(31
de enero de 2004)
El camino del
petróleo verde
ALEXIS ROJAS AGUILERA
HOLGUÍN.— Únicamente la
industria azucarera, como rama, tiene en el país una estructura
energética que no se asienta solamente en el petróleo y sus
derivados. Hay algunas otras actividades (reducción de minerales,
fundiciones, carburo) que consumen restringidos volúmenes de carbón
piedra, pero la inmensa mayoría de las ramas y sectores que
conforman la economía dependen básicamente del petróleo, caro y
escaso.
Esta
montaña de bagazo tiene
su equivalencia en petróleo.
De hecho en el país no
hay uso de combustibles sólidos de cierta magnitud más allá de la
leña o el carbón vegetal para cocinar en viviendas o extendido a
algunas producciones menores y servicios (para desgracia de los
bosques), ni tampoco existen yacimientos de carbón coque, antracita
u otro que haga viable desarrollar una estructura para estos
combustibles sólidos. Sin embargo, abunda el petróleo verde o
biomasa a partir de la caña.
La industria del dulce,
en especial a finales del siglo XIX y principios del pasado, tuvo en
el residuo de cosecha, el bagazo, un energético alternativo y
atractivo empleado con la mínima inversión posible de capital.
Quemarlo sin utilidad alguna cuando excedía la necesidad, era usual.
Pero con el avance del
siglo XX, en especial hacia sus finales, la aparición de crisis
energéticas cíclicas, amenaza de agotamiento de las reservas de
combustibles fósiles y los problemas de contaminación ambiental y el
cambio climático, han generado un movimiento en función del uso de
alternativas energéticas, entre ellas de las biomasas.
Y lo que da la caña como
residuo cada año es justamente un yacimiento de biomasa (paja y
bagazo), que puede solucionar parte de los requerimientos
energéticos de la economía cubana. Algo que se puede avizorar de
cara al futuro, pero que aún debe vencer variados obstáculos
objetivos y muchos subjetivos.
Por ejemplo, si bien se
aceptan como normales las inversiones necesarias para convertir
petróleo en electricidad —solamente el 40% de una tonelada se
transforma en corriente eléctrica — y los altos costos de operación
de las termoeléctricas, muy pocos toman como válido y necesario un
esfuerzo similar dirigido al estudio y posterior empleo de la
biomasa en alta escala.
Quizás, porque
ciertamente tiene un gran escollo en el tema de la densificación o
compactación (briquetas, pellets, pacas...) Algo nada sencillo,
aunque lo parezca, a partir del hecho de que en estado natural las
biomasas resultan combustibles de muy baja densidad, ineficientes
por su volumen y humedad, por lo que la densificación ha de
desempeñar un importante papel. He ahí el reto para aprovechar
debidamente el petróleo verde. Por ahí hay un camino hacia la
suficiencia energética. Solamente llamo la atención. |