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22 de Enero de 2003

Behind the walls with Labañino of Cuban 5 / Detras de las Rejas con Labañino

Visto el uniforme de la prisión con honor y orgullo

Mis cuatro hermanos y yo apreciamos profundamente vuestra solidaridad y el apoyo de todos nuestros amigos aquí en los Estados Unidos. Por favor, díganle a todos que les agradecemos muchísimo

GLORIA LA RIVA

BEAUMONT, Texas.—Una de las cosas que más quisiera Ramón Labañino es estar en su hogar con su esposa, Elizabeth Palmeiro, y sus tres jóvenes hijas. Él perdió pasar un tiempo precioso con su madre, quien falleció en 1998.

Pero Ramón renunció a su vida personal en Cuba y se envolvió en una misión peligrosa y sumamente importante dentro de los Estados Unidos para proteger al pueblo de Cuba de ataques terroristas provenientes del Sur de la Florida.

En 1993, se mudó a Tampa, Florida, no solo para proteger a su familia, también a 11 millones de personas en Cuba de agresiones y hostilidades que desde el comienzo de la Revolución Cubana se realizan desde los Estados Unidos.

Ramón fue enviado por Cuba para hacer lo que el gobierno de los Estados Unidos se ha negado a hacer por décadas: detener las bombas y los planes de sabotaje desde Miami.

Por este esfuerzo heroico, él está hoy sirviendo cadena perpetua en la penitenciaria federal norteamericana de Beaumont, Texas. No hay libertad bajo palabra en la prisión federal.

Él y otros cuatro, conocidos por quienes los apoyan como los Cinco Cubanos, fueron arrestados por el FBI en septiembre de 1998, procesados por el gobierno de los Estados Unidos, y sentenciados por un jurado de Miami en junio del 2001. Eso lo dice todo sobre la política de los Estados Unidos: Los terroristas caminan libres en Miami mientras que los que luchan en contra del terrorismo están presos.

Tuve el privilegio de visitar a Ramón a fines de diciembre en la prisión de Beaumont al este de Texas.

Conmigo, en los dos días de visita, estuvo presente la activista de Houston Gloria Rubac, conocida por muchos prisioneros en Texas por su trabajo incansable en la defensa de los derechos de los prisioneros.

Gloria y yo fuimos tocadas profundamente por la personalidad de Ramón, por la fuerza de sus principios y por el optimismo que muestra a pesar de la vida en la prisión.

Lo primero que nos dijo cuando nos encontramos fue: "Primero, quiero que sepan que mis cuatro hermanos y yo apreciamos profundamente vuestra solidaridad y el apoyo de todos nuestros amigos aquí en los Estados Unidos. Por favor, díganle a todos que les agradecemos muchísimo."

En medio de los días festivos de diciembre, Ramón recibió entre 10 y 15 cartas por día. Las cartas, proveniente de lugares lejanos como Argentina y Escocia, significan un impulso para su moral. Se reía al decirnos que alguno de sus amigos en prisión dicen que él es famoso.

Ellos se han dado cuenta de que Ramón es un prisionero político y un héroe para su pueblo en Cuba.

Ramón estaba contando las horas para que su familia viniera a visitarlo. Después de seis meses de demora por parte de las autoridades norteamericanas en otorgarles una visa, su esposa, sus hijas y su padre finalmente podrán abrazarlo a fines de enero y principio de febrero, y compartir con él todas las noticias de Cuba.

En medio de nuestra visita, otro prisionero le hizo llegar un sándwich a Ramón. Es claro que él es respetado. Cuando en reciprocidad le entregamos una bebida, su amigo saludó a Ramón diciéndole "gran Medina." El nombre oficial de Ramón en la prisión es Luis Medina, porque esa era la identidad con la que vivía en Florida.

Ramón tuvo que ponerse un nombre falso en Tampa. Operar abiertamente lo hubiese puesto en peligro. Al comienzo del juicio, él y otros dos Cubanos quienes también cambiaron sus identidades —Gerardo Hernández y Fernando González— revelaron orgullosamente sus nombres verdaderos.

Adentro de la prisión, él prefiere ser llamado por su nombre verdadero, pero es difícil, cuando oficialmente él es Medina.

Coincidió con nosotros cuando le dijimos que su apellido era difícil de pronunciar. En los videos que el comité de apoyo ha producido sobre Los Cinco, en más de una oportunidad, tuvimos que cambiar los narradores porque para pronunciar la "ñ" después de la "i" hay que doblar la lengua. Se rió mucho cuando se lo contamos.

Le dijimos que Mumia Abu-Jamal acababa de escribir un artículo sobre los Cinco Cubanos, donde urge a la gente a apoyar la causa de sus hermanos Cubanos en "una lucha verdadera en contra del terrorismo."

Ramón se alegró mucho de escuchar esa noticia y se sintió honrado por el gesto de Mumia. Nos pidió que le diéramos su agradecimiento y solidaridad a Mumia.

Ramón trabaja durante el día en la prisión limpiando y ordenando la lavandería. Cada minuto libre lo aprovecha para leer, y contestar las cartas que le envían y prepararse para las apelaciones.

CASTIGADO POR SENTIRSE LIBRE

Nos contó la historia de cuando lo trasladaron a Beaumont después de su sentencia, y su entrevista con el personal de la prisión, la cual se hace con cada nuevo prisionero. Uno de los entrevistadores trató de hacerle pasar a Ramón un mal momento. En su afán de transmitirle a Ramón su condición de prisionero le dijo que mejor se fuera acostumbrando a la idea. Ramón dijo sinceramente, "Para serle honesto, yo no siento que estoy en prisión. Estoy aquí por razones políticas."

Para un prisionero de conciencia, sentirse libre detrás de las rejas de la prisión fue demasiado para este empleado y ordenó que Ramón fuera llevado por una semana al hueco. Para aumentar su castigo le dijo que de allí en adelante, Ramón debería presentarse cada dos horas a las autoridades de la prisión, desde las 8:00 de la mañana hasta las 8:00 de la noche.

La orden aún persiste. No importa lo que Ramón esté haciendo, cada dos horas exactamente se tiene que presentar ante el guardia de turno.

Ramón sonríe cuando recuerda que pensó honestamente por un momento que era un privilegio y le dijo al entrevistador, "Por favor, no me dé ningún privilegio especial. Yo quiero ser tratado como todos los demás." Ramón nunca se queja. Pero incluso los guardias han aprendido a conocerlo y a tratarlo con cierto respeto. Uno de los empleados leyó un libro con el discurso de Ramón durante las sentencias, y se sorprendió muchísimo por sus palabras en la corte.

EL libro se titula, "Con Honor, Coraje y Orgullo," e incluye los históricos e inspiradores discursos de todos ellos: Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio González, Fernando González y René González.

Ramón terminó su discurso durante el juicio de sentencias diciendo: "Si prevenir la muerte de seres humanos inocentes, defender nuestros dos países del terrorismo y prevenir una invasión sin sentido a Cuba es la razón por la cual yo he sido sentenciado hoy, entonces, le doy la bienvenida a la sentencia".

"Vestiré el uniforme de la prisión con el mismo honor y orgullo que un soldado viste su más preciada insignia. Este ha sido un juicio político, por lo tanto somos prisioneros políticos."

Después de nuestra visita, Ramón regresó a su celda pasando por las puertas metálicas. Recordamos sus palabras heroicas, y es cierto: él camina alto y con orgullo.

(La Riva es la coordinadora nacional del Comité Nacional Libertad para los Cinco en Estados Unidos www.freethefive.org)

 

Behind the walls with Labañino of Cuban 5

I wear the prison uniform with honor, pride

My four brothers and I, appreciate your solidarity and the support of all our friends in the U.S. Please let everyone know we thank them very much

GLORIA LA RIVA

BEAUMONT, Texas.—Ramón Labañino would love nothing more than to be home in Cuba with his wife, Elizabeth Palmeiro, and his three young daughters. He missed out on precious time with his mother, who died in 1998.

But Ramón gave up his personal life in Cuba to engage in an important but dangerous mission inside the United States: protecting the Cuban people from terrorist attacks coming out of southern Florida.

He moved to Tampa, Fla., in 1993 to protect not only his own family but the 11 million people in Cuba from the aggression and hostility directed against them from the United States ever since the Cuban Revolution.

Ramón was sent by Cuba to do what the U.S. government has refused to do for decades: stop the countless bombings and sabotage plots emanating from Miami.

For this heroic effort, he is serving a life sentence in the U.S. federal penitentiary at Beaumont, Texas. There is no parole in federal prison.

He and four others, known by their supporters as the Cuban Five, were arrested by the FBI in September 1998, prosecuted by the U.S. government and convicted by a Miami jury in June 2001. That says it all about the U.S. policy: The terrorists run free in Miami while the anti-terrorists are in prison.

I was privileged to visit Ramón in late December at Beaumont prison in eastern Texas. Joining me in the two-day visit was Houston activist Gloria Rubac, known to many Texas prisoners for her tireless defense of their rights.

Gloria and I came away deeply moved by Ramón's personality, by the strength of his principles and by the optimism he shows despite prison life.

The first thing he said when we met was: "First, I want to let you know how deeply we, my four brothers and I, appreciate your solidarity and the support of all our friends in the U.S. Please let everyone know we thank them very much."

It was the midst of the holidays and Ramón was getting 10 to 15 letters a day. The letters, from as far as Argentina and Scotland, were a real morale boost. He laughed that some of his friends in prison say he is famous. They have come to realize he is a political prisoner and a hero to his people in Cuba.

Ramón was counting the hours until his family would come to visit.

After almost six months of delay in receiving a visa from U.S. authorities, his wife, daughters and father will finally be able to embrace him in late January and early February, and share all the latest from back home.

In the middle of our visit, another prisoner had a sandwich delivered to Ramón. It was clear he is respected. When we reciprocated with soft drinks, his friend waved to his buddy, "big Medina." Ramón's official name in prison is Luís Medina, because that was his identity when he lived in Florida.

He had to live with an assumed name in Tampa. To operate openly would have put him in danger. On the opening day of the trial, he and the two Cubans who also had other identities--Gerardo Hernández and
Fernando González--proudly revealed their real names.

In prison, he'd rather be called by his real name, but it is hard to do when he is officially Medina.

He nodded when we remarked how hard his last name is to pronounce. In the videotapes the support committee has produced about the Five, we've had to change narrators more than once because the "ñ" followed by "i" is a real tongue-twister. He laughed at that.

We told him Mumia Abu-Jamal had just written a column on the Cuban Five, urging support for his Cuban brothers in "a real fight against terrorism." Ramón was excited to hear the news and honored by Mumia's
gesture. He asked us to convey his appreciation and solidarity to him.

Ramón works a day shift at the prison. He is an orderly and keeps the laundry room clean. Every free moment he is busy reading, writing letters to his supporters and preparing for his appeals.

PUNISHED FOR FEELING FREE

He related to us the story of his transfer to Beaumont after his sentencing, and his interview by the prison staff, which is done with every incoming inmate. One of the interviewers thought he'd give Ramón a hard time. He wanted to drive the point home that he, Ramón, was a prisoner and he'd better get used to it. Ramón said sincerely, "To tell you the truth, I don't feel like I'm in prison. I am here for political reasons."

For a prisoner of conscience to feel free behind bars was too much for the prison employee. He ordered Ramón into solitary confinement for a week. To increase the punishment, he said that from then on, Ramón would have to report every two hours, from 8 a.m. to 8 p.m., to prison authorities.

The order still stands. No matter what he is doing, exactly every two hours he has to go to the guards on duty.
Ramón smiles when he recalls that he honestly thought for a moment it was a privilege and told the interviewer, "Please don't give me any special privileges, I'd like to be treated like the others." Ramón is not one to complain.

But even guards have come to know him and treat him with a certain respect. One of the staff read a book with the speech Ramón gave before sentencing, and was amazed by the boldness of his words in the courtroom.

The book is entitled, "With Honor, Courage and Pride," and carries the inspiring and historic speeches of all five: Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio González, Fernando González and René González.

Ramón ended his speech at sentencing by saying: "If preventing the death of innocent human beings, defending our two countries from terrorism, and preventing a senseless invasion of Cuba is the reason
I am being sentenced today, then, let that sentence be welcomed.

"I will wear the prison uniform with the same honor and pride with which a soldier wears his most prized insignia. This has been a political trial; therefore, we are political prisoners."

After our visit, Ramón walked back to his cellblock through the metal doors. We were reminded of his heroic words. And yes, he does walk tall and proud.

(La Riva is national coordinator of the National Committee to Free the Five, www.freethefive.org)

 

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