La Corte del Distrito Sur de la Florida dictó este
martes, 13 de octubre, una nueva sentencia contra Antonio Guerrero,
preso injustamente desde hace más de 11 años en Florence, Colorado,
considerada por el Guinness World Records como la prisión más segura
del mundo, donde los condenados pasan la mayor parte del día en
confinamiento solitario, y es calificada por algunos como "el
Alcatraz de las Rocosas" y su régimen carcelario como "la tumba en
vida".
Como se sabe, Antonio había sido condenado
inicialmente por ese mismo tribunal a cadena perpetua más diez años
de prisión. Esa sentencia fue considerada excesiva, contraria a las
normas legales vigentes y declarada nula por la Corte de Apelaciones
del Onceno Circuito, que estableció que el acusado no había tenido
ni transmitido información alguna relacionada con la seguridad
nacional de Estados Unidos.
La nueva sentencia de casi 22 años de prisión es
resultado de la solidaridad internacional y del tenaz esfuerzo de su
abogado defensor, Leonard Weinglass, y aunque no es tan absurdamente
exagerada como la anterior, es también injusta. Es la hora de
intensificar la lucha por la libertad inmediata e incondicional de
nuestros Cinco compatriotas.
Este episodio es una prueba de las tantas que
confirman la absoluta arbitrariedad del proceso seguido contra
quienes están encarcelados en EE.UU. única y exclusivamente por
luchar contra el terrorismo anticubano promovido por las autoridades
norteamericanas.
La irracional desmesura de las penas impuestas era
uno de los aspectos, reclamados por la defensa, respecto al cual fue
posible alcanzar un logro parcial, limitado y contradictorio. En el
2008 la Corte de Apelaciones en Atlanta, que ratificó los injustos
veredictos de culpabilidad de los Cinco, anuló las sentencias de
Antonio, Ramón y Fernando y dispuso fuesen nuevamente sentenciados.
Como expresión de la extraña manera de hacer
justicia en ese país, la Corte de Apelaciones reconoció que
igualmente correspondía actuar respecto a Gerardo Hernández Nordelo,
pero en vez de ordenarlo decidió ratificar la bárbara condena que
pesa sobre él de dos cadenas perpetuas más 15 años de
encarcelamiento.
Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René son
inocentes y nunca debieron ser privados de libertad. Cada día que
ellos permanezcan en prisión será vergonzosa confirmación de la
complicidad de la administración norteamericana con el terrorismo.