LOS DIAS DEL MONCADA (I)
Lo que pasó el 26 de Julio
MARTA
ROJAS
La
ciudad de Santiago se despertó al alba con un intenso tiroteo
seguido del tableteo de ametralladoras y otras armas de fuego de
distintos calibres que obligó a salir de sus casas a gran parte de
sus habitantes a excepción de los que a esa hora —cinco y quince de
la mañana, aproximadamente— se encontraban aún en la calle después
de una noche de carnaval. Era el 26 de julio de 1953, Año del
Centenario de José Martí.
Fue domingo de Santa Ana, la víspera se había celebrado la fiesta
por el patrón de la ciudad, Santiago Apóstol. Con ese motivo, desde
días anteriores, como es tradicional, habían estado arribando a la
ciudad cientos o quizás miles de personas procedentes de otras
regiones de Oriente y provincias del país, entre ellas un
contingente de 121 hombres y dos mujeres que venían del occidente de
la Isla. Estos tenían propósitos bien distintos a aquellos de los de
participábamos en los carnavales santiagueros. Eran jóvenes
revolucionarios cuyo heroísmo trascendería a la historia. Ese
amanecer del 26, estaban asaltando el cuartel Moncada, la segunda
fortaleza militar en importancia del país.
afiche:
mederos
Los atacantes del Moncada habían decidido reivindicar la memoria
del Apóstol José Martí en el año de su centenario y tenían un
programa político y social definidos, a realizar convocando al
pueblo para hacerlo realidad.
Al frente de aquella vanguardia estaba el doctor Fidel Castro Ruz
y, como segundo jefe, Abel Santamaría Cuadrado.
Al día siguiente del asalto al Moncada, el primer periódico que
apareció fue Prensa Universal de Santiago de Cuba, cuyos ejemplares
el pueblo prácticamente arrancaba de las manos de sus vendedores.
Algunos ejemplares, que tenían el valor de tres centavos, se
vendieron a un peso y más. El principal cintillo del periódico
decía: ASALTADO MONCADA, 48 MUERTOS Y 29 HERIDOS. Transcurridas
varias horas, esas cifras ya no correspondían a la realidad.
En una de sus páginas interiores tenía otros títulos donde el
diario de provincia calificaba el hecho como: LOCA AVENTURA DE UN
GRUPO DE JÓVENES QUE INTENTARON TOMAR LA FORTALEZA. Y ofrecía
detalles como este: "Lograron hacerse fuertes en los primeros
momentos.Varias bajas sufre el ejército. Persecución a los
fugitivos¼ "
LA PREGUNTA QUE SE HACÍAN TODOS EN SANTIAGO
¿Qué es lo que pasa? Esa fue la pregunta que se hacía todo el
mundo al amanecer. Cuando la población comenzó a darse cuenta de que
los tiros provenían del cuartel Moncada, la alarma creció y fue
agravándose. La radio transmitió la noticia. Luego no habría más
información. El silencio o la negativa a ofrecer más noticias que
mantuvieron los jefes militares y civiles del "régimen de facto" se
prolongó hasta después del mediodía del 26. Ni las estaciones de
policía, ni el cuartel, ofrecían una versión exacta de lo que estaba
sucediendo. Se decía que el distrito naval se había mantenido
distanciado de los acontecimientos.
El asalto provocó infinidad de rumores acentuándose el que se
trataba de una lucha entre soldados, ya que algunos vecinos del
cuartel vieron que todos los contendientes estaban vestidos de caqui
amarillo. Pensaron que era una "bronca" entre Batista y el también
general Pedraza, enemistados. Tenía lógica pues un año antes había
ocurrido el golpe de Estado (10 de marzo de 1952) en el cual, al
parecer, el general Pedraza había sido apartado por su antiguo
aliado.
Las primeras referencias de una acción revolucionaria
protagonizada por jóvenes de La Habana alertaron al pueblo, que de
inmediato comenzó a organizarse de forma embrionaria para prestar
cualquier ayuda posible a estos jóvenes, aun sin conocerlos. Muchas
casas dejaron entreabiertas sus puertas para socorrer a los
asaltantes cuando comenzó a conocerse que la lucha era contra el
golpe de estado o el "gobierno de facto" de Batista.
El tiroteo, que al principio se sentía intenso e ininterrumpido,
luego se mantendría en forma esporádica hasta pasada las diez de la
mañana, aproximadamente, en que cesó. A partir de ese momento las
descargas eran aisladas pero provenían del mismo lugar: del Moncada.
A esa hora la población comenzó a invadir los lugares públicos,
dirigiéndose al centro de la ciudad en busca de información.
Empezaron a salir patrullas militares y se efectuaron numerosas
detenciones entre los dirigentes de los partidos políticos de
oposición y antiguos funcionarios del depuesto gobierno
constitucional del doctor Carlos Prío Socarrás.
La inmensa mayoría de los detenidos en las primeras horas y los
días sucesivos en Santiago, e incluso en La Habana, eran dirigentes
de los partidos Auténticos y Ortodoxo, pero también eran detenidos
líderes estudiantiles y algunos miembros del Partido Socialista
Popular (Comunista).
La prensa local tuvo acceso el día 26 a los centros hospitalarios
donde estaban ingresados algunos heridos por los sucesos del Moncada
y hasta se tomaron fotos. Las clínicas privadas Los Ángeles, Sagrado
Corazón, Colonia Española y Centro Gallego fueron tomadas
militarmente y se registraba e interrogaba a las personas que a
ellas iban. El único centro hospitalario que no se pudo visitar el
26 de julio fue el Hospital Civil Saturnino Lora, situado
precisamente frente al cuartel Moncada y también escenario del
combate. La prohibición absoluta. Tan estricta que ni siquiera los
familiares de los enfermos allí recluidos pudieron entrar, ni salir
hasta muchas horas después.
NACE UN NIÑO
En los momentos en que combatía desde el área de servicio del
hospital, una joven embarazada sintió los dolores del parto. La
criatura (un varón) nació a las 12 del día. La enfermera (comadrona)
Cristina Rodríguez anotó en el parte hospitalario: nombre de la
madre, Caridad Domínguez, cubana, negra, edad 18 años, soltera,
natural de Santiago de Cuba. Embarazo de nueve meses. Condiciones
del parto, fisiológico. (No hubo médico en la tarea) El hospital
estaba ocupado totalmente por el ejército.
CONFERENCIA DE PRENSA
Poco después del mediodía el coronel Alberto del Río Chaviano,
que no se encontraba en el Moncada en el momento de producirse el
asalto revolucionario, ofreció una conferencia de prensa. En su
informe oficial acusaba directamente al expresidente Carlos Prío,
"Millo" Ochoa, dirigente del Partido Ortodoxo, y en tercer lugar al
doctor Fidel Castro. A Prío lo acusaba de promotor y financista de
la acción (¡La gran mentira!) y al joven abogado Fidel Castro de
haber dirigido la acción. (¡La única verdad que dijo Chaviano!) En
su informe plagado de falsedades, Chaviano, que tuvo bien ganado el
sobrenombre de El Chacal, atribuyó a los revolucionarios crímenes
que solo él y sus subalternos —asesinos natos— cometieron.
En la conferencia de prensa Chaviano anunció que terminada esta
se mostraría "el teatro de los hechos". Dijo: "Lo están preparando".
Al cabo, se inició el recorrido. El "teatro de los hechos" estaba
burdamente preparado. La prueba de los crímenes era evidente e
inocultable: se veían los cadáveres de los revolucionarios macerados
por las torturas y heridos con armas de fuego pero a simple vista se
comprendía que los habían vestido con uniformes nuevos, después de
haberles dado muerte; ningún uniforme tenía huellas de bala.
Aun cuando se tomaran numerosas fotos que evidenciaban el crimen
que se pretendía ocultar, se prohibió la publicación del testimonio
gráfico. Casi en su totalidad las fotos les fueron requisadas a los
reporteros gráficos. Un ardid de Panchito Cano, el corrresponsal de
Bohemia en Santiago, salvó el testimonio gráfico para la revista, el
cual sería publicado con el parte oficial del ejército.
El periódico Prensa Universal, en un cuadro destacado, decía en
su primera edición después de los sucesos del Moncada: "A
nuestros lectores: Con motivo de una disposición superior nos vemos
imposibilitados de ofrecer a nuestros lectores la amplia
informacción gráfica que obra en nuestro poder, donde recogemos
interesantes aspectos de los trágicos sucesos registrados en el día
de ayer en el frustrado asalto al cuartel Moncada.
DETENIDOS Y LIBERTADOS
Cerca del mediodía, fueron llevados al cuartel Moncada para
someterlos a interrogatorios, entre otros, los profesores Raúl
Gutiérrez Serrano, Felipe Martínez Arango, la señora Alicia Jiménez
y el profesor Eduardo Cañas Abril. Luego se dispuso su libertad;
algunos de ellos se encontraban de tránsito en Santiago de Cuba y
ninguno tenía vínculo con los hechos.
OPERACIONES DE LIMPIEZA
Se informó que el centro de mando de los revolucionarios se
encontraba en la granjita Siboney, propiedad del comerciante José
Vásquez, quien la alquiló a unos jóvenes procedentes de La Habana
para la instalación de un negocio de pollos.
En horas de la tarde del día 26 el comandante Andrés Pérez
Chaumont, que llegó al cuartel después del combate, vestido de civil
para que no lo reconocieran, encabezó las "operaciones de limpieza"
en las afueras de la ciudad.
Por versiones de vecinos y de algunos empleados del Hospital
Civil, se supo que los militares habían detenido a un grupo de
combatientes que ocuparon el Saturnino Lora, sin embargo, este punto
no fue confirmado por Chaviano. Este declaró a los periodistas que
en el Moncada "no había prisioneros" que todos habían muerto en el
combate. Los primeros combatientes asesinados, sin duda, fueron los
del Hospital Civil, detenidos con Abel Santamaría.
Los edificios del hospital Saturnino Lora y el Palacio de
Justicia eran la retaguardia del Moncada cuya posta de acceso
escogida por los revolucionarios fue la Posta 3. Mientras el propio
jefe de la acción, Fidel Castro, tomaba la posta con un contingente
de sus compañeros, Abel Santamaría, segundo jefe, ocupaba el
Hospital Civil —frente al Moncada— que constituía la retaguardia. La
toma del hospital evitaba que esa posición estratégica la ocuparan
elementos del regimiento y desde allí atacaran a los combatientes
que asaltaron la fortaleza. Un tercer grupo, el cual integraba Raúl
Castro, tomó el Palacio de Justicia, flanco izquierdo del Moncada.
Los vecinos del hospital Saturnino Lora vieron cuando a media
mañana la soldadesca inició la "operación limpieza" en las zonas
colindantes del Moncada y sacaron del Hospital Civil a un grupo
masivo de prisioneros. Eran veintiún combatientes, incluyendo al
doctor Mario Muñoz Monroy, y a dos mujeres. Melba Hernández y Haydée
Santamaría. De ese grupo de detenidos solo salvaron la vida las dos
mujeres; y el joven Ramón Péz Ferro, acogido por un veterano de la
independencia que dijo a los guardias que era su nieto.
Todos los establecimientos comerciales que acostumbraban a abrir
los domingos cerraron sus puertas el 26 de julio. Los ómnibus de
servicio urbano que comenzaron a circular en forma regular
suspendieron sus actividades al mediodía, y todos los vehículos que
entraban o salían de la ciudad eran minuciosamente registrados en la
carretera por miembros del Servicio de Inteligencia Militar, el SIM,
y fuerzas de la Guardia Rural.
AVIONES MILITARES
A la una de la tarde llegaron a la ciudad por el aeropuerto de
San Pedrito, procedentes de La Habana, tres aviones militares al
mando del coronel Tabernilla, hijo del jefe del ejército de la
tiranía. Los aviones sobrevolaron las playas de Siboney y de
Daiquirí, antes de aterrizar.
Tanto en la jefatura de la Policía Nacional como en las del
Distrito Naval, la Policía Marítima y la Policía Secreta, se dispuso
el acuartelamiento de la tropa. Los semáforos y otros servicios de
tránsito se dejaron abandonados. En los hoteles Rex y Perla de Cuba,
fueron encontrados uniformes, algunos comprobantes de pasaje de
ómnibus marcados en Artemisa, entre otras evidencias de los
revolucionarios.
INFORME DE BAYAMO
Las mismas fuentes oficiales y personas que llegaban de Bayamo
dieron a conocer que simultáneamente con la acción del Moncada, se
había producido el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de
aquella ciudad, por un grupo de idéntica procedencia al que actuó en
Santiago. El primer parte oficial daba dos bajas por muerte en el
grupo de los asaltantes, más un policía muerto y varios militares
heridos. Según los informes de los corresponsales de Bayamo, los
combatientes se habían hospedado cerca de la Carretera Central y del
cuartel. También se informó sobre el inicio de "la búsqueda de
fugitivos" en el monte.
HERIDOS CIVILES
El primer nombre de una persona civil muerta, que se conoció fue
el de Alicia Castillo Ramírez, cobradora de un ómnibus que circulaba
por los alrededores del cuartel Moncada en horas tempranas, fue
herida de bala y falleció.
También se produjeron otras víctimas civiles en el barrio Sueño y
otros barrios de Santiago cuando los soldados del regimiento
asentado en el cuartel Moncada disparaban a todo el que se le hacía
sospechoso.
Entre las personas asistidas el día 26 en el Hospital de
Emergencias, heridas a consecuencia de los sucesos del Moncada, se
encontraban Pedro Ángel López, de dieciocho años, vecino de Primera
de Portuondo número 14, esquina a San Miguel, quien recibió un
balazo en la región "axilar" izquierda que le atravesó el pulmón, de
pronóstico grave. Dijo que se encontraba cerca de su casa, cuando se
sintió herido. Quedó recluido en ese centro. Este herido fue
asistido por el doctor Martínez Jústiz y el practicante Marfil.
En el propio centro fue asistida la menor Migdalia Toledano, de
diez años de edad, vecina de Hatuey 104, San Pedrito, quien
presentaba una herida de bala en la pierna izquierda, de pronóstico
grave. También fue conducido a Emergencias, donde llegó cadáver, un
hombre joven con un balazo en el rostro. Se le trasladó para el
necrocomio sin que se hubiera logrado su identificación. Los
reporteros de Santiago conocieron por manifestaciones del herido
Pedro A. López, también recluido en Emergencias, que aquel
desconocido muerto había sido baleado en la esquina de Primera y
Portuondo y San Miguel, precisamente junto al que daba la
información.
(Posteriormente el fallecido fue identificado como Gisel "Chaprón",
de veintiocho años, vecino de Primera y Portuondo).
EN LA CASA DE SOCORRO
José Casamayor Caballero, de 48 años, llegó cadáver a ese centro.
Murió a consecuencia de las heridas de bala que sufriera en San
Miguel 201. Este ciudadano perdió la vida al ser alcanzado por
proyectiles en uno de los tiroteos que se produjeron en su barrrio
cuando los soldados del Moncada disparaban contra unos sospechosos.
Al observar que su hijo, Baudilio Casamayor Martínez, de once años,
se desplomaba sobre el pavimento herido de bala, José Casamayor se
abalanzó hacia él para tratar de auxiliarlo y cayó mortalmente
herido.
MUERTO EL NIÑO CALA
En un lugar cercano al matadero municipal de la ciudad fue muerto
a tiros el conocido revolucionario de cuando la lucha contra la
tiranía de Gerardo Machado (1929-1933), Manuel Reyes Cala, El Niño
Cala.
Manuel Reyes, muchos años antes, había pertenecido al ejército,
estuvo envuelto en conspiraciones contra el régimen machadista y
había participado en la acción denominada La Gallinita.
Posteriormente, fue inspector de sanidad en Santiago de Cuba, y
se le consideraba en 1953 alejado de las actividades
revolucionarias. La confirmación de la muerte de El Niño Cala se
produjo cuando su esposa se personó en las oficinas del cementerio
de Santa Ifigenia para solicitar le fuera entregado el cadáver, que
era uno de los 35 que permanecían sin identificar.
OTRA MUJER HERIDA
Se reportó en el Hospital de Emergencias que habían atendido allí
a la anciana de 83 años Felipa Castillo. La anciana recibió una
herida en la rodilla por impacto de bala, frente a su casa, en la
Calle Segunda número 405. Según declaró, se encontraba en el medio
de la calle rezando, en el momento en que la fuerza pública originó
un tiroteo en el lugar y una bala le alcanzó.
OCUPACIÓN DE MATERIAL "ATÓMICO" EN UN BARCO QUE
VINO DEL CANADÁ
Bursato de cobalto, "un material de índole atómico", miles de
guantes para ocultar huellas digitales y deflagraciones de pólvora y
otros materiales de guerra, fueron ocupados en un barco que,
procedente de Canadá, llegó al puerto de Santiago de Cuba. Estos
materiales las autoridades los relacionaban directamente con los
asaltantes del Moncada. El material estaba destinado a una empresa
denominada Can y Compañía, que decían haber comprobado que era
inexistente.
El barco ancló en The Santiago Terminal Company, de esta ciudad.
El buque de bandera canadiense se llamaba Canadian Highlander. (Nota:
esta información sobre el barco cargado de guantes de goma y
"material atómico" fue ampliamente difundida y propalada con gran
estrépito por la tiranía en Santiago de Cuba. La información se
publicó a grandes titulares. Era una de las cosas más absurdas y
ridículas).
"INSURRECTOS" HERIDOS: UNA PRUEBA MÁS DEL CRIMEN
Bajo el título de "Los insurrectos heridos", el periódico Prensa
Universal insertó la siguiente nota: "Entre los heridos de bala que
recibieron asistencia en la Casa de Socorro de Trocha, se
encontraban Ismael Rucando Fernández, de 23 años, que dijo ser
vecino de la calle República 79, Artemisa, provincia de Pinar del
Río, quien presentaba heridas de bala en la mano derecha de
pronóstico grave, y Guillermo Elizarde o Elizalde Sotolongo, también
de 23 años, que dijo ser residente de Santa Clara (provincia de Las
Villas), pudiendo conocerse que ambos fueron remitidos al cuartel
Moncada, donde quedaron internados por suponérseles participantes
del grupo de presuntos asaltantes a esa guarnición".
(Nota: Ismael Ricondo Fernández, que realmente pertenecía al
grupo de los asaltantes heridos, apareció posteriormente en el parte
oficial como muerto en combate. Con antelación a ese parte se había
informado a la prensa "que las fuerzas al mando del comandante
Andrés Pérez Chaumont tienen sitiado un numeroso grupo de asaltantes
en la finca de Pepe Vázquez (granjita) en las cercanías de Siboney,
estimándose que hay numerosos muertos y heridos").
CONFIRMACIÓN DE CIVILES ASESINADOS
Mucho después se confirmaría una relación de nombres que
corresponden a civiles asesinados en el Moncada o en otros lugares
conjuntamente con los combatientes de aquella gesta heroica. Además
de El Niño Cala esa lista la integraban: Miguel A. Ravelo Ravelo,
Rubén Cordero Sánchez, Eduardo Ambrosio Hernández, Rolando del
Valle, Armando Miranda Montes de Oca, Pedro Romero Fonseca,
Francisco Viera Milián y Raúl Villarreal.
Después, en su histórico alegato La historia me absolverá,
dijo Fidel refiriéndose a estos crímenes.
"Terminado el combate se lanzaron como fieras enfurecidas sobre
la ciudad de Santiago de Cuba y contra la población indefensa
saciaron las primeras iras. En plena calle y muy lejos del lugar
donde fue la lucha le atravesaron el pecho de un balazo a un niño
inocente que jugaba frente a la puerta de su casa, y cuando el padre
se acercó a recogerlo le atravesaron la frente con otro balazo.
"Al Niño Cala que iba para su casa con un cartucho de pan en las
manos, lo balacearon sin mediar palabra. Sería interminable referir
los crímenes y atropellos que se cometieron contra la población
civil. Y si de esta forma actuaron con los que no habían participado
en la acción, ya puede suponerse la horrible suerte que corrieron
los prisioneros participantes o que ellos creían que habían
participado; porque así como en esta causa involucraron a muchas
personas ajenas por completo a los hechos, así también mataron a
muchos de los prisioneros detenidos que no tenían nada que ver con
el ataque; estos no están incluidos en las cifras de víctimas que
han dado, las cuales se refieren exclusivamente a los hombres
nuestros. Algún día se sabrá el número total de inmolados."
OTROS HECHOS
Desde el interior de la provincia de Oriente llegaron a Santiago
de Cuba por teléfono y otras vías informales, diversas informaciones
sobre la situación en los distintos municipios el 26 de Julio. Un
corresponsal de prensa de Jiguaní informó que desde que se conoció
el hecho del asalto en horas de la mañana, fueron tomadas
militarmente las calles del municipio y comenzó el registro a todos
los vehículos y transeúntes por parte de la policía. En horas de la
tarde estalló un petardo en un solar yermo en esa localidad, frente
al Parque Central, sin que hubiera que lamentar desgracias
personales.
Por su parte, otro corresponsal en Manzanillo decía que esa
ciudad también era recorrida por patrullas desde horas de la tarde
del 26, y se había desalojado a todos los establecimientos
comerciales y otros centros de reunión. Pudo saberse que unas veinte
personas estaban detenidas en el cuartel de la Guardia Rural, sin
que se hubieran dado a conocer sus nombres. Un hombre no
identificado que se le hizo sospechoso al ejército fue registrado y
al oponer resistencia, recibió un culatazo que le produjo una grave
lesión. Lo recluyeron en el hospital de Manzanillo.
También llegaban referencias de un "complot" revolucionario en
Guantánamo en apoyo a los asaltantes. Sin más detalles, entonces.
LOS VUELOS DE "CUBANA"
Desde Camagüey se informó que el vuelo 433 de la Compañía Cubana
de Aviación, procedente de Santiago de Cuba, llegó retrasado, y que
asimismo se demoró la salida del vuelo 472, destinado a la citada
ciudad, por instrucción que desde ella se impartió.
ACUARTELAMIENTO GENERAL
De Holguín se reportó la orden de acuartelamiento de las fuerzas
del ejército y la policía, el registro de toda clase de vehículo que
transitara por las calles o carreteras y el arresto de todas las
personas señaladas como oposicionistas o activistas revolucionarios.
Esta orden se hizo extensiva a toda la provincia de Oriente y, en
general, a toda la Isla. Las estaciones de radio y las centrales de
servicio telefónico de larga distancia también fueron tomadas
militarmente. Se advertía un movimiento extraordinario de la fuerza
pública.