No. Las reglas del sistema penitenciario
norteamericano son muy rigurosas, no permiten que se le lleve
al prisionero nada. El bolso personal que fue conmigo tuve que
dejarlo en una taquilla.
Luego de la revisión de rutina donde debemos
quitarnos hasta los zapatos, los oficiales nos indicaron pasar
a otra sala —hablo en plural porque me acompañaron a la visita
Alicia Jrapko y Bill Hackwell, imprescindibles durante estos
largos años de batalla por los Cinco.
En la citada sala hicimos una fila donde nos
marcaron uno a uno. Nos colocaron una señal en uno de nuestros
antebrazos, era un número que se detecta por debajo de la piel
mediante una linterna a láser.
—¿Y el sitio donde transcurren las visitas
cómo es?
Los reos no pueden recibir sus visitas en
lugares de cierta privacidad, mucho menos al aire libre. Todo
transcurrió en una sala común totalmente cerrada e iluminada
artificialmente donde se pierde la noción del tiempo.
El recinto estaba dispuesto con pequeñas
mesitas y sillas plásticas, también de color gris. Por
supuesto, siempre bajo la vigilancia de varios oficiales que
llaman la atención o pueden incluso interrumpir la visita si
se toca al prisionero. Otras regulaciones impiden, por
ejemplo, el contacto conyugal o el encuentro íntimo con sus
esposas.
—¿De qué hablaron?
Es increíble el nivel de información que tiene
sobre lo que acontece en Cuba y el mundo. No refirió ni una
queja, aunque se sabe lo difícil que es su situación. Se
limitó a decirme un "todo normal" y prefirió que conversáramos
sobre las cartas que se les demoran y acerca de su Adriana.
También me preguntó por un niño de Las Tunas
con quien ha establecido una comunicación especial. Me pidió
que le agradeciera a María Orquídea, una mujer de Cienfuegos,
la transcripción completa de cada programa Una luz en la
oscuridad, de Radio Rebelde.
Está ansioso por leer el reciente libro de la
editorial Capitán San Luis Desde la Soledad y la Esperanza
y en fin, me pidió en reiteradas ocasiones que le transmitiera
su gratitud a todos los que están ayudando a multiplicar la
verdad y luchan porque la justicia sea más temprano que tarde
el regreso de los Cinco a la patria.
—¿Qué trabajo realiza en la prisión?
Me contó que allí se terminan piezas para la
industria de armamentos, pero que él solicitó que lo colocaran
en cualquier otra labor menos contribuir con la guerra, por
eso lo asignaron a la recogida de la basura en la cárcel.
—¿Qué te sorprendió en Gerardo?
Me sorprendió todo: desde la atención que
presta a cada relato, cómo alternaba el español e inglés para
dialogar con nosotros, la profundidad de su análisis sobre la
realidad internacional, el esfuerzo que pone para que cada
carta llegue con algo especial a su destinatario, la constante
preocupación por saber de su pueblo y la enorme capacidad
afectiva que emana de él en medio de la soledad en la que se
encuentra.
Tiene además el don especial de transformar
con una broma el nudo que se nos hizo en la garganta cuando
nos dijo al irnos, con las manos puestas en su pecho: "Gracias
por todo lo que hacen por los Cinco y nuestro pueblo"