Carta de Antonio Guerrero a René González
Queridos amigos:
Dentro de una semana René estará terminando su injusta
sentencia.
Un juez, normalmente, debía haber unido el tiempo de
cumplir las condenas por los dos cargos en los que un
jurado, de la ciudad donde jamás podíamos encontrar
imparcialidad, lo declaró culpable. Bajo su discreción, la
jueza Lenard, de la misma manera insólita con que a Gerardo,
a Ramón y a mí nos impuso las cadenas perpetuas, no solo le
dio a René el máximo de tiempo en cada cargo, sino que le
sumó las dos sentencias, lo que hizo el total mayor posible
de 15 años.
Ahora, esperábamos todos que se le dejara regresar a
casa. Como explicó el abogado Richard Klugh, no hay
precedentes para negarle el regreso a su familia, en un caso
como este. Pero, una vez más, la decisión se toma en la
Corte de Miami, donde todo ha sido siempre contrario a
nosotros y donde la "tormenta perfecta" sigue influyendo con
su poder y con su terror sobre cada resultado.
Había escrito una Breve carta a René, en versos, que
compartí con ustedes, en la que le decía:
Hermano nuestro: cuando ya estés en casa...
Por estos días, mientras caminaba en el patio de la
prisión, meditaba sobre la cruel negativa de mantener a René
por tres años en una probatoria innecesaria y riesgosa para
su vida, cosa de la que ha de estar muy consciente la propia
jueza Lenard, quien pudo escuchar de lo que son capaces los
terroristas que se albergan en Miami y otras partes de la
Florida, a los que ella misma menciona en las condiciones
adicionales que redactó para esta absurda continuación de la
sentencia de nuestro hermano.
Y en medio de mis meditaciones brotaron otros sentidos
versos que vuelvo a compartir con ustedes.
SEGUNDA CARTA A RENÉ
Hermano:
Los que te impiden regresar a casa,
esos que se alimentan de sus tretas
para tratar de hundir a nuestra patria
usando sus inútiles recetas,
si pudieran, imponiendo su saña,
de nuevo te pondrían entre rejas
o, incluso más, te borraran del mapa
con terroristas en todas sus letras.
Si pudieran tus principios, al menos,
harían se esfumaran, como el humo
que se pierde sin huellas a lo lejos.
Con el poder que tienen, en su mundo,
pudieran bien intentar lo primero.
¡Jamás podrán alcanzar lo segundo!
Llegue con esta líneas nuestro eterno agradecimiento a
todos los amigos en el mundo por todas las muestras de apoyo
y por la constante batalla en aras de lograr no solo el
regreso pronto de René a su casa, sino el de los cinco.
Cinco abrazos.
¡Venceremos!
Antonio Guerrero Rodríguez
30 de septiembre de 2011
FCI Florence |
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