El Ballet Nacional de Cuba (BNC) presentó un
programa similar al de su primera función en 1948 para conmemorar 65
años de fundado.

Las principales figuras de esta compañía en la
actualidad intentaron lucir condiciones en Grand pas de quatre, una
obra en la que cuatro bailarinas representan la gloria de las divas
del siglo XIX, con sus respectivas particularidades.
Esta es una de las piezas adoradas de los amantes
del ballet por la elegancia que supone, el gusto, el estilo
romántico y porque en ella se recuerda a cuatro de las más grandes
bailarinas de la historia del arte en Cuba: Josefina Méndez, Loipa
Araújo, Aurora Bosch y Mirta Plá, a quienes la crítica nombró como
joyas.
La escuela cubana de ballet no cuenta en estos
momentos con una generación tan sólida y versátil, pero algunos
artistas merecen reconocimiento como Viengsay Valdés, la más
completa de todas las personalidades, indiscutible reina de la
pericia técnica y el teatro.
Valdés suprimió su natural sonrisa para bordar una
Madame Taglioni a la medida, precisa de pies, tirante y con ínfulas
de superioridad, mientras Yanela Piñera, Grettel Morejón y Amaya
Rodríguez armonizaron desde sus personajes, pero con detalles aún
por trabajar.
Falta insistir en la delicadeza, la fluidez, las
características que convirtieron en individualidades admirables a
Cerrito, Grisi, Grahn, quienes junto a Taglioni y Essler, todas
distintas, fueron las bailarinas más notables del mundo en el siglo
XIX.
El público cubano reafirmó su agrado por El lago de
los cisnes, esa pieza célebre del clasicismo, cuyo segundo acto
culminó el programa de la primera función del BNC, como mismo cerró
la presentación de la víspera en el Teatro Nacional.
Los primeros bailarines Anette Delgado y Dani
Hernández demostraron talento y limpieza técnica, frente a un cuerpo
de baile homogéneo salvo excepciones como los dos cisnes, que
desentonaron por la disparidad entre ellas, porque más que
compañeras parecían antagonistas.
Arián Molina, Serafín Castro, Camilo Ramos y José
Losada ostentaron la fuerza y virilidad del bailarín cubano en Canto
vital, una coreografía del ruso Azari Plisetski que se presta
precisamente para resaltar las posibilidades expresivas de la danza
masculina.
Con esta gala, el BNC concluyó el ciclo de
presentaciones en el año 2013, pero no dejará enfriar el escenario
pues el venidero 1ro de enero en el mismo teatro bailará Cascanueces
en homenaje al aniversario 55 del Triunfo de la Revolución cubana.