José Luís Tassende
Vivir en la Revolución
LUÍS SUARDÍAZ
Uno
de los asaltantes al cuartel Moncada que más dramáticamente entró para
siempre en la historia de Cuba es el manzanillero José Luis Tassende, por su
destacada participación en todo el proceso que condujo a esa acción heroica
y por las circunstancias en que le fue arrebatada la vida.
Nacido el 15 de enero de 1925,
residió por un tiempo con su familia en Santiago de Cuba y más tarde se
radicó en La Habana. Joven inquieto, dispuesto siempre a superarse y servir,
sufrió con la pérdida de su padre, teniendo él diez años, no solo el
afecto paterno sino también el desequilibrio económico familiar, por eso únicamente
logró terminar el octavo grado, lo que por otra parte era una hazaña para
los jóvenes pobres de esa época.
José
Luís Tassende, herido en combate,
es un testigo permanente de los crímenes
que se cometieron con los asaltantes sobrevivientes de la acción.
Durante su estancia en el Colegio
Salesiano había conocido a Fidel y a Raúl con los que compartió jornadas
deportivas en encuentros beisboleros o de baloncesto que con el tiempo tuvo
que abandonar para librar el sustento. Al terminar el octavo grado tomó
cursos de mecánica de refrigeración. Comenzó a trabajar en la fábrica de
gomas ubicada en Puentes Grandes y desde 1946 formó parte del colectivo de la
fábrica Nela donde por sus conocimientos y su dedicación fue nombrado Jefe
del cuarto de mecánicos. En esas funciones se caracterizó por la defensa de
sus compañeros y por el rechazo a los halagos de los patrones que se empeñaban
en frustrar su condición de líder laboral.
Insatisfecho con la situación del
país se vincula a la juventud ortodoxa y ahonda su amistad con Fidel y Raúl.
El 9 de julio de 1950 contrae matrimonio con la joven Elita Dubois y prosigue
con más ímpetu su lucha por la transformación del país, de modo que cuando
se produce el golpe del 10 de marzo lo condena sin ambages. Para entonces ya
se venía gestando por varias instituciones el programa por el centenario de
José Martí y José Luís, martiano sincero, halla en la obra del Apóstol
armas para la gran tarea que se avecina.
No era un recién iniciado pues
había participado un lustro antes en un plan para derrocar al tirano
dominicano Leónidas Trujillo, aunque no llegó a participar en la frustrada
expedición. Bajo la dirección de Fidel se integra a las prácticas de tiro
mas no descuida sus lecturas formadoras en los escasos ratos que el trabajo le
deja libre, lo que se advierte en sus apuntes. En líneas precisas, despojadas
de toda retórica, plasma su pensamiento: Surge la generación del Apóstol.
Nace la revolución social libertadora. Al evocar las acciones del siglo XIX
por la independencia asevera: Martí y Maceo nos guían hacia el triunfo.
También se proyecta al futuro convencido de la victoria: En la revolución se
triunfa libertando, nacionalizando y trabajando.
Observemos que no se limita a
exaltar el imprescindible trabajo creador sino también la nacionalización,
es decir el rescate de las riquezas del país en poder de los gobernantes
corruptos y de los monopolios extranjeros. En otro de sus apuntes afirma: El
triunfo de la revolución es una nueva era para la clase campesina y obrera. Y
más aún: Hacer la revolución social es darle humanidad a nuestro pueblo. En
sintonía con el concepto de pueblo que Fidel desarrollará brillantemente en
su alegato conocido como La Historia me Absolverá.
No ignora que los altos objetivos
no se conseguirán sin batallar y que él y otros muchos pueden morir en el
empeño, mas con absoluta convicción sostiene: Entrar en la revolución es
vivir en ella. Y deja escrito en su íntimo testamento de combatiente: Es poco
el sacrificio que hagamos para el bien que conquistaremos.
Pocos días antes del decisivo 26
de Julio, Tassende viaja a Santiago para transmitir instrucciones de Fidel. La
ciudad donde vivió años de alegría familiar junto a su padre Vicente y su
progenitora Gloria Muñecas pronto será escenario de un ejemplar combate por
la liberación de la Patria. Como el resto de sus compañeros, participa en el
asalto vestido de militar con el propósito de confundir al enemigo. Herido en
combate todavía va a servir una vez más a la causa y en esta ocasión como permanente
testigo del crimen que se cometió con los asaltantes sobrevivientes de
esa acción.
Marta Rojas, cronista excepcional
de esos acontecimientos, ha contado cómo un fotógrafo al servicio de los
militares tomó una instantánea de Tassende herido, pero resuelta la mirada,
en medio del peligro mortal. Enredados en su propia madeja, los batistianos se
confunden y sitúan esa foto en los llamados cuadros de honor de algunos
cuarteles de la provincia oriental convencidos de que se trata de un soldado
del régimen. Cuando se dan cuenta de su error, había trascendido que el
joven que serenamente miraba al porvenir no era, no podía serlo, un defensor
del entreguismo y la traición sino un legítimo representante de la Generación
del Centenario.
Después del triunfo
revolucionario la foto ha sido publicada y reproducida en numerosas ocasiones
y vuelve a serlo en estos días del cincuentenario del Moncada y del
sesquicentenario del Apóstol de esa vanguardia irreductible.
Han pasado varias décadas y
siempre recordamos el gesto de Raúl, quien en la inauguración de la Ciudad
Escolar en el cuartel que fue madriguera de asesinos, alzó en sus brazos a la
pequeña hija de José Luís y exclamó conmovido: Y hoy, Temita, mira aquí la
obra de tu padre.
Contra todos los obstáculos, esa
obra ha seguido creciendo con los años, gracias a una Revolución que no
olvida a sus mártires y cuyas raíces se remontan a las batallas legendarias
de nuestros padres fundadores a lo largo del siglo XIX.
Publicado el 25 de julio del
2003 |