|
14 de junio del 2006
Reconstruiremos los sueños y anhelos que hicimos esperar
LOURDES PÉREZ NAVARRO
lourdes.p@granma.cip.cu
La
llamada, aquel 14 de febrero del 2002, la sorprendió. Elizabeth
Palmeiro y Ramón Labañino no habían tenido comunicación desde que él
fuera trasladado, a finales de enero, del Centro Federal de
Detención de Miami a la cárcel de Beaumont, donde aún permanece.
Instante
de la foto: el único que Ramón y Elizabeth pueden aprovechar para
darse el ansiado abrazo.
La vuelta al "hueco", al entrar en esta prisión del estado de
Texas, los mantuvo sin contacto alguno. Otro cruel castigo se sumaba
a los recibidos durante el amañado y politizado proceso que el
gobierno estadounidense intenta prolongar indefinidamente para
contentar a la mafia cubanoamericana de Miami.
…En los momentos más difíciles, en la soledad más extrema, cuando
extrañábamos hasta la voz de un ser humano (y teníamos hasta el
temor de perder la comunicación, añorábamos incluso oír alguna
palabra, en cualquier idioma de alguna persona), siempre, siempre
estuviste presente, tú, tu sonrisa y nuestra increíble historia de
amor…También estaba mi madre. Estaban todos, mis hijas, mis seres
queridos, mis amigos, y en lugar cimero esa madre primera a la que
todos nos debemos: mi patria. (1)
Cómo describir la alegría al escuchar su voz; esta emoción vino a
unirse a otra anterior, cuando recibí una "carta de amor desde el
destierro", como él la llamó, cuenta Elizabeth en la salita de su
apartamento en El Vedado, rodeada por las hijas de ambos, Laura y
Lizbeth, y por la presencia —aunque en imágenes— de Ramón.
En esa oportunidad, rememora Elizabeth, me contó que lo mantenían
en una celda donde apenas podía caminar, sucia y deplorable, bajo el
sistema de seguridad más rígido.
No era la primera vez; en similares condiciones lo habían tenido
durante 17 meses a partir de su detención, en septiembre de 1998.
 Elizabeth
conversa con sus hijas Lizbeth y Laura en
el hogar donde, aunque físicamente lejos, también está presente
Ramón.
Tampoco sería la última. En febrero del 2003, justo un mes antes
de presentarse la apelación en la Corte del Onceno Circuito de
Atlanta, Ramón fue conducido nuevamente al "hueco" (también Gerardo,
René, Fernando y Antonio, en sus respectivas prisiones, por órdenes
de Washington). Otra maniobra de la Fiscalía para obstaculizar el
proceso y dificultar la preparación de la defensa. Ni papel ni
lápiz, ni llamadas telefónicas, apenas vestidos con ropa interior.
Solo las presiones del movimiento de solidaridad internacional
lograron sacarlos de allí.
Después de una semana en el "hueco", recuerda Elizabeth, el 19 de
febrero de 2002 lo sacan a ver el sol por primera vez luego de casi
tres años y medio detenido. Me dijo entonces: "estoy llenándome los
pulmones de aire puro".
Nada quebranta su voluntad. Un par de meses antes, el 13 de
diciembre de 2001, al esgrimir su alegato de defensa ante la Corte
de Miami, Ramón Labañino denunciaba los actos terroristas que desde
Estados Unidos se han planificado y ejecutado contra Cuba por casi
cinco décadas. "¡Este ha sido un juicio político; y como tal,
nosotros somos prisioneros políticos! ¡Aquí está toda la evidencia;
y aquí está escrita la historia: ella será la que nos haga verdadera
justicia!", dijo entonces.
Ahora ustedes pueden entender por qué papá no pudo estar más
tiempo a su lado, ni vivir tantos momentos felices y alegres que
viven todos los papás con sus hijos. Por eso, les pido disculpas.
Por
eso, por mis ausencias, porque no pude estar al lado de mamá durante
el embarazo, porque no pude verlas nacer, porque no pude estar allí
cuando ustedes abrieron sus preciosos ojitos por primera vez en la
vida, porque no pude cambiarles pañales, ni ayudarlas en sus
primeros pasitos, ni limpiarles sus "pipis" y sus "cacas", ni ver su
primera sonrisa, ni escuchar su primera palabra, no oír sus primeros
"papá" o "mamá", ni el primer "te quiero", ni pude cuidarlas cuando
enfermaban, ni jugar a cuanto juego disfrutan los padres con sus
niñitos, ni siquiera enseñarles las primeras vocales, o leerles el
primer libro, e incluso al hecho de que hoy mi más pequeñuela apenas
me conoce…Pero sepan que hube de marchar por el amor a ustedes y a
todos. (2)
Ahora
que "pueden entender por qué papá no pudo estar más tiempo a su
lado", Ailí, la hija mayor de Labañino,
reclama se haga justicia en el politizado proceso contra los Cinco.
En los más de ocho años que ya dura el encierro, la esposa y las
hijas de Ramón, incluida Ailí, su hija mayor, de un matrimonio
anterior, solo lo han podido visitar en contadas ocasiones.
Pasamos un vía crucis para poder acceder a la visa —los dichosos
que hemos podido lograrla, pues a otros familiares de los Cinco
reiteradamente se las niegan—, comenta Elizabeth. "Cuando logramos
el encuentro es lo máximo, aunque lo que se nos ofrece son migajas.
"Una visita a una prisión de los Estados Unidos no es nada
enriquecedor. Transcurre en un lugar herméticamente cerrado, rodeado
de cámaras. Ramón no puede acariciar ni abrazar a las niñas cuando
quiere; solo permiten un beso al llegar, otro al salir.
"El instante de las fotos es prácticamente el único posible para
aproximarnos, es el momento de abrazarlo, tocar sus manos…El resto
del tiempo permanecemos sentados, conversando. No podemos entrar
alimentos, tampoco lápiz, papel, fotos…ni siquiera los dibujos que
las niñas quieren llevarle para mostrarle cómo progresan.
Sean fuertes, muy fuertes para vencer siempre con una sonrisa en
los labios cada tarea que enfrenten en la vida. Por mí no teman,
estoy bien y soy fuerte, mucho más ahora que me acompañan ustedes,
todo mi pueblo y la dignidad del mundo. (3)
Él asume la separación como parte de su misión, señala Elizabeth.
Tomó el camino de sacrificar muchos sueños y planes para cumplir con
su deber con la Patria. Me lo explicó un día, y como su compañera
asumí mi parte de responsabilidad; no pude menos que crecerme y
darle lo más preciado: sus hijas.
"Desde su posición hace todo lo posible por mantenerse al tanto
de sus cosas, de sus estudios…Para ellas la separación es difícil,
pero con amor, con cariño, y sobre todo hablándoles mucho, tratamos
de que todo transcurra lo más normal posible, como si él nunca
hubiera estado ausente de esta casa.
"Para
mí, Ramón es…Ramón. Pero cuando analizo lo que significan estos
Cinco hombres solo puedo amarlo más. Él confía en salir libre, son
inocentes, y asegura que no podrán tenerlos indefinidamente en
prisión a pesar del juego sucio de la Fiscalía, quien desde el
principio ha politizado el proceso.
"Sabe del amor de su pueblo, recibe muchas cartas, lee la prensa
cubana, está muy al tanto de la solidaridad internacional. Un día me
confesó que sobre él pesa una gran responsabilidad: Ser héroe en un
pueblo de héroes."
…Yo regresaré, no lo duden, y tan pronto como sea posible, pues
las extraño mucho. Y cuando vuelva recuperaremos todas mis ausencias
y reconstruiremos todos los sueños y anhelos que hicimos esperar…
(4)
Fragmento de una carta de Ramón destinada a su esposa. Enero,
2001, Centro Federal de Detención, Miami.
(3)
(4) Fragmentos de una carta dedicada a sus hijas.
Julio, 2001, Centro
Federal de Detención, Miami.
|
|