"Después
de mucha meditación, hemos decidido revelar las historias de muchos
jóvenes y la brutalidad del sistema de apartheid impuesta a los estudiantes
sudafricanos de la enseñanza media, durante la década de los 80".
Así respondió Chris Matlhako, ex preso político sudafricano, a la
solicitud de Trabajadores, de conocer su conexión con los cinco cubanos
injustamente encarcelados en Estados Unidos.
"Mi historia, como la de muchos compañeros en esa época, está
estrechamente vinculada al esfuerzo por la liberación nacional. Muchos
estudiantes de la enseñanza media nos involucramos en la política después
de la declaración del Congreso Nacional Africano en el exilio y a sus
exhortaciones: ¡Hagan el apartheid inoperante y hagan el apartheid de
Sudáfrica ingobernable! Protesten en las calles y boicotéenlos.
Chris cuenta que muchos jóvenes fueron arrestados. Él fue detenido en
abril de 1985: "Nos mantuvieron en confinamiento solitario por 14
días, medio desnudos. Nos torturaron brutalmente: las piernas atadas a la
silla y la cabeza cubierta con una bolsa negra, para después ponernos
encima de una mesa y aplicar electricidad en las partes más íntimas.
"El objetivo era que hiciéramos confesiones de que el ala militar
del Congreso Nacional Africano —MKhonto we Sizwe (MK)— estaba trabajando
con nosotros y que nos proporcionaban armas y bombas para matar a la gente
blanca.
"Durante este tiempo las visitas eran sólo para los miembros de la
familia, con un permiso especial del Gobierno.
"Todos teníamos entre 16 y 17 años de edad, y aun sin experiencia
militar éramos tratados como una amenaza para la seguridad nacional.
Nuestras fotos fueron ubicadas en todas las estaciones de policía.
El secretario general de la Brigada de Solidaridad Cuba—Sudáfrica,
quien visitó recientemente la Isla, relató que el Congreso de Estudiantes
Sudafricanos (COSAS) estaba prohibido. Para el 20 de agosto de 1985 se
declaró un estado de emergencia, "todos fuimos liberados para ir
a juicio, pero se extendió tanto en el tiempo el inicio del proceso
judicial, que nuevamente fuimos arrestados. Allí compartimos celdas con
asesinos comunes durante 14 meses, sin seguir el debido proceso.
"La prisión fue un mecanismo brutal que buscaba eliminar nuestra
integridad. Nuestras familias ni siquiera sabían dónde nos encontrábamos,
si estábamos vivos o muertos. Podían, incluso, matarte si no hacías una
confesión, o implicarte en otros actos de terror. Este era un buen pretexto
para que los policías hicieran cumplir las leyes con sus propias manos;
podían explicar que usted se había suicidado o caído tratando de escapar.
Para Matlhako la década de los 80, caracterizada por importantes boicots
de estudiantes y movilizaciones de masas, "representó el empuje final
para lograr que los racistas sudafricanos pusieran en libertad a Nelson
Mandela y a sus compañeros de prisión.
"Muchos estudiantes y gente joven perdieron sus vidas durante este
período, como resultado de la brutalidad policial. Algunos de nuestros
compañeros tuvieron que marchar al exilio para evadir los arrestos y desde
el exterior colaborar con el Congreso Nacional Africano.
En sus confesiones Chris Matlhako recurrió al pensamiento de Che
Guevara, y repitió una de sus frases inmortales: ‘Si usted tiembla con
indignación ante cualquier injusticia humana, entonces usted es mi
compañero’.
Las palabras del joven sudafricano se quiebran con el recuerdo: "Mi
madre, sola con mis tres hermanos, apenas pudo visitarme en prisión. El
sistema carcelario del apartheid era muy deshumanizado. Por eso,
sentimos como nuestro el dolor de los cinco antiterroristas cubanos presos
en Estados Unidos; y de sus esposas, madres e hijos. Hay mucha similitud
entre ellos y nosotros: detenciones arbitrarias, violaciones de los derechos
humanos, injusticia y motivos políticos.
"Nos identificamos con el sufrimiento del confinamiento en solitario
y por la separación de los Cinco en diferentes instalaciones. Esta es una
estrategia que aplican para quebrar su resistencia.
"Estamos asombrados de la fuerza y claridad políticas de los
miembros de estas familias para tratar, por todos los medios, de que los
derechos humanos de sus esposos e hijos sean respetados y que se les trate
adecuadamente hasta su excarcelación. Siento su dolor en mi propia carne.
"Cuando un régimen está desesperado –afirma— emplea medidas
desesperadas para oprimir al pueblo, pero la verdad, al igual que el
amanecer del sol temprano, es inevitable y deberá avanzar y triunfar".