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El notable orador negro Henry Garnet

Por José Martí

(La oratoria es una de las formas más difíciles de la literatura y, a su vez, conminatoria. Garnet, nos hacen pensar en otro orador negro norteamericano que ganó una batalla con su palabra movilizadora y digna: Martin Luther King Jr. Nacido 20 de enero de 1929. Con las siguientes letras de Martí sobre Garnet también le hacemos honor a Luther King):

En tanto que esos amigos de las glorias americanas se reunían para ver que no se honrase a quien era digno de honor, otros hombres agradecidos al bien que del reverendo Henry Garnet recibieron, decidieron vestir de luto por su muerte la iglesia que fue suya; y contar en solemne ceremonia la humildad, la elocuencia, la grandeza, la firmeza, el empuje del afamado orador negro. En un día solemnísimo, los rayos de sol que penetran por las ventanas altas del Capitolio de Washington iluminaban la frente bronceada y vasta de un hombre altivo que decía con voz serena frases magnánimas y elocuentes: era Henry Garnet, el primer hombre negro que se sentaba, como sacerdote venerable, entre los hombres blancos que cobija la cúpula del severo Capitolio. En otro día no olvidado, un joven imponente decía vehementísimas y cultas palabras ante la Sociedad Antiesclavista de Nueva York, que admiró lo aprovechado de su mocedad, lo evangélico de su frase, lo acabado de su modo de decir, la virilidad de su apostura: era Henry Garnet, que vuelto de trabajoso colegiaje lucía por vez primera en público sus facultades oratorias. ¿Y ese grumete mísero, que limpia vajillas y cubiertos, y hace oficios menores, y va de mozo de cámara en un vaporcillo que da viajes a Cuba?. Es Henry Garnet, que enseña a los hombres perezosos, soberbios e impacientes, cómo se puede, de negro camarero, hijo de esclavos fugitivos que anduvieron desnudos por la nieve y padecieron frío y hambre en los bosques, ir de pastor de iglesia: a maestro, a miembro del congreso de Frankfort, a abogado del trabajo libre de Inglaterra, a caudillo de su raza (...) Era fama cuando ya estaba Garnet privado del uso de una pierna y entrado en latines, que traía revuelta con sus bravas ideas antiesclavistas a la Academia de Canaan, que llegó a ser fortaleza de estas ideas, repleta de vehementes soldados,--y los partidarios de la esclavitud juntaron noventa y cinco yuntas de bueyes, y las uncieron en la Academia, y la arrancaron de cuajo, en tato que balas matadoras tajaban el aire en busca de "aquel atrevido de frente alta". No era su lenguaje truncado e imperfecto como el de casi todos los hombres de su raza en esta tierra, sino atildado y ejemplar; sus ojos decían honradez; sus labios verdad; todo él respeto. Lo tributaba y lo inspiraba (...) Con el brazo derecho paraba todo golpe que el negro injusto dirigiese al blanco que había ayudado a libertarlo, y con el brazo izquierdo desviaba de la cabeza de los negros todo golpe que a ellos enderezasen los blancos que los desdeñaban sin razón, porque les ven víctimas del mal que les hicieron. Garnet ha muerto de ministro de los Estados Unidos en Liberia, ni se avergonzaba de las miserias de su raza, ni las compartía. Odiaba el odio. Amaba vivamente a los blancos y a los negros. Ha muerto amado".

(Compilación, Marta Rojas)

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