25
de Junio del 2003
Justicia en Miami
ORLANDO ORAMAS LEÓN
¿Qué harían los Estados
Unidos si Osama bin Laden se paseara con toda impunidad por las
calles de La Habana y declarara con gran desparpajo a la prensa que
echaría mano a cualquier recurso, incluida la violencia, para
derrocar al Gobierno de ese país?
A todas luces se trata
de una situación disparatada, algo imposible siquiera en la mente
de un guionista hollywoodense de ciencia ficción.
Sin embargo, la trama se
convierte en realidad con un cambio de protagonista y de locación.
Orlando Bosch, reconocido en su momento por la justicia
norteamericana como un peligro para la seguridad pública y
comprobada su participación en numerosos actos criminales, camina
seguro por las calles de Miami, con su bien ganada reputación de
padrino del terrorismo contra Cuba.
¿Vale la comparación?
En 1976 el Senado
norteamericano realizó audiencias sobre lo que llamó Terrorismo en
el área de Miami. Un oficial del FBI en el condado de Dade,
testificó sobre la violencia y criminalidad de la
contrarrevolución cubana, "cuyo odio hacia el Presidente Castro y
al comunismo le ha llevado a involucrarse en acciones extralegales y
a violar las leyes del país que le dio refugio".
Para entonces ya Orlando
Bosch preparaba en la ciudad floridana la voladura del avión de
Cubana de Aviación, derribado en octubre de ese año con 73
personas a bordo frente a las costas de Barbados. ¿Todos eran
esbirros?, así calificó a jóvenes deportistas, trabajadores y
tripulantes cubanos, además de otros extranjeros.
A Miami, de donde
partió un día el asesino a concretar el horror, regresó Bosch
confiado en que la mafia contrarrevolucionaria, y los compromisos
sellados con sectores del poder en Estados Unidos, le otorgarían el
salvoconducto del cual aún disfruta.
No es para menos. No se
sorprendió la audiencia del periódico floridano Sun-Sentinel aquel
día en que el rotativo publicó la entrevista a Rodolfo Frómeta,
cabecilla del grupo terrorista Comandos F-4, que tiene a su haber
ataques a instalaciones civiles de la Isla.
Según el Sun, estas
actividades no parecen estar en el ámbito de preocupación de las
autoridades judiciales estadounidenses. Judy Orihuela, portavoz de
la oficina del FBI en Miami, interrogada por ese diario sobre un
supuesto ataque contra Cuba anunciado por el grupo paramilitar,
aseveró sin rubor que ello no constituye prioridad para el Buró.
El propio Frómeta es
citado después por The Wall Street Journal junto a un capital
golpista venezolano, en pública presentación de una junta cívico
militar que, otra vez, desde Miami, se propone "derrocar a los
presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez".
¿Qué no puede ocurrir
en Miami, adonde el propio Presidente de Estados Unidos acudió en
mayo del 2002 para agradecer, con nuevas amenazas y acciones
punitivas contra Cuba, la chambelona electoral que lo catapultó a
la Casa Blanca?
Allí, donde hay jueces
comprados por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), cuyos
favores y compromisos dictaron los fallos que intentaron dar un
sello legal al secuestro de Elián. Que lo diga el señor James
Lawrence King, quien más que un juez federal se ha convertido en
abogado de las organizaciones contrarrevolucionarias. Lo mismo
libera a terroristas, dispone la incautación de fondos del Estado
cubano, que ordena la subasta de aviones civiles secuestrados.
TERRORISMO CONTRA LA
CULTURA
En este clima enrarecido
no escapa ni la cultura. Solo algunos ejemplos de los últimos
años: El Festival Internacional de Cine de Miami fue penalizado
por violar el mandamiento de la alcaldía del condado de Dade (Gran
Miami) que prohíbe la presentación de artistas cubanos. ¿Razón?
La anunciada presentación de la película La vida es silbar... Una
presentación de Compay Segundo resultó abortada por una amenaza de
bomba... El Pavo Real, cuadro de Manuel Mendive, fue consumido
por las nuevas fogatas de libros hitlerianas, solo que el
incinerador neofacista resultó ser un ex miembro de la brigada
mercenaria 2506, léase Playa Girón.
El Mercado de la Música
Latinoamericana y Caribeña (MIDEM), especie de feria comercial
musical, debió marcharse de la ciudad en protesta por la exclusión
de los artistas de la Isla... En plena época del secuestro de
Elián, la gala anual de los Grammy Latinos debió ser suspendida
por la intolerancia hacia los músicos cubanos... Antes aún, Zafiros,
locura azul, aquel filme musical, fue tildado de comunista por
un grupo de vociferantes que pretendían interrumpir su
presentación en un cine miamense..."Esto ha crecido hasta
transformarse en un gorila de mil libras", apuntaba con amargura
Susan Guber, del Consejo de Artes, quien también fue acusada de "comunista"
por las emisoras de la contra.
El espacio no me alcanza
para añadir otros tantos hechos que ilustran la atmósfera de
Miami, atizada en grado máximo por el odio y la manipulación
mediática durante el juicio que dictó sentencias de revancha
política contra Gerardo, René, Ramón, Antonio y Fernando.
"Miami
estaba organizado para culpar a los Cinco". La opinión es de la
abogada Linda Backiel, quien apoya a su colega Leonard Weinglass, en
el proceso de apelación de Tony.
En una reciente
entrevista concedida a un periodista cubano, la Backiel refirió los
esfuerzos del Gobierno norteamericano para manipular a los miembros
del Jurado e imponer una sede como Miami, donde un grupo de mafiosos
ejerce el poder económico y político, mediante la fuerza y el
terrorismo.
No era de extrañar
entonces que durante el proceso de selección no pocos de los
entrevistados por la jueza Lenard expresaran temor por su vida, si
de ser elegidos emitieran un veredicto diferente al esperado por la
extrema derecha de origen cubano.
Los Cinco Cubanos que
luchaban contra el terrorismo fueron juzgados en medio de un clima
de terror y todo un andamiaje preparado de antemano para culparlos.
Ello forma parte de los argumentos que sustentan la demanda para un
nuevo juicio. Responde además la pregunta de: ¿Justicia en Miami?
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