Publicadas
el 1 de octubre de 2010
Para que las empresas podamos exigir el cumplimiento
de lo establecido
Trabajo en una empresa atendiendo sus asuntos
legales, como profesional del Derecho.
Hace menos de dos meses se publicó una crítica sobre
la actitud, hasta cierto punto generalizada, de algunos funcionarios
mal informados o mal asesorados de gran cantidad de entidades
estatales que exigen la presentación de innumerables documentos para
firmar un contrato.
Sobre este tema se vuelve a publicar en la edición
del viernes 17 de septiembre una crítica suscrita por R. Moreno
Buduen, muy exacta y precisa sobre esta aberración jurídica, la cual
comparto en todas sus partes, porque en nuestro trabajo diario lo
estamos sufriendo, al tener que gastar grandes cantidades de papel y
recursos para satisfacer las solicitudes de los proveedores, a pesar
de que tenemos habilitado, para que los funcionarios facultados para
la firma de los contratos le presenten a la otra parte, un
certificado original con los datos oficiales de todos los registros
legales de nuestra empresa.
Además, porque la Resolución 2253/05 del MEP
establece en su Artículo 5.1, sin lugar a dudas, que para la firma
del contrato solo se deben exhibir los documentos oficiales por las
partes en el contrato.
Sencillamente muchas entidades imponen su voluntad y
exigen que se les presenten copias de todos los documentos, de lo
contrario no firman el contrato y como a nosotros nos hace falta
adquirir los productos que comercializan nos vemos obligados a
satisfacer sus deseos.
Este caso es un ejemplo de la falta de atención por
los organismos y entidades implicadas a las críticas y opiniones que
se publican en el órgano oficial del Partido.
Considero que resolver este problema le compete al
Ministerio de Economía y Planificación, debiendo dictar las
disposiciones pertinentes para prohibir y evitar que algunos
funcionarios de las entidades estatales continúen con esta nefasta
práctica y sobre todo habiliten el mecanismo legal para que las
empresas que lo sufrimos podamos exigir el cumplimiento de lo
establecido en la Ley.
J. C. Rodríguez Valero
El proceso de reordenamiento y la evaluación del
desempeño
El proceso de reordenamiento laboral que se llevará
a cabo paulatinamente en nuestro país, ha ocupado espacios en
nuestros medios de comunicación.
La explicación detallada de cómo ha de primar en el
proceso la transparencia, el sentido de justicia y la seriedad en
cada análisis, ha llegado tanto a trabajadores como a dirigentes
sindicales y administrativos. El principio de idoneidad demostrada
constituirá el eje central para emitir criterios y tomar decisiones
sobre el futuro laboral de la masa trabajadora.
Confío en la profundidad con que el movimiento
obrero guiará el proceso político.
Otros son los elementos que no pueden considerarse
insignificantes para el éxito de este batallar. La evaluación del
desempeño es uno de ellos, tema de obligada consulta que ha pasado
en ocasiones inadvertido.
No creo que existan entidades actualmente en las que
no se realice. Lo importante es determinar cuándo se realiza y cómo
se realiza.
La falta de sistematicidad y profundidad con que se
realizan estas evaluaciones en algunos centros laborales alejarán
este proceso de la transparencia que se requiere para que cada cual
quede convencido.
Nadie ahora podrá decir a "Juan" o a "Pedro" que es
malo porque llega tarde, no aprovecha la jornada o no cumple con su
contenido de trabajo, si durante muchos años "Juan" o "Pedro" fueron
evaluados de bien sin señalamiento alguno. No será este momento para
hablar sobre lo que persiste en nuestras memorias sin que obre
documento probatorio alguno, ni de cómo se dice en buen cubano:
"sacar trapos al sol".
Recordemos aquella frase del compañero Raúl Castro
Ruz, cuando expresó: "Socialismo significa justicia social e
igualdad, pero igualdad no es igualitarismo".
Ante evaluaciones de desempeño iguales para
trabajadores con desempeño diferente, será difícil seleccionar al
mejor. Ello generará un número no insignificante de reclamaciones y
hasta entonces no podemos esperar para preguntarnos si nuestros
órganos primarios se encuentran preparados (completos y capacitados)
para dirimir conflictos de esta naturaleza.
L. Díaz Fabars
Idoneidad
Ya estamos enfrascados en la difícil pero necesaria
tarea de seleccionar a los mejores entre los empleados estatales,
con el fin de hacer más eficiente nuestra economía. La palabra de
orden es idoneidad, se debe revisar quiénes son los más aptos y
eficientes en nuestras entidades, los que producen con mejor
calidad, los que están más capacitados para cada tarea, los mejores
preparados académicamente, etc.
Pero, y en los mercados agropecuarios donde abunda
personal no especializado, no capacitado, mal educado, muchas veces
con un historial de quejas de clientes por maltrato o mal pesaje o
mal cobrado... ¿Cuántos de estos trabajadores estatales son idóneos?
¿Cuántos no son ni siquiera técnicos medios en comercio,
gastronomía, economía o alguna especialidad afín al arte de tratar
con mercancías, clientes y su dinero? ¿Y en las tiendas, tanto en
CUC como en CUP? ¿Cuáles son realmente idóneos? y repito: ¿Cuántos
no son graduados de ninguna escuela que tenga que ver con el giro?
¿Cuáles son los que deben ocupar el sagrado cargo de ATENDER AL
CLIENTE?
Quise hacer notar estos ejemplos, por ser un tema
tan delicado y recurrente el maltrato a la población, y como en todo
problema, debemos ir a la raíz, a la verdadera causa, y qué mejor
causa para la no idoneidad, que el divorcio entre plaza ocupada y
perfil instructivo o académico del trabajador que la ocupa.
Pero este principio debe ser cumplido en todos los
ministerios. En todos los centros laborales se deben empezar a
revisar desde las plantillas de personal, empezando por el
expediente del trabajador, currículum, diplomas de graduados, nivel
escolar, etc. Por aquí debemos empezar la búsqueda de los no
compatibles con el puesto que ocupan, y retornar a las plazas
vacantes a los más capaces, a los que corresponde. Tampoco hay que
ser esquemático, habrán casos donde a pesar de no pertenecer al
sector por formación académica, hayan logrado pasar cursos de
superación o posgrado, y lo más importante, que su actuar
profesional los haga merecedores de la plaza, esto hay que
respetarlo también. Incluso cuando no se cuente con un documento
oficial que avale la preparación técnica requerida para el puesto,
pero el trabajador haya logrado ser merecedor de la plaza por su
buen desempeño, puede hacérsele una evaluación, comprobación o
exigir que pase el curso correspondiente para obtener la
documentación oficial.
Si en cada entidad se ofertan las plazas vacantes a
la población, para que las ocupen los más aptos, podremos reubicar a
cada cual donde corresponde, como se hizo hace poco con los maestros
jubilados cuando hizo falta que retornaran a las aulas. También
debemos retomar la idea de las "bolsas de trabajo", hacerlo general,
que cada ministerio tenga su reserva de posibles trabajadores, donde
los aspirantes más capaces y aptos estén ordenados por su calidad en
una lista, y cuando una plaza se libere, no tendremos que ocuparla
con el que aparezca, sino con alguien adecuado, previamente
analizado.
Espero que más pronto que tarde, estos retornados a
sus sectores, y los que se mantengan por su buena calidad como
trabajadores, puedan disfrutar del anhelado honroso salario que los
haga permanecer allí, para hacer lo que están capacitados y aman
hacer, y no salgan huyendo hacia otro sector en busca de lo que no
reciben en el suyo, de lo contrario, esta labor sería en vano.
F. Martínez Mejías
El engranaje económico
La dirección del país, hoy da pasos firmes hacia una
reestructuración de nuestra economía, con el fin de preservar
nuestros logros sociales e incrementar niveles de productividad y
eficiencia.
El engranaje económico de una nación está dado por
el movimiento de diferentes ruedas dentadas, que a su vez mueven
otras y así todo el mecanismo económico de un país, parecido al
funcionamiento mecánico de un reloj.
A mi entender una de estas ruedas dentadas que
moverán en buena parte el trabajo por cuenta propia será la
producción agrícola, fuente de alimento para el pueblo y recursos
que sostendrá diferentes actividades laborales, que se convertirán
en ingresos para muchas familias y un mayor servicio gastronómico
para todos. Como todo mecanismo de engranaje no funcionará bien en
cuanto una de estas ruedas dentadas no funcione correctamente, me
refiero a los intermediarios, actividad que surgió como una
necesidad en los orígenes de las relaciones comerciales, la cual en
nuestra sociedad el Estado la realiza desde hace aproximadamente 50
años, sin poder ser eficiente, por más fórmulas que ha puesto en
práctica, con demoras de pago a los productores, incumplimiento de
compromiso de recogidas e ineficientes demoras en la llegada de la
producción al consumidor, entre otras; malgastando recursos y
puestos de trabajo, que en vez de resolver problemas, los crean.
A mi juicio serán los intermediarios por cuenta
propia los que incentivarán a los campesinos a producir más, pues
estos se sentirán estimulados al poder vender sin trabas y
burocracias el fruto de su trabajo en el propio surco o montaña, por
muy lejos e intrincados que estén y al contado. Surco o montaña
donde debe estar el campesinado y jugar su papel, produciendo
alimento.
Este intermediario irá seguramente del surco o
montaña al mostrador (mercado), donde pagará su impuesto de venta y
demás impuestos que se establecerán; no a ninguna nave para dejar el
producto al sol y sereno durante varios días, pues es su dinero el
que está en juego.
No debemos ver a este intermediario como hasta hace
poco se veía al trabajador por cuenta propia, el hace su trabajo de
llevar la producción agrícola de cualquier lugar por intrincado que
quede a la ciudad, solo tenemos que organizarlo como otro trabajador
por cuenta propia, no limitarlo en cantidad y movimiento, pues al
haber más intermediarios habrá más productos en el mercado y como
una ley natural del mercado, al haber más productos, los precios
bajarán.
Que nuestro campesinado pueda elevar su nivel de
vida mediante el fruto de su trabajo será beneficioso para el país,
pues muchas personas revertirán la emigración histórica del campo a
la ciudad, irán al campo para buscar su sustento, trabajo muy duro y
de vital importancia para todos. El Estado debe aprovechar esta
oportunidad y crear estrategias para enraizar al campo el hombre que
produce alimento, y sin subsidios y con facilidades de pago para
proporcionarles la construcción de casas y venta de medios de
trabajo.
Por último quisiera apoyar el artículo "Para
contribuir todos al debate" del pasado 24 de septiembre del
compañero E. Cordero Hernández, sobre la creación de la pequeña y
mediana empresa privada, para poder absorber un gran número de
nuestro potencial profesional que no encaja en las alternativas
creadas. No toda persona por excelente trabajador que sea, tiene la
capacidad de emprender una actividad laboral y mantenerla.
Nuestros dirigentes deben velar porque este
entramado mecanismo económico marche a toda plenitud, haciendo para
ello cuantos cambios sean necesarios, sin dejar nunca la orientación
de lo que queremos preservar y defendemos, nuestro socialismo.
A. Téllez Oliva
Me incorporo al debate
El pasado viernes 24 de septiembre, se publicó en
esta sección, una carta muy interesante titulada Para contribuir
todos al debate de E. Cordero Hernández. En el mismo, con sus
palabras, planteó que la demanda de empleo iba a ser muy superior a
la oferta que se legaliza con el trabajo por cuenta propia. Planteó
la necesidad de fomentar aparte del trabajo por cuenta propia, la
pequeña y mediana empresa privada.
En teoría, estoy completamente de acuerdo con él, de
hecho en el socialismo solo son de propiedad social los medios
fundamentales de producción, los triviales pueden ser privados, si
tuviera que hablarlo en términos aritméticos, diría que los medios
fundamentales representan solo el 20% de las empresas que generan
más del 75% del Producto interno bruto, sumándoles a ellas la salud,
la educación, la seguridad social, el banco central, la industria
eléctrica, de comunicaciones y los recursos naturales.
En la práctica, solo discrepo en pequeños detalles.
En el alcance del trabajo por cuenta propia ya está implícita la
pequeña propiedad privada, un paladar con 20 plazas y tres empleados
ya es una pequeña empresa privada, dos alfareros con tres ayudantes
y un transportador pueden asociarse en un horno común y también es
una pequeña empresa, un albañil, un carpintero, un electricista, un
plomero y tres ayudantes pueden todos tener sus licencias y
asociarse eventualmente para construir una vivienda y también es una
pequeña empresa, etc. De las 178 plazas que existen, 83 admiten
contratar fuerza de trabajo, donde en casi todas ellas se puede
formar una pequeña empresa privada. A mí y a muchos que he escuchado
en el trabajo, en el barrio, en la calle, les satisface el alcance
de los nuevos trabajos.
Admito que la demanda de empleo será insatisfecha y
que la mayoría de esos trabajos ya estaban realizándose ilegalmente,
pero creo que en estos momentos no podemos ampliarlo más y mucho
menos transitar a la mediana empresa privada, primero debemos
perfeccionar esta actividad que se legalizará y cuando haya garantía
de una infraestructura que permita adquirir a sus afiliados la
materia prima a precios mayoristas, transitar entonces hacia las
medianas empresas.
Agrego que a la mayoría de las personas cuando
hablamos de propiedad, siempre nos llega a la mente dos tipos de
propiedad, la privada y la estatal, olvidan la pequeña empresa con
propiedad colectiva parecida a las cooperativas pero llevadas a la
actividad productiva industrial y de servicio. A mi juicio, en estos
momentos, sí estamos en condiciones para fomentar pequeñas y
medianas empresas autónomas con propiedad colectiva, surgidas y
diseñadas por iniciativa privada y propuesta su fundación al Estado
para su aprobación y definición del tipo de relaciones de producción
que sea viable: por crédito, arrendamiento, por usufructo, por
convenio, etc., y esta sería una mayor oferta de empleo
Espero que E. Cordero Hernández no se moleste por
esta pequeña contradicción, lo felicito por la calidad de su
artículo-carta e invito a otros lectores a debatir el tema en
cuestión.
O. Curbelo Dacosta
Hay que señalar lo mal hecho
Estoy totalmente de acuerdo con la opinión publicada
el 17/09/10 del lector G.M. Blanco Pérez; en la mayoría de los
organismos la actitud ante la queja es deshacerse del quejoso por
molesto y no ven en él a la persona que está señalando los oscuros
lunares de la institución, pienso que lo mal hecho hay que
señalarlo, aunque la vida diaria a veces nos muestra el desinterés
de algunos en dar solución a los problemas, no solo los que no se
dan por aludidos, sino también aquellos que lo hacen de manera
formal "porque se lo exigen de arriba".
En mi propia experiencia ante una queja publicada en
este diario, soporté esa experiencia pues tuve que asistir en 3 ó 4
oportunidades al organismo motivo de queja para que me dieran
respuesta y nunca observé interés en solucionar mi situación, sino
que recibía una amplia y detallada descripción de los trámites que
había que hacer y en los que yo no estaba contemplado. Cada vez que
me entrevistaba con algún funcionario hasta llegar al director
invariablemente la misma pregunta: ¿Por qué escribiste al periódico?
Y luego "nosotros estamos en la obligación de dar respuesta" y
"firma aquí como constancia que recibiste respuesta" y mi problema
ahí, sin solución.
Ya es hora de quitarnos esa imagen del ¿para qué
quejarse si todo sigue igual? Debemos cambiar todo lo que tiene que
ser cambiado, la inmensa mayoría de las quejas son por maltratos,
demoras injustificadas o enrevesados procesos burocráticos que
lastran la imagen de nuestras instituciones. Ya es hora que la
persona encargada de atendernos sea la más capaz, con empatía y que
interiorice cuál es su trabajo que es en definitiva por lo que le
pagan y no que la persona que casi siempre resuelve es la que tiene
amigos o hace regalitos para agilizar procesos.
M. A. Pérez Sánchez
Otra diferencia de precios
Visité el Supermercado de 70 y 3ª, y allí compré
hamburguesas de carne de res a $0.35 CUC y tres días después fui al
kiosco de ventas ubicado en 70 y 29 F, frente a la funeraria. En
este lugar ví el precio de la hamburguesa de carne de res a $0.40
CUC, le pregunté a la vendedora ¿por qué la diferencia de precios?
La compañera me explicó muy amablemente que la diferencia consistía
en el peso, o sea, la hamburguesa de 75 gramos costaba $0.35 CUC y
la de 90 gramos, costaba $0.40 CUC. Quedé satisfecho con la
respuesta.
Cuál no sería mi sorpresa al llegar al Supermercado
de 70 y 3ª, el domingo 29 de agosto, y estaban vendiendo la
hamburguesa de 90 gramos a $0.50 CUC.
Me pregunto: ¿por qué esa diferencia de precios en
dos establecimientos distantes solamente 19 cuadras y en la misma
Avenida 70 en el municipio de Playa?, y ¿quién establece y controla
los precios en Ciudad de La Habana?
A. J. Figueroa
Un hueco en el puente de hierro
Casi todos los días cruzo el importantísimo puente
de hierro que une a Plaza con Miramar sobre el río Almendares para
venir a mi trabajo, que queda justamente al lado izquierdo del
citado puente yendo de Plaza hacia Miramar y me llama la atención
que a la entrada del puente de Miramar hacia Plaza hay un hueco en
el concreto que coincide con una abertura grande entre el paso y la
baranda de esta vía peatonal, que de día es claramente visible, pero
que de noche si alguien no lo ve puede tener un accidente fatal,
sobre todo algún niño.
Hace años, cuando en un ciclón un barco quedó a la
deriva y dañó el puente, luego de mucho indagar, pudimos conocer que
el puente de hierro pertenece a la UP Centro Nacional de Vialidad.
No sé si en la actualidad sigue bajo su jurisdicción, pero de
cualquier manera, mi interés es alertar sobre las condiciones de
deterioro que tiene esta imprescindible vía de comunicación
intermunicipal.
M. G. Morales Rodríguez
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