15 de octubre de 2006
Tony tiene más que el leopardo
DIONY SANABRIA ABADÍA
"Para todas las penas, la amistad es remedio seguro", escribió
José Martí el 26 de marzo de 1892 en el periódico Patria. Sobre ese
puro sentimiento y momentos que los unen a Antonio Guerrero, hablan
varios de sus allegados el día del cumpleaños 48 del Héroe de la
República de Cuba
"Mira
compadre, Tony podrá vivir en Miami, en cualquier parte...; pero
puedes estar seguro de que no es gusano, él es incapaz de hacer
cualquier cosa contra Cuba. Y te digo más, si aquí pasa algo él
estará con nosotros".
Estas palabras salieron en ráfaga ante el señalamiento: "viste,
tanto lío y tu amigo se fue". Unos años después, Ángel Luis Padrón
tuvo razones y argumentos irrebatibles. Su viejo amigo, Antonio
Guerrero Rodríguez, luchaba por defender a nuestro país, de los
constantes actos terroristas perpetrados desde el sur de la Florida.
"Cuando uno convive con alguien varios años a toda hora, entabla
conversaciones sobre diversos temas, comparte sus penas y alegrías,
resulta muy difícil que esa persona te engañe".
Además —prosigue Padrón para reafirmar que no estaba equivocado—,
Tony siempre fue una persona de convicciones muy profundas, maduro
en sus razonamientos, capaz de defender todo lo verdaderamente
justo.
La amistad entre Antonio y Ángel Luis, "Regayolo" por su segundo
apellido, comenzó en la Escuela Vocacional de Vento donde cursaban
el 9no grado antes de entrar en la también vocacional Lenin. En este
último centro, la palabra amigo adquirió mayor connotación.
Sobre aquella etapa recuerda a Tony "como el ser más natural del
mundo", amante del deporte, sobre todo del fútbol, de fácil
conversación, muy estudioso, preocupado por las asignaturas y los
problemas de los demás.
Busca en su memoria, y confiesa: "en él no había rencor, no era
de esos que querían desquitarse de una mala acción.
"Un día nos quedamos haciendo trabajo voluntario, y después de
terminar nos trajeron unos bocaditos. Tony, apresurado, agarra el
más grande. Yo le digo: oye, vamos a coger la merienda todos a la
misma vez, y él pone el pan. Al conteo de uno, dos, tres yo elegí el
que él había tomado anteriormente... Sólo recibí una mirada. Nunca
más me habló del incidente ni me respondió con la misma acción".
Así
de sencillo era en su adolescencia el hoy Héroe de la República de
Cuba, condenado injustamente en las cárceles del imperio
norteamericano por luchar contra el terrorismo.
Rafael Fernández de Alaiza, otro de sus amigos más allegados,
manifiesta que no había actividad sin su presencia. "Un día llega y
me dice: estuve perdido; pero me uní a la banda de música, toco la
tuba.
"Ahora que menciono sus inclinaciones musicales, recuerdo que por
aquella etapa, Tony cantaba varios temas de Benny Moré y de otros
compositores. Nunca, nunca, vida mía pienses eso...", tararea "El
Rafa" con la nostalgia a flor de labios.
Para este biólogo de profesión una de las cualidades más
admirables de Antonio era la facilidad que tenía para ser aceptado
en todos los grupos. "Lo mismo se reía en el piquete de los cheos,
que en el de los pepillos; conversaba amistosamente con los
conscientes como con los menos estudiosos. Sin dudas, respetaba a
todo el mundo, y todo el mundo lo respetaba a él".
"Es que a Antonio había que oírlo", comenta con fuerza Regayolo.
Desde Kiev, Ucrania, le escribió en diciembre de 1979: "...lucho por
ser un estudiante de cinco puntos. Sé que me falta por llegar a eso,
pero no me importa cuántos trabajos pase, ni cuántas noches casi sin
dormir, ni cuántos días sin salir a pasear...La Revolución necesita
gente preparada, no necesita a los que se engañan ellos mismos, a
los que quieren vivir de la mejor forma, esos son unos mi..."
Muchos encontraban en Tony el consejo sano, la vía de
reconciliarse con un compañero alejado, el mediador ante una pelea
sin sentido, la comprensión ante cualquier problema.
De esta forma lo evoca la matancera Dora Arce, quien lo encontró
por primera vez en el lejano septiembre de 1973. Su memoria no puede
precisar el día exacto en que coincidieron en la misma aula, pero sí
todo el apoyo que recibió.
"Tony era dulce, muy servicial, de brindarle la mano a la gente,
extremadamente disciplinado. Cuando muchos me acuñaban el cartelito
de "la religiosa", él nunca lo hizo; en cambio conversábamos sobre
el tema y siempre respetó mis posiciones."
Dora, en su condición actual de pastora de la Iglesia
Presbiteriana Reformada y con pasaporte estadounidense, ha
solicitado visitar al amigo en más de una ocasión. Sin embargo, el
deseo no ha sido cumplido. La prisión de Florence, Colorado, ha
esgrimido los más disparatados argumentos para impedirlo. "La
primera vez me dijeron que no tenía licencia de conducción del
Estado".
Aunque el encuentro esté pendiente, hallan en las cartas una
manera para intercambiar. "En su correspondencia siempre hay mucha
esperanza, un fuerte espíritu de resistencia, confianza en que la
justicia va a triunfar. Para mí son lecciones. Por eso le digo que
tengo fe en su actitud, que cree en las mismas cosas que yo, aunque
lo exprese en sus términos y yo en los míos.
"Los días de las madres, el fin de año, llega una postal en su
nombre", dice la "afable Dorita" para ejemplificar la persona de
detalles que es Antonio Guerrero. Idéntica impresión comparte la
esposa de Rafael, Silvia Amador, quien recibió uno de los poemas de
Tony.
De esa creación, tomamos la tercera estrofa: Solo hacíamos el
bien/Y quisimos solo amor/Pero qué le importa al odio/No
desfallezcas ni sufras.
La sensibilidad del Héroe aflora en cada uno de sus textos.
Además, no deja de transmitir consejos y educar en el amplio sentido
de la palabra.
Esto lo sabe muy bien Maricarla de la Vega Guerrero, quien
recorrió durante tres años los mismos lugares del preuniversitario
de su tío. Así sabe dónde estudió, dónde se reunió con sus
compañeros siendo dirigente de la FEEM y de la UJC, dónde jugó
fútbol y pelota...
"Cuando hablamos por teléfono —alega Maricarla— se interesa por
mis estudios, me dice que tengo que ser amiga de todos, respetarlos,
mantener siempre la calma ante las diferencias, eliminar la
competencia que tanto daño hace."
Muchas veces, ella comparte estas ideas con sus compañeros y les
lee los poemas de Tony. Así hizo con Fiel amigo, que su autor
dedicara a su entrañable "hermano" Manuel López y le enviara a ella.
A nuestro pedido, nos regala la última estrofa: Un fiel amigo es
más que un tesoro/ su valor no es medible con dinero/ Más que toda
la plata y todo el oro/ vale la mano del que te es sincero.
De esa sinceridad estaban y están convencidos Regayolo, Rafael,
Dora y sus verdaderos amigos de todo el mundo. Por ella, por la
coherencia entre su pensar y obrar, Antonio Guerrero sigue firme en
sus principios, y más temprano que tarde estará entre los suyos para
acompañarlos en nuevos amaneceres. |