14
de Octubre del 2003
La lucha por los Cinco es estratégica en la salvación de todas las víctimas de la represión imperial
Afirma Carmelo Suárez Cabrera, secretario general del Partido Comunista de los Pueblos de España
ROSA MÍRIAM ELIZALDE
GRAN
CANARIAS, España.—Por error de un policía, Carmelo Suárez
Cabrera, secretario general del Partido Comunista de los Pueblos de
España, supo que poseía una ficha política en los archivos
militares del Gobierno de Aznar, lo cual supone un delito en el
Estado español. Él había sido apresado e iba a ser sometido a
juicio por su activa participación en las manifestaciones frente a
las costas de Fuerteventura, cuando hace poco más de un año
decenas de ballenas fueron a morir allí debido al ruido y las
descargas sónicas de los equipos de la OTAN varados en la base
militar de la zona. Su expediente fue archivado y él puesto en
libertad cuando denunció el hecho: "Lo hicieron por temor a
que trascendiera públicamente, pero no dudes de que este país vive
un estado policiaco", dice Carmelo, arquitecto de profesión,
con quien converso en su oficina de Las Palmas.
¿Qué expresión
concreta tiene el neofranquismo en la vida de Canarias?
—En
Canarias, las familias burguesas que fueron promotoras del golpe y
que además ejercieron la represión durante la dictadura, siguen
viviendo una vida de total impunidad. Te hablo de familias que
formaron la Brigada del Amanecer. Se llamaba así porque salían de
madrugada, sacaban a la gente de sus casas y la tiraban a la marea o
a los pozos de agua, que son aquí muy profundos, de más de cien
metros de profundidad.
En Canarias la
burguesía nunca ha hecho un mínimo proceso de modernización, como
cualquier burguesía inteligente pudiera hacer. Es muy dependiente,
muy comisionista, ligada a las actividades portuarias, sin el afán
de producir, sino de cobrar comisiones. Ese tipo de burguesía
parasitaria es la que se reinstala como resultado de ese proceso.
Aquí se da una
experiencia muy singular: la alianza de las fuerzas populares y
nacionalistas de la izquierda, que consigue una influencia política
importante: se hace con la Alcaldía de Las Palmas y consigue un
diputado en las Cortes en Madrid. Se produce en ese momento una
explosión popular, con un entusiasmo extraordinario y niveles
organizativos tremendamente importantes. Eso consolida en todos los
barrios y pueblo un respaldo político tremendamente fuerte. Tal
experiencia es producto de las luchas contra la dictadura y otros
procesos en Canarias. La burguesía se lanzó con acciones de mucho
calado para derrocar ese proceso. Pero antes de que consiguieran
derrotar ese proyecto, esta región consigue una victoria en el
Referendo de la OTAN, el 12 de marzo de 1986, durante el Gobierno de
Felipe González. En Canarias, gana el NO ante la pregunta de si
España debía entrar o no a la Organización del Atlántico Norte.
¿Cómo logran
derrotar al pueblo canario?
—La
experiencia de la unión del pueblo canario, del referendo, de
ciertas victorias en políticas laborales durante el Gobierno de
Felipe González, pusieron en alerta a esa burguesía. Ahí se
trazó una estrategia muy fuerte, que acabó concretándose en las
últimas elecciones, en las que esa derecha neofranquista vuelve a
tomar el poder. Ahora mismo, en Canarias, la derecha tiene el
control absoluto en los ayuntamientos principales, en el Parlamento
de Canarias, en las cajas de ahorro —instrumento financiero
fundamental en nuestra economía— y en los puertos.
De modo que, a treinta
años de la muerte de Franco, se ha consolidado la derrota de las
fuerzas populares que se fortalecieron a finales de la Guerra Civil.
Se ha consolidado el poder burgués más reaccionario y más
conservador que ha existido en la historia de este país, y que fue
un elemento fundamental en el apoyo a la dictadura de Franco. Esa es
la realidad actual.
¿Cómo explica la
obsesión con Cuba del Gobierno de Aznar, que lo ha llevado a
incorporar a la Isla como tema de política nacional?
—La
política de Aznar está subordinada al imperialismo norteamericano.
Todo lo que sea línea política del Gobierno norteamericano, Aznar
lo repite como una auténtica cotorra...
No, por favor, no
ofendamos al pobre animal. Digamos que como un karaoke...
—Sí,
como un karaoke. Desde el punto de vista español, Aznar vive con
muchas contradicciones ese proceso, porque hay un empresariado
español que ha invertido en los últimos años en Cuba de manera
significativa, y quiere tener buenas relaciones con la Isla.
Debería producirse una política de aproximación y, sin embargo,
Aznar tiene una política interior que va en dirección contraria,
una especie de "franquismo sociológico" que involucra a
Cuba. Por ejemplo, Aznar ha incorporado cada vez más en los
discursos de los últimos tres años una expresión que aquí se
dejó de usar: "comunista", con un sentido peyorativo.
Todo lo referente a los comunistas, a la izquierda para él es una
desgracia, y por tanto, ha insistido en un lenguaje típico de la
Guerra Fría, llamando la atención sobre el "fantasma del
comunismo". Ese lenguaje lo aplica a Cuba también para
legitimarse ante su base social neofranquista, que es hoy el
electorado fundamental de Aznar.
Es lo mismo que utiliza
ante el problema de la unidad nacional, frente a Euskadi.
"Defender la unidad de la patria" era también una de las
consignas fundamentales de Franco. Este hombre agarra ese tema
también, y demoniza todo lo vasco, para aplastar cualquier
pronunciamiento de cambios en los estatutos de las autonomías. Se
está dirigiendo a esa base social que quiere mantener cautiva para
mantener su voto. Hay un discurso de la posición de centro del
Partido Popular (PP) que tanto él repitió en algún momento, eso
está definitivamente abandonado. Por tanto ahí Cuba le viene muy
bien: que es una referente comunista, una amenaza, un peligro... Él
trabaja y alimenta eso. Su cerrazón política lo hace enfrentar de
esta manera el tema de Cuba.
Va más allá. Es el
incitador de esa resolución de la Unión Europea en la que se
establece disminuir el intercambio cultural entre los pueblos de
Europa y Cuba. ¿Se podrá cortar el lazo que une a Cuba con Islas
Canarias?
—No,
es imposible. Aquí, incluso el Gobierno canario de derechas, hace
solidaridad con Cuba porque sabe que eso le da rendimiento
político. No hay Gobierno canario que pueda enfrentarse con Cuba.
Si en años anteriores el Gobierno canario ha entregado una serie de
aportaciones a la solidaridad cubana, no es por una convicción
propia de esas instituciones, sino porque saben que hay un pueblo
detrás que ve bien que se apoye la lucha del pueblo cubano. En la
Península es distinta esta relación. La gran mayoría de los
canarios está con Cuba.
Por ejemplo, me ha
ocurrido que he tenido el coche aparcado con un cartel de
solidaridad con Cuba, y por la mañana he encontrado un paquete con
medicamentos y cosas para ser enviado a Cuba en nombre de la
solidaridad. Ese elemento sociopolítico opera en las instituciones,
y es por eso que nunca se va a cerrar porque en este pueblo hay
mucha receptividad y empatía con el pueblo cubano.
¿De dónde viene el
vínculo con Cuba del Partido Comunista de los Pueblos de España?
—El
vínculo del Partido con Cuba parte esencialmente del siguiente
análisis: nuestra organización no se vio afectada de manera
significativa por el proceso de derrumbe del Este, porque nosotros
no nos mirábamos en ningún modelo en particular. Siempre hemos
querido construir el comunismo en nuestro país sobre la base de
nuestra propia realidad.
Cuando se produce toda
esa situación nosotros entendemos que hay determinadas luchas que
son fundamentales, y que debemos mantener desde el punto de vista de
lo que llamamos una política de resistencia. Cuando el acoso era
total y absoluto, sobre todo en las organizaciones comunistas
occidentales, nos colocaban en los editoriales de los periódicos un
mensaje claro: "Eso se cayó, así que ahora ustedes
disuélvanse".
Comprendimos que se
abría una etapa difícil de la lucha ideológica, muy desventajosa
para nosotros, pero que había que resistir. Definimos una etapa de
resistencia que significaba esencialmente mantener la arquitectura
organizativa del Partido, trabajar sobre la definición del proyecto
político desde el punto de vista del análisis de las cosas que
habían pasado y decíamos siempre que habíamos cavado una profunda
trinchera de la cual nosotros siempre íbamos a salir hacia
adelante.
En esa situación
nosotros entendimos que Cuba representaba un proyecto de
construcción del socialismo que, por sus características y
peculiaridades, por su grado de autonomía era un elemento altamente
valioso desde el punto de vista de la lucha ideológica.
Lógicamente, los logros de la Revolución, la cercanía al centro
del imperio eran definitorios. Por tanto, nosotros decidimos que
había que apoyar a Cuba.
¿Y su apoyo personal
a la Isla?
—Muchos
estábamos montados en la plataforma de solidaridad con Cuba y nunca
habíamos ido a Cuba, pero nuestra voluntad de apoyo era absoluta.
En mi caso personal un día me tocó ir y fui a Cuba a trabajar. Me
bajé del avión, me la pasé en reuniones y después regresé.
Mucha gente me dijo que no había aprovechado nada en Cuba, que solo
trabajé, y les dije que yo no tenía que demostrarles nada a los
cubanos, que ellos ya habían demostrado después de estos años de
lucha y resistencia que son capaces de cumplir sus propios
proyectos. Respeto mucho lo que han hecho y no se me ocurre ir a
decirles a los cubanos cómo tienen que hacer las cosas.
Mi relación con Cuba es
desde el punto de vista de las convicciones políticas. Luego hay
ciertas características de los canarios y los cubanos que nos unen
mucho: la visión de la vida, determinada visión de las relaciones
interpersonales, de la calidad humana. Eso lo reivindicamos como
patrimonio común.
El Partido fue uno de
los primeros en España que asumió como propia la lucha por la
liberación de los Cinco Cubanos Prisioneros en Estados Unidos.
¿Por qué?
—A
nivel de Partido nos hemos propuesto una campaña que involucre a
todo el Estado español. Es un compromiso que tenemos. Nuestra
experiencia, aquí en Canarias se conoce el tema, en los grupos de
solidaridad y más allá de la solidaridad, pero no estamos
satisfechos del trabajo que hemos hecho. Queremos que adquiera una
dimensión mayor de la que tiene. La lucha por los Cinco se
corresponde con una visión que no circunscribe a la solidaridad con
Cuba, sino con la solidaridad internacional con las víctimas del
terrorismo y con las víctimas de la lucha política contra el
imperialismo. Cada vez aumentan más las cifras de presos políticos
del imperialismo, y de eso no se habla.
Hace años el
capitalismo entró en la fase de agotamiento de su etapa
democrática formal y que, con la caída del Este, la dictadura del
capital, aparece en su expresión más descarnada. Se despoja del
disfraz de la democracia burguesa, para adquirir formas cada vez
más autoritarias y policiacas.
En el caso de la
Revolución cubana, esas sentencias desmedidas, esas violaciones
tremendas contra los Cinco Prisioneros Políticos, expresan una
voluntad de chantaje a esa Revolución, que trasciende más allá de
lo que pueden hacer contra otros presos políticos en otros lugares
e, incluso, en los mismos Estados Unidos. Precisamente el
silenciamiento de este tema en ese país y aquí en España, expresa
el grado de violencia de la lucha ideológica de hoy. Recurren a la
mentira sistemática y a la deformación de las noticias para tratar
de mantener su hegemonía ideológica. Por tanto, es prioridad para
nosotros intentar romper el muro del silencio en torno a los Cinco,
que es el mismo que tratan de imponer en torno a Cuba.
En la cultura de los
revolucionarios, el compromiso con los reprimidos por sus ideas
políticas —por sus verdaderas ideas políticas, repito— es un
elemento vital en la estrategia de lucha. Quienes sufren en la
represión, porque han estado en el sitio en que se les necesitó y
porque hicieron una determinada tarea en bien de una causa común,
tienen que recibir todo el apoyo posible de cada revolucionario. Es
muy evidente para todos nosotros que a medida que se gane en la
lucha de los Cinco, también en Canarias nosotros estaremos ganando
en la lucha contra la represión.
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