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8 de Abril de 2002

Reich-Posada-Bosh: el eje del engaño

• Mientras cinco patriotas cubanos están encerrados en las celdas de cinco penitenciarios distintos del territorio norteamericano, por haber contrarrestado los planes terroristas de Orlando Bosch, Luis Posada Carriles y sus semejantes, los dos más peligrosos terroristas del hemisferio tienen, con Otto Reich, un apoyo al más alto nivel

POR JEAN-GUY ALLARD —especial para Granma Internacional

Toda la vida han buscado su interés personal, a través de la CIA y de sus redes, con total desprecio por su patria de adopción, que engañan y desprestigian sistemáticamente. Son el Eje más peligroso que jamás penetró la nación norteamericana, el del Engaño, uno de los varios síntomas de un cáncer que, lenta pero seguramente, conduce al imperio hacia su perdición.

El primero está en la Casa Blanca: Otto Reich, el actual subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, el responsable número Uno de América Latina en la Administración norteamericana. El segundo es el capo de los grupúsculos terroristas más fanáticos de Miami: el pediatra-matón Orlando Bosch, ex padrino del CORU, camorra extremista responsable de más de cincuenta atentados en EE.UU., Cuba y otras naciones, "liberado" de una cárcel venezolana y absuelto gracias al primero. El tercero está encarcelado en Panamá con cuatro cómplices asesinos, como él: Luis Posada Carriles, también ex padrino del CORU, responsable de innumerables atentados, ex jefe de la policía política venezolana, narcotraficante patentado del mal llamado escándalo Irán-Contra y socio de todas las mafias miamenses y centroamericanas —en espera de su liberación, anunciada por su narco-abogado y financiada por las maniobras de los dos primeros.

Tienen, por supuesto, una característica común: ya a principios de los años sesenta, cayeron en los brazos de la CIA que hizo de ellos sus elementos más fanáticos del dossier cubano mientras usaban la compañía para hacerse su propia fortuna en el millonario cartel de la contrarrevolución cubano-americana... siempre a través de una red impresionante de contactos, construida mediante el engaño, el chantaje y el terror.

Evolucionaron de manera distinta: el primero, con traje y corbata, se consagró a penetrar los circuitos del poder y mafiar con los varios capos de la camarilla miamense; los otros dos se dedicaron a orientar las actividades de sus organizaciones asesinas desde Buenos Aires hasta Santo Domingo, desde Montreal hasta Madrid y Luanda. 

DESCUBIERTO POR FRANK CALZON, AGENTE DE LA CIA Y DOCTOR EN DESINFORMACION

Nacido accidentalmente en Cuba —como lo dijo un comentarista—, de un padre austriaco, Reich es llevado fuera de la Isla cuando no tenía ni 15 años, para radicarse en Charlotte, Carolina del Norte, bien lejos del Caribe.

Pronto se casa con la CIA en la universidad, cuando es escogido por Frank Calzón, quien será el hombre de confianza de la CIA en múltiples operaciones de desinformación. Luego colaborará con él en la Freedom House, un invento supuestamente prodemocracia de la CIA. Doctor en desinformación, Calzón supo reconocer en Reich un alumno bien dotado.

Al terminar sus estudios, ya determinado a aprovechar su nueva ciudadanía, se pasó dos años en las filas del ejército, en una base de... Panamá, en la "mata" de la contrainsurgencia.

Otto Reich se muda a Miami en 1972 y se pega con evidente determinación a los circuitos de la extrema derecha cubano-americana que ya impone a la ciudad su dominio terrorista, cuando la CIA mantiene ahí mismo su centro de operación más activo, especialmente para Cuba y también para el conjunto del continente que pretende dominar. 

PARA ENCUBRIR LAS MANIOBRAS MAS SUCIAS, TODO ES PERMITIDO

Reich aparece a la vista del público norteamericano en los años de Reagan y de la guerra sucia en Nicaragua, cuando la Presidencia lo escoge para dirigir la Oficina de la Diplomacia Pública, invento de la CIA para realizar oficialmente, bajo la cobertura del Departamento de Estado, las tareas de encubrimiento y de desinformación que ya hacía a escondidas.

George Bush, ex operativo y ex jefe de la CIA, ocupa la vicepresidencia y aconseja a Reagan. Se encargó de apadrinar la entrada de Reich en estas altísimas esferas del Gobierno con la misma atención que, cuando encabezaba la Agencia Central de Inteligencia, había aprobado la creación de la más fuerte organización terrorista anticubana, el CORU, de siniestra memoria.

Llevando el título oficial de Consejero Especial para la Diplomacia Pública del Departamento de Estado, se puso a trabajar con una furia que, más tarde, ayudó a provocar el mal llamado escándalo Irán-Contra. Más bien debía conocerse como superescándalo narco-contra.

A su juicio, todo es permitido para ayudar a la mercenaria contra nicaragüense y, desde luego, para encubrir las maniobras más sucias que llevan a cabo los operativos de la CIA en el terreno.

Todo el mundo hoy sabe que la venta de armas a Irán fue sólo la punta de un iceberg que comprendía, en proporciones mucho más fuerte y con ganancias multimillonarias para la Contra, el traslado y la venta de droga —principalmente marihuana y cocaína— de productores sudamericanos hacia el mercado norteamericano.

Esa monstruosa operación de narcotráfico, enteramente montada por la CIA, usó la red creada en territorio norteamericano por los hombres de la Operación 40, después de Playa Girón. (Ver el artículo de Jerry Meldon, The CIA’S Dope-Smuggling Freedom Fighters, disponible en Internet). 

DE WASHINGTON A ILOPANGO, UNA MISMA OPERACION

Desde su puesto de Washington, Reich se encuentra en contacto permanente con dos cubano-americanos que dirigen toda la operación: Félix Rodríguez (alias Max Gómez) y Luis Posada Carriles, que trabajan desde la base aérea de Ilopango, en El Salvador.

Rodríguez es un ladrón del escándalo del Watergate, hombre de confianza de George Bush padre —hasta el punto que, años más tarde, lo recibió oficialmente en la Casa Blanca, a pesar de su pasado criminal, con todo el protocolo.

Posada Carriles es, junto con Orlando Bosch, el terrorista responsable de la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación, que provocó la muerte de 73 personas, y de más de 50 atentados e intentos de asesinato.

Desde su evasión, gracias a la CIA y la FNCA, de una cárcel venezolana —a donde estaba detenido desde el atentado aéreo—, Posada estaba ya reincorporado en tareas sucias para las cuales la CIA le reconocía talento.

Durante años, Reich apoya, con toda su energía e innumerables mentiras, los esfuerzos de los dos cubano-americanos, sabiendo perfectamente que se trata de dos terroristas, especialmente entrenados por la CIA y usados por ella en esa operación sumamente ilegal.

Años después, un informe del General Accountant Office denuncia al Congreso la naturaleza de las operaciones de engaño desarrolladas, de manera furibunda, por Reich, desde su Oficina.

Así el público norteamericano descubre cómo, usando el dinero de sus impuestos, Reich había fabricado, con el objetivo de desinformar tanto a los ciudadanos como a los políticos. Publicaba noticias que pretendían que los sandinistas nicaragüenses perseguían a los indios misquitos y que, en otra ocasión, habían adquirido varios cazadores Mig-29 de la Unión Soviética, preparando ataques contra el territorio norteamericano.

Para estos ejercicios de mentira oficial, Reich ordenaba expresamente la redacción de falsas cartas de denuncia que hacía firmar con nombres de cabecillas mercenarias de la Contra.

Refinando siempre sus métodos, Reich usaba (ilegalmente, por supuesto) los fondos de propaganda del Estado para publicar anuncios que solicitaban donaciones a favor de la Contra... a fin de justificar la aparición del dinero del narcotráfico, reunido por sus compinches de Ilopango, en las cuentas de los mercenarios antisandinistas, en bancos de Gran Caimán y de Suiza.

La colaboración de Reich con el architerrorista Posada Carriles se mantiene hasta que "explota" la operación de Ilopango, en octubre de 1986, cuando una avioneta de la CIA es derribada.

El piloto, Eugene Hasenfuss, no sólo denunció la operación de narcotráfico, sino también identificó al ladrón Rodríguez y al terrorista Posada, prófugo de la justicia venezolana. 

PARA ORLANDO BOSCH, REICH SE COMPORTA COMO UN HERMANO

La situación hizo que la Administración Reagan-Bush ordenase la salida de Reich por la puerta de atrás, con su repentino nombramiento al puesto de Embajador de los Estados Unidos de América en Caracas, Venezuela.

Ahí, Reich ejerció la diplomacia con tanto tacto que desarrolló en Washington sus actividades de engaño oficial.

De manera evidente, no estaba ahí para otra cosa que resolver, cualquiera que sea el método, el caso del socio de Posada, Orlando Bosch Avila, agente de la CIA y también recluso por el atentado contra el vuelo de Cubana —aparte de cuidar la mafia de los emigrados cubanos del área que también conspiran para tener su parte del cake norteamericano.

Para Orlando Bosch, Otto Reich se comportará como un verdadero hermano. Obtiene para él —¡quién sabe con qué subterfugio!— un fallo de una corte militar que le abre las puertas del penitenciario, después de haber preparado su salida hacia su patria de adopción, Miami.

Pero el caso es delicado, como Posada Carriles, Bosch tiene una pésima reputación ahí en el Norte. A pesar de la "ejemplaridad" de sus servicios con la CIA, el pediatra-matón tiene en Estados Unidos un expediente judicial extremadamente cargado que lo identifica ya como jefe terrorista y que obstaculiza absolutamente la entrega de una visa.

Peor, ha reconocido públicamente —en una entrevista publicada por la revista New Times el 3 de mayo 1977— ser responsable de más de cincuenta atentados realizados por el CORU.

Llegado de Cuba con estatuto de visitante el 28 de julio de 1960, con una visa de 30 días, Bosch crea el MIRR, que será luego definido por un representante del Procurador General como una "organización terrorista antiCastro".

El 16 de septiembre de 1968, Bosch dirige un ataque con bazooka contra un barco polaco, el Polanica, en pleno puerto de Miami. El 15 de noviembre de 1968, el terrorista es condenado a diez años de cárcel por la Corte Federal de South Florida... por este crimen y, paralelamente, por haber dirigido cartas con amenazas de muerte al Presidente de México, al Jefe de Estado de España y al Primer Ministro de Gran Bretaña.

En 1972, Bosch aprovecha una liberación condicional y sale de EE.UU. para reaparecer en la República Dominicana donde dirige, con Posada Carriles, la creación del CORU. Ahí, por supuesto, recibe no sólo la bendición, sino la completa ayuda de la CIA. 

COMO SI LA MENTIRA FUERA UN METODO INFALIBLE

Otto Reich, sin embargo, recurre de nuevo al engaño para llegar a sus objetivos, como si la mentira fuera un método infalible.

Cuenta a los funcionarios del Departamento de Estado que un equipo especial de cubanos se dirige a Venezuela para asesinar a Bosch y que, lógicamente, hay que sacarlo del país tan pronto obtenga su liberación.

Pero los funcionarios —desconfiando, sin dudas, del ex consejero especial para la Diplomacia Pública— siguen denegando la visa.

Reich, entonces, escoge, otra vez, la ilegalidad.

Organiza la salida de la cárcel de su protegido y lo manda directamente a EE.UU., a donde, a su llegada, el 17 de mayo de 1988, es detenido por haber fallado a su liberación condicional.

Para Reich, adepto convencido de toda potencia del engaño, queda ahora obtener una nueva liberación, lo que no debe ser tan difícil... solicitando a la complacencia de George Bush.

Liberar a un criminal de tanta envergadura, a un asesino que ha demostrado con total claridad actuar sin el menor remordimiento sean cuales sean los resultados de sus planes, no es tarea fácil, hasta para el inquilino de la Casa Blanca, aunque fuera el ex Jefe de la Compañía.

El astuto político sabe proteger lo politically correct —lo políticamente correcto.

Liberar a Bosch de la cárcel comporta el riesgo de provocar un escándalo.

Por otro lado, está el peso de la mafia de Miami, la que puede determinar hasta... la Presidencia, como esto se demostrara años después, con su hijo.

En julio de 1990, después de consultas con la CIA y de intervenciones de la congresista Ileana Ros-Lehtinen —siempre disponible para apoyar al terrorismo anticubano, cualesquiera que sean sus consecuencias—, George Bush firma la liberación del pediatra asesino.

En la antecámara está aplaudiendo el lobbyista Otto Reich, el real responsable de esta decisión absurda.

Doce años después, Orlando Bosch, más que nunca, profesa la violencia como solución política y no pierde una oportunidad de soplar, dentro de la camarilla mafiosa de Miami, sobre las llamas del terror.

En agosto del 2001, a tres semanas del criminal atentado de las Torres Gemelas, Orlando Bosch firmaba en el Miami Herald un llamamiento terrorista, junto a los elementos más criminales de la comunidad cubano-americana.

Hace sólo unos días, el responsable de la destrucción de una aeronave civil en pleno vuelo y de la muerte de 73 personas, así como de más de cincuenta atentados, varios mortales, se exhibía una vez más en una tribuna pública, como invitado de honor de 60 grupos y grupúsculos mafiosos reunidos en la sala de la asamblea de los nostálgicos de Playa Girón.

Son esos mismos grupos adeptos del terror los que reclaman histéricamente la liberación de su cárcel panameña del terrorista Luis Posada Carriles y de sus cómplices. ¡Y quienes también celebraron ruidosamente, la semana pasada, el nombramiento oficial, por la Casa Blanca, de Otto Reich como subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental!

Mientras tanto, en las celdas de cinco penitenciarios distintos del territorio norteamericano, cinco patriotas cubanos están cínicamente encerrados, por haber arriesgado sus vidas, luchando para contrarrestar los planes terroristas de Bosch y Posada Carriles. Cuando estos dos terroristas del Eje del Engaño tienen seguro el mejor apoyo al más alto nivel.

 

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