19 de septiembre de 2006
Para que brille el sol del mundo moral
ARMANDO HART DÁVALOS Miembro del Comité Central
del Partido
La
reciente decisión del Comité Organizador del Premio Internacional
Benito Juárez de adjudicar tan señalado reconocimiento a Antonio
Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González, Gerardo Hernández y
René González encierra un gran simbolismo: enlaza el legado de esa
gran figura latinoamericana y universal, que mereció el título de
Benemérito de las Américas, con las convicciones de Cinco héroes
cubanos; vincula el ejemplo del prócer y pensador que proclamó que
"el respeto al derecho ajeno es la paz" y luchó hasta las últimas
consecuencias por el triunfo de la justicia y la defensa de la
soberanía de su país, con la firmeza de nuestros destacados
luchadores antiterroristas, prisioneros desde hace ocho años en
cárceles de Estados Unidos, quienes con vocación solidaria y gran
espíritu de sacrificio han sabido ser, en momentos tan difíciles
como los que han vivido y viven, radicalmente leales a su pueblo y a
las mejores tradiciones del propio pueblo norteamericano.
Tengo muy presente la actitud abnegada y fiel de sus madres y
esposas ejemplares, sus padres, hijas e hijos que han debido crecer
sin la presencia y el apoyo directo de sus progenitores, sus
hermanas, hermanos y demás familiares que los acompañan y alientan
en su dura lucha. Para ellos, nuestros sentimientos de sincera
solidaridad y simpatía, y el compromiso de no descansar hasta que
hayamos derrotado a la injusticia y todos estén de vuelta al seno de
la Patria agradecida. Llegue también nuestro mensaje a todas las
personas honestas que habitan en los EE.UU. y mantienen vivas las
ideas de Abraham Lincoln, Ralph Waldo Emerson y Martin Luther King
Jr.
La ilegal e inmoral prisión de nuestros Cinco héroes muestra que
el sistema imperialista norteamericano se encuentra inmerso en un
proceso de decadencia únicamente reversible mediante el rescate de
la mejor tradición ética, jurídica y cultural de la humanidad. De no
hacerse, puede conducirnos al exterminio de la especie.
Al rechazar la Corte de Atlanta el 9 de agosto pasado, por
mayoría, la decisión anterior de revocar las condenas de los Cinco
que había sido adoptada por un panel de jueces de ese propio
circuito, quedó al descubierto el carácter político de este caso y
la flagrante violación de principios éticos y de derecho en los que
dice sustentarse el sistema judicial de EE.UU.
La gravedad de este hecho nos mueve a apelar a todas las personas
sensatas de ese país para que nos unamos y tratemos de salvar a la
humanidad de la gran enfermedad que sufre.
Nunca ha existido una crisis más profunda en la civilización
clasista europeo-norteamericana que la que hoy tenemos a la vista.
Sus peores consecuencias se derivarían del uso bárbaro e irracional
de los poderosos medios tecnológicos y científicos de que dispone el
imperialismo, lo cual podría provocar una catástrofe universal. Los
imperialistas, por maldad y estupidez, podrían desencadenar el
último drama del hombre sobre la Tierra, y no al modo superficial
que proclamó un filósofo del imperio cuando habló del fin de la
Historia, sino como trágica realidad.
La humanidad no debe suicidarse, y es desde los propios Estados
Unidos, en última instancia, que puede impedirse tan brutal
desenlace. Es en el llamado Nuevo Mundo, desde Alaska a la Patagonia,
donde está la salvación del género humano, y para ello es
imprescindible conocer, estudiar y recrear la memoria histórica de
nuestros pueblos.
Fidel Castro ha planteado la cuestión así: "O cambia el curso de
los acontecimientos, o no podría sobrevivir nuestra especie". Y
también ha afirmado: "El gran caudal hacia el futuro de la mente
humana consiste en el enorme potencial de inteligencia genéticamente
recibido que no somos capaces de utilizar. Ahí está lo que
disponemos, ahí está el porvenir".
Inspirado en esas ideas, mucho valdría repasar las anticipaciones
martianas sobre el tema que nos ocupa.
Recordemos que José Martí vivió en EE.UU. la tercera parte de su
existencia y fue el pensador latinoamericano que mejor conoció a
Norteamérica en las últimas décadas del siglo XIX.
En pleno proceso de gestación de la lucha por la libertad de
Cuba, supo advertir, en el Manifiesto de Montecristi, que aquella
obra era "de gran alcance humano y servicio oportuno que el heroísmo
juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las
naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo".
En otra oportunidad, el Apóstol subrayó que el combate por la
liberación de su Patria se hacía también para "salvar el honor de la
gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio
[...] hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus
vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas
abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo".
Un buen homenaje a nuestros Cinco héroes sería convocar a todos
los que en Estados Unidos estén interesados en hacer prevalecer la
verdad y la justicia a establecer un diálogo basado en el respeto y
la honestidad, tomando como referencia las ideas martianas
anteriormente citadas.
Redoblemos nuestras acciones a favor de la libertad para estos
luchadores antiterroristas, conscientes del papel esencial que debe
desempeñar la solidaridad internacional, incluyendo, desde luego, la
del propio pueblo norteamericano, de manera que alcancemos la
justicia plena, ese sol del mundo moral. |