“Tirarle” a todo… pero con puntería

Miguel Febles Hernández

Cada vez con mayor asiduidad e insistencia se habla a todas las instancias de fortalecer el control sobre los recursos materiales y financieros, como una necesidad ineludible para la recuperación económica del país. Sin embargo, tal voluntad no pocas veces queda en el eslogan o el discurso de ocasión.

Así queda demostrado en cuantos análisis se hacen al respecto, en los cuales casi siempre salen a relucir problemas que indican a las claras lo lejos que aún se está de ofrecer una respuesta acertada a un asunto que no admite dilación y mucho menos un enfoque rutinario, como para salir del paso.

Ciertos dirigentes administrativos lo han olvidado, o se han desentendido, o no tienen la menor idea, de que es su obligación primera ejercer el más estricto control sobre los bienes de todo tipo puestos bajo su custodia, en lugar de delegar tan alta responsabilidad en segundos... y hasta en terceros.

He aquí tan solo una arista del problema: con una frecuencia que raya en lo inadmisible, a diario se detectan decenas de errores en la documentación que confeccionan los equipos económicos de las entidades, llámense nóminas, cheques o facturas, por citar apenas tres ejemplos de los más reiterativos.

Desde luego, alguien podría decir que es de humanos equivocarse, y coincido plenamente con la objeción. Sin embargo, llama la atención que no pocas veces, detrás de la chapucería o del descuido involuntario, están presentes también las malas intenciones de personas que pretenden pasar gato por liebre.

A estas alturas se dan casos todavía, y es lo más preocupante, de cheques rechazados ante la falta de disponibilidad monetaria. Para hablar más claro: son empresas y organismos que se enteran de que no tienen dinero en su cuenta cuando acuden al Banco. ¿Habrá irresponsabilidad mayor?

La emisión de los llamados cheques sin fondo constituye un mal que, aunque no generalizado, sí refleja ineficiencia en la actividad económica y un evidente descontrol. Otro gallo cantaría, opina este periodista, si en lugar de penalizar a la entidad, se multara directamente a las personas que incurren en dicha falta.

Algo parecido podría hacerse en relación con las cuentas por cobrar y por pagar fuera de término, a veces hasta dentro de un mismo sector, otro cáncer que ha costado trabajo extirpar de raíz ante las reiteradas indisciplinas financieras, los problemas organizativos y la falta de exigencia.

Lo primero que salta a la vista es que, en tales entidades, los consejos de dirección no le brindan un coherente seguimiento a la ejecución del presupuesto, existe un manejo deficiente de las cifras asignadas y falla la correspondiente y sistemática conciliación con las instituciones bancarias.

Responsables de tan negativa situación son, en primer lugar, los dirigentes administrativos, y en segunda instancia, los equipos económicos, algunos de los cuales no dejan de ser meros procesadores de información, en lugar de convertirse en entes asesores para propiciar el análisis y la valoración oportuna.

Cabría preguntarse: si un empresario no sigue a diario estos y otros asuntos inaplazables para la vida de la organización que dirige, entonces ¿a qué dedica su tiempo? Hay que saber "tirarle" a todo, pero con inteligencia, rigor y mucha puntería, diría sabiamente un experimentado economista.

Por ahí, a mi modo de ver, comienza la cultura económica que tanto necesitamos: por el control y la exigencia en el empleo de los recursos. También, por qué no, siendo más severos con los incumplidores y derrochadores, con aquellos que gastan a toda costa, como si tuvieran una mina de oro bajo sus pies.

 

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