6
de Octubre del 2003
A 27 años del Crimen de Barbados
Asunto pendiente
NICANOR LEÓN COTAYO
El
6 de octubre de 1976 un avión civil cubano donde viajaban 73
personas fue destrozado en pleno vuelo por una acción terrorista,
sus autores son ampliamente conocidos, pero aún no han recibido el
castigo que merecen.
Se trata de Luis Posada
Carriles y Orlando Bosch Ávila, quienes, según importantes
órganos de prensa de Estados Unidos, en 1960 fueron reclutados por
la CIA y luego se dedicaron a cometer hechos violentos, sobre todo
contra Cuba.
Dieciocho días después
del sabotaje de Barbados, el 24 de octubre, The New York Times
identificó a Posada y Bosch como integrantes de grupos que desde
esa década iniciaron ataques contra instalaciones cubanas y de
países vinculados a La Habana.
La carga explosiva fue
colocada en el DC-8 de Cubana de Aviación por dos mercenarios
venezolanos, Hernán Ricardo Losano y Freddy Lugo, el primero de los
cuales trabajaba en una empresa de Posada, en Caracas.
Ambos fueron atrapados
en Trinidad-Tobago y jefes de la policía de ese país declararon
ante periodistas que confesaron estar al servicio de la CIA y haber
puesto los explosivos en el avión.
El 14 de octubre de
1976, el Ministerio de Relaciones Interiores de Venezuela emitió un
comunicado sobre la detención de Posada y Bosch, la localización
de pruebas que vinculaban al primero con los detenidos en
Trinidad-Tobago, así como respecto a "documentación y equipos
relacionados con el caso".
Un día más tarde, en
la despedida de duelo por las víctimas del sabotaje, y luego de
reseñar un conjunto de fuertes evidencias, Fidel señaló que "la
CIA tuvo una participación directa en la destrucción del avión de
Cubana en Barbados".
El entonces secretario
norteamericano de Estado, Henry Kissinger, respondió que el
Gobierno de Estados Unidos "no tiene absolutamente nada que ver" con
la destrucción por medio de explosivos del avión DC-8.
Pero cinco días
después un funcionario de la Embajada de Washington en Venezuela,
Yale Newman, reconoció ante periodistas que desde hacía dos años
existían contactos entre uno de los terroristas que destruyeron la
aeronave cubana y el "asesor legal" de esa Misión.
Eran Hernán Ricardo
Losano, confeso participante en el hecho, y Joe Leo, acusado de ser
el jefe CIA en ese país sudamericano, y cuyo nombre apareció en
una libreta de notas ocupada en Trinidad-Tobago al otro autor
material del suceso, Freddy Lugo.
Debido a las demoledoras
pruebas existentes, a los cuatro involucrados en el crimen de
Barbados se les inició un proceso judicial en Caracas.
El 2 de noviembre de ese
año, la jueza Delia Estava Moreno dictó auto de detención contra
ellos, bajo la acusación de ser autores y coautores del delito de
homicidio calificado (asesinato), así como por fabricación de
armas de guerra y de documentos falsos.
Pero brutales presiones
internas y externas lograron apartar del caso a Estava Moreno, y
después al presidente de la Corte Marcial, general Elio García
Barrios, al cual en 1983 le asesinaron a un hijo y a su chofer
porque trató de sancionar a los culpables.
La CIA y la denominada
Fundación Nacional Cubano Americana, como quedó harto demostrado,
en 1985 "fugaron" a Posada de una prisión de máxima seguridad de
Caracas y más tarde compraron un dictamen judicial para liberar a
Bosch de culpas.
Este último llegó a
Miami en 1989 y de inmediato fue detenido por tratarse de un
terrorista prófugo de la justicia norteamericana, y el 23 de junio
de aquel año el Departamento de Justicia de Estados Unidos circuló
una orden para sacarlo del país.
Sin embargo, lo impidió
una ruidosa campaña desatada a favor de Bosch por la señora Ileana
Ros-Lehtinen, acompañada, entre otros, por el senador Connie Mack y
el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Miami, Agustín Román.
Por aquellos días el
FBI describió a Bosch como el "terrorista número uno de Miami",
pero, no obstante, Ileana proclamó sacarlo en libertad como el
objetivo más importante de su campaña electoral, que dirigía
entonces el actual gobernador de la Florida, Jeb Bush.
En un acto realizado el
16 de agosto de 1989, para recaudar dinero a favor de la madrina
política del terrorista, fungió como orador principal el
presidente de Estados Unidos, George Bush (padre).
Respecto a Posada
Carriles se conoció años antes, al ser capturado en Nicaragua el
asesor militar norteameridano, Eugene Hasenfus, a quien derribaron
su avión cuando hacía llegar pertrechos a bandas de la llamada "contra".
Hasenfus declaró en esa
oportunidad que el mencionado terrorista estaba en El Salvador con
el nombre de Ramón Medina y bajo el mando de uno de los jefes de la
CIA en ese país centroamericano, Félix Rodríguez.
Después añadió, a
manera de pequeña bomba de tiempo, que este último tenía fuertes
relaciones con la Oficina del entonces Vicepresidente Bush. Todo lo
expresado fue reconocido más tarde por el señor Rodríguez.
Respondió el asesor de
Bush para Asuntos de Seguridad Nacional, Donald Gregg: "No creo —afirmó—
que el Vicepresidente supiera que Posada estaba trabajando con
Félix, de manera que ¿para qué vamos a pedir una investigación?".
Un curioso ejemplo de
libertad de expresión tuvo lugar a fines de 1996, cuando el canal
23 de la televisión floridana acogió al dúo Posada-Bosch para que
alabaran sus fechorías y lanzaran nuevas amenazas terroristas
contra Cuba.
Así lo demostraron, a
manera de ejemplo, cuando hace casi tres años el primero de ellos y
un grupo de sus hombres trataron de asesinar a Fidel durante la X
Cumbre Iberoamericana realizada en Panamá, hecho en el que hubiesen
muerto numerosas personas.
Los mismos que lograron
rescatar a Posada Carriles del proceso judicial de Caracas han
movido todos sus recursos para liberarlo del que ha enfrentado en
Panamá, o al menos para disminuir las acusaciones oficiales.
Posada y Bosch, como han
dicho periódicos y revistas de Estados Unidos, son hombres del
hampa política formados por la CIA, y como señaló el primero en
su libro Los Caminos del Guerrero, gente financiada, entre
otros, por la Fundación Nacional Cubano Americana.
Terroristas hasta la
médula, autores de una montaña de actos de ese tipo que incluyeron
el territorio de Estados Unidos, prófugos de la justicia
norteamericana y venezolana, y protegidos, como se indicó
anteriormente, por conocidas figuras de Washington y Miami.
Esto hace recordar, por
contraste, los largos años de cárcel impuestos en Estados Unidos a
cinco heroicos cubanos, Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio y René,
por luchar allí contra el terrorismo.
A 27 años de la
salvajada cometida en Barbados, que llena de vergüenza a la
condición humana, los culpables aún no han sido condenados, ni el
pueblo cubano se ha resignado a aceptar la impunidad, todo lo
contrario.
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