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Primacía compartida
Sancti Spíritus y Granma concluyeron el 2013 con la más baja tasa de
mortalidad infantil del país: 3,2 fallecidos por cada mil nacidos
vivos
Juan Antonio Borrego
y Dilbert Reyes
Rodríguez
sancti spíritus y granma.—
Si algo han aprendido los profesionales de la Salud en Sancti
Spíritus y Granma, es que los bajos índices de mortalidad infantil
no se consiguen solo con la eficiencia de los sistemas de terapias
intensivas neonatal y pediátrica, los cuales, por demás, en ambas
provincias exhiben desempeños de excelencia, tal como indican las
estadísticas oficiales.

Padres de trillizos, los granmenses Pedro Ernesto y Yoelsis se
declaran infinitamente agradecidos con el sistema de salud cubano.
Expertos en la materia dan por sentado que el arte de asegurar la
supervivencia y el desarrollo saludable en edades tan tempranas,
comienza incluso antes de concebirse el embarazo y tiene vasos
comunicantes con la búsqueda y atención de los riesgos reproductivos
preconcepcionales, la detección precoz de los llamados defectos
congénitos y la atención y el seguimiento minuto a minuto a la
gestación, al parto y por supuesto, al niño.
PRIMACÍA REPETIDA AL CENTRO DEL PAÍS
Con 3,2 fallecidos por cada mil nacidos vivos al cierre del 2013,
Sancti Spíritus logra por segundo año consecutivo la mejor tasa de
mortalidad infantil del país —compartida con Granma en este
almanaque—, índice que a su vez constituye el segundo mejor registro
en la historia de la región.
Para la doctora Teresa María Alonso Suárez, jefa del Programa de
Atención Materno Infantil (PAMI) en el territorio, el suceso tiene
entre sus principales protagonistas a la interrelación lograda entre
la atención primaria de salud y la secundaria, los servicios de
Neonatología y Cuidados intensivos pediátricos, el desempeño de los
hogares para embarazadas, la maternidad provincial y el Centro de
Genética Médica.
La
interrelación lograda entre los diferentes servicios es considerada
como decisiva para la consecución de los resultados del pasado año
en Sancti Spíritus.
Según Alonso Suárez, la labor de especialistas y trabajadores en
general de esta última institución, resultó determinante en la
disminución de las afectaciones por malformaciones congénitas a
partir de un seguimiento diferenciado a aquellas pacientes con
mayores riesgos y de una mayor efectividad en el diagnóstico
prenatal.
El desempeño de los espirituanos resulta más admirable todavía
cuando se sabe, por ejemplo, que del total de nacimientos (5 060, 24
más que en el 2012), apenas cuatro reportaron un peso inferior a los
mil gramos, que solo 20 estuvieron por debajo de los 1 500, que los
municipios de Fomento y la Sierpe no reportan muertes, y que la
sobrevida del ventilado neonatal en la terapia intensiva pediátrica
fue del ciento por ciento, verdadera hazaña del personal
responsabilizado.
Para directivos y especialistas del territorio vinculados al PAMI,
la estabilidad conseguida por Sancti Spíritus en los dos últimos
años tiene mucho que ver con la revisión a fondo llevada a cabo aquí
al término del 2011, justamente cuando la provincia cerró con la
peor tasa del país (5,9 fallecidos por cada mil nacidos vivos).
Tras examinar en blanco y negro las experiencias positivas y
negativas de entonces, confrontar con expertos del Ministerio de
Salud Pública y llamarse a capítulo sin muchos paños tibios, los
espirituanos se autoimpusieron más de 200 medidas organizativas de
orden técnico, administrativo, docentes y de control.
La estrategia, que fundamentalmente pretendía mejorar la
integración, incrementar las acciones de capacitación y asumir la
atención prenatal con una actitud más previsora, aportó dos cifras
excepcionales, sobre todo para un territorio que no clasifica entre
los más desarrollados del país: 2,8 y 3,2 fallecidos por cada mil
nacidos vivos en 2012 y 2013 respectivamente.
INÉDITO COLOFÓN DE UN DESCENSO SOSTENIDO
Los argumentos de los buenos resultados no son muy distintos en
la oriental provincia de Granma, aunque por primera vez el
territorio clasifica con la mejor tasa del país.
Contrario a la tendencia de la hermana Sancti Spíritus, los del
Este cubano decrecieron en los nacimientos respecto al año anterior
(187 menos); pero la cifra total dice mucho del esfuerzo, pues que
hayan acontecido 10 818 alumbramientos y apenas 35 muertes, asienta
una evidencia indiscutible de buen hacer por parte del personal del
PAMI en el sistema de Salud local.
Si no, pregúntesele a la joven pareja de Pedro Ernesto Cabrera y
Yoelsis Sánchez, premiados por la vida con un regalo de trillizos;
pero también afortunados por tener —como todos los cubanos— el
derecho a una asistencia médica que en el caso de Yoelsis, comenzó
con el ingreso en un hogar materno a la novena semana de embarazo,
siguió en el periodo crítico del posparto, y continúa con la
enfermera que desde su salida del hospital, la asiste ocho horas
cada día en su casa.
"Infinitamente agradecidos", es la palabra que más repiten padre
y madre cuando refieren el cuidado de los doctores Alina y Ávila, la
enfermera Mariselda, y absolutamente todo el equipo médico del
hospital bayamés Carlos Manuel de Céspedes, donde el empeño por
salvar la vida en peligro de los tres infantes, convirtió en desvelo
y casi en "asunto personal" la rutina laboral de aquellos
profesionales.
Casi ocho meses después del complicado parto y los siguientes
días de tensa incertidumbre, la pareja ha incorporado como nuevo
miembro de la estirada familia a Yamisleidis Quintana, la enfermera
que jamás ha faltado una jornada en la atención de los chiquitines y
quien ya siente tal afecto que no limita su actividad al termómetro
y la observación clínica, sino que comparte hasta el lavado de
pañales —multiplicado por tres— y la limpieza del hogar nuevo,
entregado hace muy pocos días.
Pedro Ernesto, el padre, siente tanta admiración y gratitud con
el sistema de Salud cubano, "materializado en el ejemplo de los
médicos y enfermeras que aún hoy llaman preguntando por sus niños",
que, asegura él, opaca todos los actos de personas insensibles que
pusieron obstáculos a la posibilidad de la licencia paterna, la
gestión ágil de la vivienda necesaria y hasta a la existencia de la
leche especial que venden en la farmacia para estos casos: "gente
incompatible con la humanidad desbordada de la Revolución, evidente
ahora mismo en esta tasa de mortalidad infantil de primer mundo,
inédita en Granma".
Feliz coincidencia esta de que justo en el mejor año de la
historia, los partos múltiples lograran ser una muestra perfecta de
la labor realizada por el PAMI en la provincia.
"Hubo tres nacimientos de trillizos, y a pesar de las
complicaciones de siempre —en otros años han terminado con la muerte
de al menos uno de los bebés— los nueve fueron salvados, y por la
salud que gozan, jamás han vuelto a ser hospitalizados", resalta la
doctora Mariela Véliz, en funciones al frente del PAMI en Granma.
"El resultado no ha sido casualidad", sigue Véliz, "sino fruto
del trabajo más estrecho e integral entre todos los niveles que
intervienen desde la captación de la embarazada hasta el seguimiento
último al nacido.
"Reconocimientos especiales merecen las salas de terapia
intensiva para niños, y entre estas, las de los hospitales Fe del
Valle, de Manzanillo, y General Milanés, de Bayamo; que de 13 y 9
fallecimientos en el 2012, respectivamente, ambas bajaron a seis en
el año concluido.
"De igual modo, el municipio costero de Media Luna consiguió el
formidable saldo de terminar el año sin muertes, lo cual honra la
tradicional baja morbilidad de esta región, y exalta la efectividad
de su estrategia local para la prevención y promoción de la salud".
La doctora Véliz siente tener que decirlo, pero no camufla los
ligeros incrementos en los indicadores de mortalidad materna y
preescolar, contrarios a la tendencia positiva lograda en la
Infantil, Escolar, Fetal Bajo Peso y Menores de Cinco Años. Concluye
que ha sido un año de grandes logros, "sin duda, y ninguno por
casualidad", reitera con énfasis, apegada a la estadística del
último quinquenio, en que Granma aparece como la única provincia
cubana que reduce sostenidamente la siempre elocuente tasa de
mortalidad infantil.
DÍGITO A DÍGITO
A 60 fallecidos por cada mil nacidos vivos ascendía la tasa de
mortalidad infantil en la región Sancti Spíritus, de la antigua
provincia de Las Villas, cuando la Revolución triunfante comenzó a
hacer realidad el Programa del Moncada; índice que la voluntad
política y el empeño de los profesionales han venido achicando
dígito a dígito: si una década después, hacia 1970, la cifra había
descendido a 46, en 1980 los pediatras creyeron haber tocado el
cielo con las manos cuando la redujeron a 18.
Algo parecido debieron haber pensado los galenos granmenses,
cuando ese mismo año cerraron con 22,4, en una provincia que tampoco
ha sido de las más desarrolladas de la Isla.
Fue entonces que llegaron las terapias intensivas para
multiplicar la perspectiva de vida del grave, los servicios
especializados de Pediatría y Obstetricia, el médico y la enfermera
de la familia y el Programa de Atención Materno-Infantil, los
cuales, de conjunto, dieron un vuelco a la historia del recién
nacido en Sancti Spíritus, Granma y toda Cuba. |