13
de
Agosto de 2002
En su
cumpleaños 46, este 13 de agosto
Vuelo entre
rejas: la otra maestría del piloto René González
ADOLFO SILVA
SILVA
Servicio Especial de la AIN
El piloto René
González Sehwerert despega cada día desde su celda en
Pennsylvania. Es el vuelo diario que con la mente y el corazón
realiza un hombre libre, un hombre libre entre rejas. Así se
va del encierro, con su voluntad y perseverancia, René González,
uno de los Cinco Cubanos injustamente presos en los
Estados Unidos por prevenir, desde ese país, acciones
terroristas contra la Isla.
René atraviesa
los avatares de la cárcel como si neutralizara el riesgo de
caída de su avión a causa de una tormenta.
Él demostró
ser buen aviador e instructor de vuelos. Dejó esa huella en
un club de deportes aéreos de San Nicolás de Bari, en la
provincia de La Habana.
Y en la prisión
navega con su nueva maestría de piloto: la de un hombre que
en la travesía de la dignidad no cree en estrellamientos ni
los permite.
Roberto González,
su hermano, exponía recientemente en una entrevista que René
da la impresión de no sentirse preso y, por el contrario, de
estar en libertad.
En una de las anécdotas
de sus visitas al Centro Federal de Detención de Miami,
Roberto evocó que al comentar con René la cercanía de la cárcel
al aeropuerto de esa sureña ciudad, le preguntó:
"¿Cómo tú
te sientes cuando (...) miras por la ventana y ves tantos
aviones? Y él me dijo: 'Chico, yo no miro por la ventana. A mí
eso de allá afuera no me interesa. Este es mi mundo. Este es
mi medio y aquí vivo yo. Para mí, la ventana no
existe'."
Es un ejercicio
estoico y singular de dominio de las adversidades y de reducir
al mínimo las necesidades. Así, por ejemplo, si le hubieran
clausurado la ventana para castigarlo, como para él era
irreal ese orificio quedaba nulo el intento de suprimirle un
disfrute de sus sentidos.
En una carta
remitida el 7 de noviembre de 1999 a Roberto, René entonó,
en un poema suyo, el himno de su coraza anticarcelaria.
Tozudo, irónico
y demoledor, el texto proclama en la penúltima de las
estrofas:
"Carcelero,
no hace huella en mi alma tu tormento que por mucho que
agudices no habrá cicatrices."
Sus tajos
colosales con la palabra también han quedado, entre otros
testimonios, en su diario del juicio oral en el cual él y
cuatro compañeros fueron condenados en una extemporánea
Inquisición. Enviado con 15 años de alevosa reclusión a una
penintenciaría de Pennsylvania, corre diariamente 10 kilómetros,
lee de forma voraz, escribe mucho y no le alcanza el tiempo
para contestar tantas cartas, portadoras, desde diversos países,
de una solidaridad con viento huracanado.
Este 13 de
agosto cumplirá 46 años de edad, será su cuarto cumpleaños
en la cárcel. Pero aún entre rejas, tendrá razones para
ignorar la injusticia y, eufórico, festejar la fecha, que con
su familia y amigos también celebrarán millones de cubanos,
orgullosos de sentirse sus coterráneos.
...Y no pierde
el optimismo, la voluntad, el humor, ni la perseverancia, la
persistencia y la nobleza, ni otras tantas virtudes con las
cuales el sábado 8 de diciembre de 1990 regresó a los
Estados Unidos, su tierra natal, desde donde en la infancia
los padres, emigrados cubanos, lo trajeron a residir a la
Isla.
Aquel 8 de
diciembre René González Sehwerert hizo el aterrizaje más
crucial de su vida. |