11
de Febrero de 2003
PANAMA
Un terrorista
con muy mala memoria
"No he
violado ninguna ley de Panamá", afirmaba recientemente
Gaspar Jiménez Escobedo en entrevista con la televisión
panameña, pero todo demuestra que este colaborador de la CIA
y de los esbirros de Pinochet ha organizado atentados contra
intereses de ese país en varias ocasiones
POR JEAN-GUY
ALLARD —especial para Granma Internacional—
CON fría
tranquilidad, Gaspar Jiménez Escobedo, encarcelado en Panamá
con su jefe Luis Posada Carriles, afirmaba recientemente, en
una entrevista con la televisión panameña, no haber violado
nunca la más mínima ley de esa nación istmeña. Su
declaración sería ciertamente conmovedora si los archivos de
la historia no mostraran que este personaje, colaborador de la
CIA y de los esbirros fascistas de Pinochet, siempre ha
actuado con el desprecio más grande, no sólo por Panamá,
sino por todo el continente.
Gaspar Jiménez
Escobedo abandonó a Cuba en 1961, después de participar en
la conspiración frustrada del traidor Hubert Matos, y se
asoció de inmediato a la actividad de los segmentos
batistianos más extremistas de la comunidad emigrada de
Miami. Pronto fue reclutado por la CIA y enviado a entrenarse
en el uso de explosivos, al lado de los peores elementos de la
fauna anexionista.
JUNTO A ORLANDO
BOSCH
El 3 de agosto
de 1975, Gaspar Jiménez estuvo involucrado, junto con Aldo
Vera Serafín —ejecutado en 1976 en Puerto Rico—, en el
intento de secuestro contra el entonces embajador cubano en
Argentina, Emilio Aragonés.
Ese mismo año,
Jiménez se suma a una conspiración fracasada para asesinar
al presidente Fidel Castro en ocasión de su primera visita a
Jamaica.
El 30 de abril
de 1976, ejecuta un atentado contra Emilio Milián, director
de la emisora WQBA-AM, quien condenaba el terrorismo en su
programa Habla el Pueblo. Ese día, cuando el locutor
montaba su coche y encendía el motor, una explosión le
arrancó las dos piernas —después de seis meses de
cirugías y rehabilitación, regresó a su puesto, pero pronto
fue despedido por los atemorizados dueños de la emisora.
Nunca Jiménez fue arrestado o acusado en relación con este
cruel atentado, a pesar del testimonio de un ciudadano que lo
observó introduciéndose bajo el carro de Milián, unos
minutos antes de la salida del locutor y de la explosión.
En junio de ese
año, Jiménez se encuentra junto a su mentor, el pediatra
asesino Orlando Bosch, cuando éste crea la Coordinadora de
Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), en el curso de
una reunión secreta sostenida en República Dominicana, a
solicitud del entonces jefe de la CIA, George Bush, con el
propósito de unificar los grupos terroristas anticubanos.
El CORU pronto
multiplicaría los atentados e incluso los asesinatos
políticos a través de toda América Latina, en un frenético
programa de sabotajes y actos terroristas contra Cuba, al que
denominó "La guerra por los caminos del mundo".
Estas acciones se realizaron en estrecha asociación con la
temible policía política del dictador fascista Augusto
Pinochet, la DINA.
En el curso de
esta operación terrorista de gran envergadura, por lo menos
cinco veces fueron atacados objetivos panameños con atentados
organizados directamente por la cúpula conformada por Bosch,
Jiménez, Luis Posada Carriles y demás capos de las
pandillas anticubanas asociadas en CORU.
El 1º de
octubre de 1974, ya se había organizado un atentado, con la
complicidad de Jiménez, contra la embajada de Panamá en
Caracas. El 11 de julio de 1976, Jiménez, en connivencia con
Bosch, ordena un atentado que destruye las oficinas de Air
Panamá en Bogotá, Colombia.
El 18 de agosto
de 1976, CORU lleva a cabo un desastroso atentado en las
oficinas de Cubana de Aviación en Panamá, de acuerdo con un
plan trazado anteriormente por Gaspar Jiménez a solicitud de
Orlando Bosch. Años más tarde, el terrorista se jactaba de
los destrozos causados por la bomba, en presencia de un agente
cubano de la Seguridad del Estado, Pedro Escalona Coruya,
infiltrado en Miami.
DE MERIDA A
BUENOS AIRES
Mientras tanto,
el 23 de julio de 1976, Jiménez había dirigido un funesto
ataque contra el consulado cubano en Mérida, en el estado
mexicano de Quintana Roo, tratando de secuestrar al cónsul
Daniel Ferrer Fernández y ejecutando cobardemente al
funcionario del Instituto Nacional de la Pesca, Artañán
Díaz Díaz.
El terrorista
miamense fue detenido por las autoridades mexicanas, pero
logró fugarse de la cárcel y huir a EE.UU.
El 8 de
septiembre de 1976, Jiménez ordenó el secuestro de dos
custodios de la Embajada cubana en Buenos Aires, Crescencio
Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias. Una operación
llevada a cabo con la complicidad de la DINA chilena y sus
"corresponsales" argentinos.
Los dos hombres
fueron sometidos a crueles torturas hasta ocasionarles la
muerte. Sus cadáveres fueron enterrados primero secretamente
en un cementerio, pero poco después, con el propósito de
eliminar toda evidencia de lo ocurrido, sus cuerpos fueron
exhumados y fundidos en los cimientos de un edificio.
Gaspar Jiménez
confesaría también, más tarde —al mismo agente de la
seguridad cubana, Pedro Escalona—, que había participado
además en la preparación del atentado contra un avión de
Cubana de Aviación que estalló en pleno vuelo, después de
despegar de Barbados, con 73 personas a bordo, de ellas 57
cubanos, incluidos los 24 integrantes del Equipo Juvenil de
Esgrima que acababa de obtener todas las medallas de oro en un
campeonato centroamericano.
En este
período, un informe del FBI sobre las actividades terroristas
antiCastro en los Estados Unidos (Survey of Anti-Castro Cuban
Terrorist Activities in the United States) señala a Gaspar
Jiménez Escobedo como una de las principales figuras del
terrorismo miamense.
Otro documento,
un memorando del Departamento de Justicia, describe al
personaje con "un amplio pasado de actividades
terroristas, principalmente fuera del país".
Sin embargo, a
pesar de la solicitud de la justicia azteca después de su
fuga de México, las autoridades estadounidenses no arrestaron
a Jiménez antes de enero de 1978 para luego extraditarlo, por
fin, en abril 1981.
Condenado por el
crimen de Mérida, fue encarcelado en la prisión de Chetumal,
en el estado de Quintana Roo, pero la mafia miamense,
comprando a funcionarios, obtiene su liberación después de
sólo 27 meses de detención, en mayo de 1983 —¡a pesar de
la gravedad de sus crímenes y de su fuga!
EMPLEADO DE
ALBERTO HERNANDEZ
Jiménez se
incorpora a la dirección de la Fundación Nacional
Cubano-Americana (FNCA), donde comparte tareas de
organización de actividades terroristas, manteniendo
relaciones estrechas con Luis Posada Carriles. Trabaja con
Alberto Hernández, entonces dirigente de la FNCA, propietario
de varios consultorios médicos, quien le encarga la seguridad
de sus instalaciones, pero también alienta y provee
financiamiento para operaciones terroristas.
Desde su
residencia de la Avenida Almeira, número 28, en Miami,
prosigue impunemente sus múltiples actividades criminales,
sin intervención ninguna de las autoridades judiciales,
especialmente con sus amigos Pedro Remón y Guillermo Novo
Sampoll, quienes comparten hoy su suerte en la cárcel
panameña de El Renacer.
El 5 de
noviembre de 1987, su viejo socio Orlando Bosch pudo salir
incólume de su cárcel venezolana y se benefició del perdón
presidencial de George Bush. A partir de entonces, el pediatra
asesino pudo también proseguir libremente en esa ciudad,
verdadera "zona franca" del terrorismo, sus acciones
de aliento y apoyo al mismo.
MACABRA OBSESION
Durante todos
estos años, Jiménez ha tenido una macabra obsesión por
ejecutar al Presidente cubano, una actividad mercenaria que se
convirtió en un negocio lucrativo.
En 1991,
Jiménez y sus cómplices idearon un frustrado ataque con un
cohete tierra-aire al avión que utilizó Fidel Castro durante
la Primera Cumbre Iberoamericana en 1991, celebrada en
México.
A finales de
1993, Jiménez participó en los preparativos de otro plan
(también fracasado) para atentar contra el Presidente cubano
en ocasión de la toma de posesión del mandatario hondureño
Carlos Roberto Reina.
Reincide en
1994, en ocasión de la Cuarta Cumbre Iberoamericana de
Cartagena de Indias, Colombia. Junto a Posada Carriles,
introduce en el perímetro de la cita de mandatarios un fusil
Barret calibre 50. Nuevo fracaso. Los dos veteranos
conspiradores se quedan paralizados por las fuertes medidas de
seguridad existentes.
En 1997 y 1998
también Jiménez se encuentra involucrado en planes de
atentados contra la vida de Fidel Castro, en ocasión de sus
visitas a Venezuela y República Dominicana.
Desarrolla su
actividad criminal en compañía de su jefe de pandilla
preferido, el septuagenario Posada Carriles, y el
financiamiento reunido por su patrocinador de la FNCA, Alberto
Hernández.
Es este mismo
Posada Carriles, quien lo instó a seguirle a Panamá, en
noviembre del 2000, para el fatídico intento de asesinato de
Fidel, que hubiera podido traducirse en una verdadera masacre
de estudiantes, profesores, obreros e indígenas panameños.
IMPRESIONANTE
CURRICULUM
Impresionante
currículum para el terrorista miamense que no ha violado
ninguna ley de Panamá…, pero ha pisoteado su soberanía sin
escrúpulo ninguno, mientras mandaba a sus mercenarios a
cometer sus crímenes tanto en el país istmeño como en toda
Centroamérica y en numerosas otras naciones del continente,
incluso en Estados Unidos y Cuba.
Sin embargo,
aunque Gaspar Jiménez tenga mala memoria, sus crímenes
terroristas, cometidos durante cuatro décadas a partir de
Miami, su lugar de residencia, demuestran cómo existió y
continúa existiendo una total tolerancia e impunidad hacia el
terror en el Sur de Florida.
Y explican por
qué Cinco jóvenes cubanos, ahora encarcelados por las
autoridades norteamericanas, tuvieron que arriesgar sus vidas
para contribuir a contrarrestar los planes de individuos que,
como él, tienen las manos manchadas de la sangre de
inocentes.
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