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Las Mentiras del enemigo

En nuestros días nos referimos a la conspiración y la guerra mediática en un mundo globalizado. Por ejemplo está muy cercano el caso de la República Bolivariana de Venezuela, donde los medios de difusión llegaron al extremo de expulsar del poder por breves horas al presidente legalmente elegido. En Cuba constantemente refutamos horrendas mentiras que se propalan en todas las redes mediáticas reaccionarias, la inmensa mayoría proveniente de la administración norteamericana, pero esta práctica de mentir para confundir a la ciudadanía no se ideó ahora, son métodos nazifascistas que tienen su idea y práctica en las concepciones de Goebbels. En los días del Moncada, más exactamente desde la conferencia de prensa pronunciada por el sanguinario coronel Alberto del Río Chaviano, jefe militar del Moncada, se echaron a rodar mentiras criminales sobre los jóvenes asaltantes revolucionarios, las cuales incrementaron el odio por parte de los demás aforados y confundieron a muchos sectores de la población. No sería hasta después del juicio que se demostrara que aquellas calumnias formaban parte del descrédito del gobierno de la tiranía contra los revolucionarios, tratándolos, entre otras cosas, como criminales, cuando habían sido las víctimas.

entre las evidencias de la manipulación del régimen para justificar
sus crímenes quedó esta foto, en que el cadáver masacrado
—reportado como caído en combate—  de uno de los asaltantes,
aparece vestido con un uniforme militar acabado de sacar de un
armario.

Principales falacias vertidas por la tiranía, destruidas durante el proceso

  • Que los revolucionarios habían asesinado a enfermos en los hospitales.
  • Que los revolucionarios habían usado armas blancas.
  • Que los revolucionarios habían tocado en las puertas de los familiares de los militares para asesinarlos, y que habían asesinado prisioneros.
  • Que las mujeres, Melba y Haydée, habían impedido que se curara a un militar herido.
  • Que entre los combatientes había mercenarios.
  • Que los revolucionarios habían usado granadas de mano.

Los revolucionarios no asesinaron a enfermos en los hospitales, ni usaron armas blancas, no llevaban cuchillos ni machetes, ni siquiera cuchillas de afeitar.

Los revolucionarios no tocaron en las puertas de los familiares de los militares para asesinarlos, ni asesinaron a ninguno de sus prisioneros, como afirmaba el ejército.

Las mujeres, Melba y Haydée, no impidieron que se curara a un militar herido cerca del Hospital Civil. Por el contrario, un médico de ese hospital declaró en el juicio que Haydeé lo llamó para que la ayudara  a llevar a un militar herido a la sala de curaciones.

Entre los combatientes no había ningún mercenario. Sin embargo, Chaviano dijo que entre los asaltantes había mercenarios, entre ellos "indios putumayos"

Los revolucionarios no usaron granadas de mano. Sus armas eran pocas y pobres, casi todas fueron compradas en armerías donde se vendían escopetas de cacería. Los revolucionarios, no recibieron nunca ningún dinero que no fuera su propia contribución personal para la adquisición de armamento. De manera que los revolucionarios no fueron financiados por ninguna organización ni personero político alguno ni embajada o misión diplomática extranjera.

Un hecho, incluso ridículo, fue publicado por periódicos locales de Santiago de Cuba en titulares de primera plana: decía este que en el puerto de Santiago de Cuba se hallaba "un buque que traía sulfato de cobalto con el que podía fabricarse arma nuclear y guantes de goma, por lo que se suponía que estaban destinadas a los asaltantes del Moncada".

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