías de la empresa pecuaria Ruta Invasora.

Explicó que el estiércol se deposita en el área de readecuación para estabilizar sus propiedades. En 48 horas los invertebrados comen la materia orgánica para comprobar la calidad del alimento. Ello evita la muerte de la colonia y posibilita el aumento progresivo del pie de cría.

En la medida que crecen los volúmenes de fertilizante acopiado, las nuevas productoras se mantienen saludables y en cantidades suficientes, a fin de poder sembrar siempre el kilogramo de lombrices que requiere cada metro cuadrado de tierra.

Aun cuando en muchas entidades del territorio ni siquiera se habla del humus de lombriz, las menos son las que acuden a este tipo de abono como una de las alternativas ante la escasez del fertilizante industrial. No es casualidad, entonces, que las mejores entidades lo usen con sistematicidad.

La empresa de la piña, por ejemplo, aplica con éxito este nutriente. Los técnicos aseveran que es indispensable para el mejoramiento de las características físicas y químicas de las áreas, más en un lugar donde los suelos se han visto sometidos a una sobreexplotación durante años, por el intenso régimen de producción.

Otras como la del Cítrico de Ceballos (fundamentalmente en las casas de cultivo de hortalizas y vegetales), los organopónicos de la provincia y las áreas verdes de varios hoteles del polo turístico Jardines del Rey, utilizan ese abono natural.

También lo hacen Cooperativas de Producción Agropecuaria como la Paquito González, una de las mejores del país, que, incluso fomenta la cría de lombrices bajo las arboledas y platanales.

Ariel Echemendía Hernández, director de suelos y fertilizantes en Ciego de Ávila, argumentó que los estudios demuestran que la utilización del humus puede elevar en más del 10% la producción de viandas y hortalizas, granos y frutales, a la vez que aumenta la germinación de las semillas, el crecimiento de las plantas y mejora el aporte de elementos nutritivos y minerales.

A casi una década de la introducción de la lombricultura en Ciego de Ávila, se han producido distintas variedades de fertilizantes en los que el humus también actúa como extensor activo, y está probada la utilidad de este abono. No obstante, existen incrédulos que todavía se resisten a usar el humus, un abono que brinda innegables bondades a los seres humanos, aunque lo produzcan animales que se mueven a ras de suelo.

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