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Una torre de ébano
Aliet Arzola Lima
Todavía —cinco meses después—, uno menciona el nombre de Rafael
Alba Castillo (12 de agosto de 1993) y muchos ni siquiera imaginan
que se trata de todo un campeón mundial de taekwondo, coronado en
agosto en la cita universal de Puebla, México, máximo examen durante
la presente temporada.
Rafael
Alba (izquierda) tiene en el alcance una de sus principales
fortalezas.
Alba, natural de Santiago de Cuba, aun no ha calado del todo en
la afición deportiva del país, tal vez porque el taekwondo es una
modalidad sin tanto arraigo en Cuba, a pesar de que ha conquistado
al menos una medalla olímpica en las últimas cuatro ediciones bajo
los cinco aros.
No obstante, el fajador indómito, junto a la también monarca del
orbe, Glenhis Hernández, y una talentosa hornada de practicantes,
tienen entre ceja y ceja colocar a la disciplina como una de las
modalidades de combate punteras en la Isla, siguiendo la estela del
boxeo, el judo o la lucha, tradicionales estandartes de nuestras
delegaciones en juegos múltiples.
Pero hablemos de Rafael, cuyo ascenso y proyección han sido
meteóricos en los dos últimos años, coronado monarca del patio con
sendas victorias sobre el estelar Robelis Despaigne en la división
de 87 kilogramos, la cual encabeza en el ranking mundial con 120
unidades, logradas íntegramente en Puebla, pues en la actual campaña
no participó en ninguna otra competencia puntuable de las
calendariadas por la Federación Internacional.
Con apenas 20 años, se trata de uno de los titulares universales
absolutos más jó-venes que ha dado la mayor de las Antillas, formado
casi a partes iguales en su tierra natal y en La Habana, donde
comenzó por embullo la práctica del deporte.
"Jugaba tenis de mesa, fútbol, baloncesto, voleibol, mi interés
era estar en algún deporte. Pero en ninguno de esos hubo un
preparador que me diera seguimiento, y en el taekwondo sucedió lo
contrario, varios entrenadores se preocuparon por mi evolución y
siempre estuvieron presentes, como Bárbaro Pacheco en la Zona 6 de
Alamar, en la capital, y más tarde Manolín Ruiz Vallejo, Alberto
Montoya y Donald Duarte en Santiago de Cuba", recuerda.
Con los consejos de estos especialistas, sus ansias de trabajar y
superarse, además del talento, Alba escaló por las distintas
categorías hasta anclarse en la escuadra nacional de mayores, donde
no pasa desapercibido, merced de sus dos metros y dos centímetros de
estatura y 93 kilogramos de peso, una verdadera torre de ébano que
destila calidad en cada acción.
Precisamente, su elevada talla representa una baza letal en las
confrontaciones. "La estatura me ayuda mucho, es mi principal
ventaja, aunque también algunos lo ven como un arma de doble filo
porque no resulta fácil manejar la distancia. Pero realmente tener
tanto alcance favorece, pues casi nunca te encuentras un contrario
de estas características", apunta.
ALUMNO DE DIEZ
A dichas cualidades debemos añadir la disciplina y
responsabilidad de Rafael, catalogado por su entrenador Roberto
Cárdenas como "un atleta seguro y confiado, de un tremendo rigor
táctico y talento extraordinario. Su elevado nivel técnico le
facilita barajar una serie de variantes en los combates, además de
ser muy inteligente y pensar mucho", acota Cárdenas.
Y añade: "Rafael, para su edad, es impresionante. Verlo pelear
constituye un privilegio y lo demostró en el más exigente escenario.
Sabe crear situaciones, valora muy bien la distancia, tiene un don
para escoger el momento oportuno y realizar la acción, y si se le
presenta un problema en el combate encuentra soluciones. Además, lo
mejor, todavía puede evolucionar muchísimo."
UNA AVENTURA UNIVERSAL
Su salto a los planos estelares se fraguó en el Mundial de
Puebla, sobre todo tras aplastantes éxitos sobre el local Christian
Alvarado (11-0) y el británico Lutalo Muhammad (10-3), sexto del
planeta.
Por si fuera poco, en cuartos, con la parada aún más alta,
disertó frente al cuarto del ranking universal, el canadiense Marc
Andre Bergeron, quien sufrió el ritmo demoledor de Alba,
intransitable también en semis frente al tunecino Yassine Trabelsi,
octavo global.
En la discusión del cetro desbancó al tercero del orbe, el chino
Zhao Yong Ma, en un parejo combate que concluyó 4-2, definido
gracias a un limpio golpeo del criollo que valió tres unidades.
"Llegar a un Mundial sin experiencia ni roce internacional fue un
choque bastante fuerte. Nosotros sabíamos poco del nivel de los
contrarios, solo referencias de videos viejos que vimos previo al
torneo, pero, una vez allí, los analizamos a fondo y encontramos
puntos débiles. Lo otro fue pelear, pelear y crecer hasta
imponernos", reseña.
"Este fue un evento para demostrar a Cuba y al mundo que el
taekwondo tiene potencial, que estamos al mismo nivel de potencias
con historia y tradición, incluso con posibilidades de superarlas en
más de una ocasión", espeta Rafael. |
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