22 de junio de 2004
Charlando en Quito con esposa de Fernando
González
Soportando el frío quiteño, tan extraño para la
gente cubana, Rosa Aurora Freyjanes, esposa de Fernando González
Llort, uno de los cinco presos políticos cubanos detenidos en los
EE.UU., recibe a Altercom en la casa de su embajadora en la ciudad
de Quito. Detalle intrascendente para los cubanos, fundamental en
otros países, donde la lucha por la defensa de los derechos humanos
automáticamente se convierte en lucha contra su propio Estado.
Contrariamente a lo que se difunde, en Cuba, la
obsesión por la defensa de los derechos humanos de sus ciudadanos
es tal vez la luz más importante que tiene su revolución. Así, no
es extraño que prácticamente todo ciudadano de ese país pueda
contarte que es economista, como el caso de Rosa Aurora, o
licenciado en relaciones internacionales como Fernando, o médico,
cineasta, psicólogo, músico, ingeniero, matemático, biólogo o
actor de teatro, entre otras decenas de profesiones de las que se
nutre el país y que, a la par, maneje tal cantidad de información
médica que cualquier cubano parece que ha cursado al menos dos
años de la facultad de medicina, gracias a que la protección de
salud se ha convertido en una constante cotidiana de ese pueblo y su
gobierno, como lo reconoce la misma Organización Mundial de la
Salud de Naciones Unidas.
Por defender las importantes conquistas de Cuba
para su desarrollo humano es que están presos los cinco jóvenes en
el centro del imperio. Y por defender a su compañero y a los otros
cuatro detenidos es que Rosa Aurora estuvo en Ecuador:
"Nosotros, como familia, hemos tratado el tema de la
solidaridad y de buscar apoyo en la batalla por la liberación
de los cinco, de manera integral".
Ahora ella vino por estas cordilleras de la mitad
del mundo. El año pasado visitó Venezuela. Otras esposas y madres
fueron para Argentina, donde una de ellas desfiló con las Madres de
la Plaza de Mayo, recibiendo su solidaridad desde el conocimiento y
la vivencia del atropello. Y también estuvieron en México, Chile…
Viajaron por varios países de Europa; allí, por ejemplo,
recibieron el respaldo de 116 parlamentarios ingleses que
suscribieron una moción para exigir un nuevo y justo juicio a los
cinco. "Hemos tenido buenos resultados con parlamentarios
mexicanos, argentinos, con personalidades importantes de España y
de distintos países" nos relataba Rosa Aurora al dar cuenta
del periplo de la solidaridad emprendido por estas mujeres cubanas.
Y es que la estrategia de presionar por un nuevo
juicio es uno de los criterios que los abogados defienden con más
fuerza, pues en el "juicio" de Miami se dieron
innumerables violaciones al procedimiento legal. Nada raro en un
país que, autodefinido como el "paladín de la libertad y la
democracia", se da el lujo espeluznante de revelar en un
estudio sobre la pena de muerte que "en 4.578 casos a lo largo
de un período de veintitrés años (1973 – 1995), los tribunales
hallaron errores serios y subsanables en 7 de cada 10 penas
capitales que fueron revisadas durante el período. En el 85% de los
estados con pena de muerte, el índice de error era del 60% o
más", según anota Michael Moore en su libro "Estúpidos
hombres blancos".
Si así se maneja la justicia en los Estados
Unidos, nada raro es que la Corte haya cometido más de una
violación al proceso, a los derechos humanos de los imputados y a
sus familias, máxime si se trata de un caso político en el que, la
demencia imperial aduce que el defender al pueblo cubano de acciones
terroristas de los grupos cubano americanos afincados en Miami,
atenta contra la seguridad de los Estados Unidos. Nada más grave
para un Estado, desnudado ante el mundo en sus prácticas de horror
con las últimas revelaciones de las torturas en Irak, que
enfrentarse a otro Estado, pequeño, pobre e independiente, cuyo
pueblo lo defiende hasta la muerte.
"Los abogados son del criterio de que sí es
posible que se realice un nuevo juicio, pues es la forma de salvar
la cara de la justicia norteamericana que ya de hecho está bastante
en entredicho, primero porque no tuvieron un debido proceso ya que
se los juzgó en Miami, que es precisamente el lugar donde ellos
buscaban información de los grupos terroristas, y es bien sabido
que una persona debe ser juzgada en el terreno más neutral, y no
precisamente en ese lugar donde la fuerza económica mayor está en
manos de las personas que menos quieren a Cuba y que son los cubanos
exilados en los Estados Unidos, pero que han sido muy activos en la
hora de atacar a nuestro país", argumentaba Rosa Aurora, a la
vez que nos relataba una larga lista de violaciones, no sólo a las
leyes y al proceso, sino a los más elementales derechos humanos de
los detenidos y sus familias.
Mientras ella hablaba, nuestra mente volaba no
sólo a las últimas fotografías de la cárcel del ocupado Irak,
sino a los miles de testimonios, igual de atroces, que los presos
políticos de América Latina denunciaron y siguen denunciando.
Torturas ejercidas por los militares criollos entrenados en la
Escuela de las Américas, antes, y por los miembros del Comando Sur
en las distintas bases de ocupación, hoy en día. Ésto, para
hablar de Nuestra América, y no del resto de países avasallados
por la fuerza en distintas partes del planeta.
"Ha sido un proceso muy doloroso, porque es
la separación del hombre que una ama y que realmente no sabemos
cuando vamos a reencontrarnos de nuevo. El tiene una condena de 19
años. Ya va cumpliendo casi 6 en prisión con dignidad",
recuerda. "En los años de presidio me acompañará siempre la
dignidad que he aprendido de mi pueblo y de su historia" dijo
él, antes de que se le dicte "sentencia" en Miami.
"Fernando es un hombre que es muy fácil para
convivir porque es un muy afectuoso, muy cálido en la relación de
pareja, que siempre está al mínimo detalle de lo que pueda estar
pasando con su compañera, que siempre me rodeó de mucho cariño, y
que por eso mismo no es el superhombre. Es el hombre cotidiano con
el que compartes los grandes y pequeños triunfos, las grandes
alegrías, las grandes penas también. Los momentos de felicidad han
sido muchos en nuestras vidas. Yo anhelo poder retomar mi vida en el
punto donde la dejé... Cuando ve que me invade la tristeza, me
dice, no te preocupes no te desesperes, la felicidad que nosotros
hemos vivido se va a morir de envidia ante la felicidad que
viviremos..." para, a renglón seguido, contarnos también de
los otros patriotas, de su calidad humana, de su sencillez y
entrega, de su amor por sus hijos... adquiriendo así sentido y
trascendencia una de sus primeras frases "nosotros como
familia".
Mágicamente sus ojos color mar Caribe, me dicen
que ese es el color de su lucha. Ese color de esperanza donde la
solidaridad es una práctica cotidiana y también una política de
Estado. Solidaridad que siempre la han dado y que ahora necesitan
recibirla. Y que, efectivamente, la reciben. Nos cuenta de los
grupos de apoyo de los Estados Unidos cuyo mayor esfuerzo ha
consistido en que la opinión pública conozca, simplemente, que hay
cinco cubanos que están siendo enjuiciados injustamente por
realizar tareas de inteligencia para su país, recogiendo
información sobre los grupos terroristas de exilados miamenses.
Tareas similares a las que cumplen los miles de agentes
estadounidenses de la CIA en todo el mundo, a los que condecora el
gobierno y de los que se ufanan cada cierto tiempo a través de la
industria cinematográfica al servicio de la maquinaria de guerra; y
también se emociona al hablar de los grupos de los distintos
países latinoamericanos y europeos; de las mujeres, que como ellas,
han peleado por sus compañeros e hijos en distintas latitudes. De
las posibilidades de acción y de las acciones posibles. De la
esperanza de ganar al imperio desde la razón y la justicia.
Por eso, en su alegato González expresó:
"La realidad es que a Cuba no le queda otra alternativa que
tener personas aquí (en EE.UU.) que, por amor a su patria y no por
dinero, la mantengan al tanto de los planes terroristas y le
permitan evitarlos siempre que sea posible". Allí recordó que
el gobierno estadounidense cobijó al jefe de la policía de Batista
Esteban Ventura y a miles de sus "colegas", torturadores y
asesinos, que posteriormente fueron usados en acciones paramilitares
que han dejado un reguero de sangre humana y millonarios daños
económicos. Confió que "algún día Cuba no tenga necesidad
de que personas como yo, voluntariamente, vengan a este país a
luchar con el terrorismo".
Con fuerza moral, Rosa Aurora clama: "Yo
quiero y necesito pensar que tiene que haber justicia en alguna
instancia del sistema legal norteamericano". El deseo de esta
mujer valiente es compartido ahora por la inteligencia humana y los
pueblos del mundo. Así será mientras se sigan contando los
días que faltan para que la luz brille en la "justicia"
estadounidense, se liberen a los cinco presos políticos cubanos y a
todos, nativos o no, que purgan condenas injustas en las mazmorras
de los Estados Unidos, se detengan las acciones terroristas contra
Cuba, se extinga el bestial bloqueo de más de cuarenta años, se
levanten las prohibiciones hacia los ciudadanos estadounidenses para
visitar la Isla y se comercie civilizadamente con ella…
(Altercom)
Tomado de: www.antiterroristas.cu
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