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Jefes de hogar en Cuba
¿Quién “corta el bacalao”?
Los resultados del Censo de Población y
Viviendas del 2012 reflejan que el 44,9 % de los jefes de hogar en
el país son mujeres, lo cual supone mayor protagonismo y
reconocimiento social para este sector, pero a su vez implica un
nivel más elevado de responsabilidades
O. Fonticoba Gener,
Arianna Ceballo González, Lorena Sánchez García
y Julio Martínez Molina
Cuando aquella mañana Elmer despertó en Sueño Tropical
(película cubana de 1985), no era tan "hombre" como recordaba. En
los ómnibus, las mujeres le cedían el asiento; en la calle le decían
piropos y hasta lo acosaban; y en la casa realizaba las labores
domésticas. Era su esposa quien llevaba la economía del hogar y
decía "la última palabra".

Tal vez muchos espectadores se preguntaron entonces cómo fue
posible concebir una trama como aquella, donde el "machismo"
tradicional era sustituido por un orden matriarcal. Y aunque el
filme no llegó a convertirse en uno de los clásicos del séptimo arte
cubano, la interrogante de cómo sería una sociedad donde las mujeres
fueran vistas sin prejuicios por conducirse de igual forma que los
hombres, sí ha trascendido hasta nuestros días.
Sin embargo, vista en retrospectiva, lo más interesante de
Sueño Tropical no re-sulta su tema; sino que fue precisamente en
la década que se realizó (años ochenta) cuando comenzó a marcarse en
Cuba un mayor ascenso de las jefaturas femeninas en los hogares.
De acuerdo con los resultados preliminares del último Censo de
Población y Vi-viendas, el 44,9 % de los jefes de hogar en el país
son mujeres; cifra superior a la del 2002, cuando se registró el
40,6%; y a la de 1981, cuando eran poco más del 28 %.

Respuestas como "la jefatura de hogar es compartida, no de una
sola persona"; o "¿Jefa de hogar?, ¿una mujer?", son solo una
muestra de este complejo fenómeno que Granma investigó.
¿LAS MUJERES O LOS HOMBRES?
"El jefe de mi casa soy yo", respondió el agente de protección y
vigilancia, José Miranda, a la interrogante ¿qué cree usted que
es un jefe de hogar? Y continuó: "El día en que mi mujer me
gobierne, me voy de la casa. No es que sea machista, es que es así,
eso es tradición de años. ¿Tus padres y tus abuelos no eran
iguales?".
Por el contrario, Alberto González, trabajador por cuenta propia,
opinó: "Jefe de hogar es un título arcaico. En mi familia todos
trabajamos y formamos un colectivo donde aportamos ideas y decidimos
sobre los asuntos del hogar. Pienso que jefe de familia es una
nomenclatura para el dueño de la casa".

Fuente: Oficina
Nacional de Estadísticas e Información, Censo de Población y
Viviendas 2012.
Para la diseñadora Angélica Cuniq, ser jefa de hogar implica
"cumplir tus necesidades y las de la gente que depende de ti; y eso
es válido para la casa y el trabajo. Soy soltera y vivo con mi mamá
y mi hija, que gana más que yo. Para mí es más fácil hacer las cosas
sola que depender de alguien. Por eso hace años me divorcié y dije
‘no más’".
¿Propietario de la vivienda? ¿Cabeza de fa-milia? ¿Principal
aportador económico? ¿Al frente de las decisiones? El término jefe
de hogar ha sido uno de los más discutidos por diversas áreas de las
ciencias sociales, y sobre el cual se cierne una amplia gama de
criterios.
De acuerdo con la socióloga Rosa Campoalegre, jefa del grupo de
Estudios de Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y
Sociales (CIPS), el concepto no debe ser visto solamente desde la
perspectiva económica, sino que se refiere, además, a aquella
persona reconocida por los habitantes del hogar y con un peso
importante en su funcionamiento, la toma de decisiones y estrategias
para enfrentar la vida cotidiana desde la perspectiva familiar.

En
algunos hogares cubanos, tanto los hombres como las mujeres
comparten las responsabilidades.
El término está en constante polémica y construcción, afirmó: la
familia es un espacio de poder y se puede entender la jefatura
matizada por la intensidad y particularidades de las relaciones que
se generan. No hablamos de jefatura de hogar, sino de jefaturas de
hogares.
Criterio similar sostiene la doctora Patricia Arés, profesora
titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana,
para quien no existe la jerarquía familiar única, sino "distintos
tipos de liderazgos y formas en que se ostenta el poder, el cual no
se le atribuye a una sola persona necesariamente".
En el caso de los Censos de Población y Vivienda realizados en el
país, este indicador se construyó teniendo en cuenta los
establecidos internacionalmente, en aras de realizar estudios
comparativos entre las regiones.
"Consideramos jefe de hogar a la persona cuyos miembros reconocen
como la que mayor peso tiene en las decisiones, o la que
generalmente se consulta a la hora de tomarlas. No está
necesariamente asociada a la figura que mayores aportes económicos
realiza ni al que aparece como jefe de núcleo", explicó la doctora
María del Carmen Franco Suárez, investigadora de la Oficina Nacional
de Estadísticas e Información (ONEI).
Según la especialista, los enumeradores recibieron una
preparación previa al Censo donde se les explicó el sentido del
indicador y se insistió en que transmitieran esa información a los
encuestados, lo cual no significa que se haya aplicado de esa forma
en todos los niveles.
LA FAMILIA, EL HOGAR Y EL "PODER"
En Cuba el empoderamiento femenino ha ido en ascenso desde los
primeros años de la Revolución. Tanto dentro como fuera de los
hogares, la mujer fue ganando mayor protagonismo y reconocimiento.
De hecho, los datos del Censo del 2012 reflejaron que el 44,7 %
de las jefas de hogar estaban casadas o unidas, y que fueron sus
parejas quienes las reconocieron como ta-les. Precisamente, ese
elemento distingue la jefatura femenina en Cuba del resto de
Amé-rica Latina y, en menor medida, del Caribe, acotó la doctora
María del Carmen Franco.
Que en una sociedad de tradición patriarcal como la cubana se
reconozca la jefatura de la mujer, no necesariamente asociada al
único control de las tareas domésticas es, sin duda, un logro.
"A estas alturas de la Revolución, que ha defendido tanto a las
mujeres, no entiendo cómo algunas aceptan comportamientos machistas.
Yo no tengo por qué aguantarle nada a un hombre, si tengo trabajo",
refirió la cuentapropista María Ester Galañena.
Por su parte, la capitana Iatny de la Roz opinó que "el
incremento de la jefatura de hogar femenina se evidencia cada día
más. En la actualidad son las mujeres las que tienen la mano dura en
la casa".
El modelo patriarcal está en crisis, no la familia cubana,
aseguró la doctora Rosa Campoalegre, quien explicó que en el
as-censo de las mujeres como jefas de hogar han incidido múltiples
causas de naturaleza económica, socioculturales, demográficas y
estructurales.
"La obra social de la Revolución que ha permitido a la mujer
desempeñar más roles de liderazgo, el trazado de políticas sociales
más inclusivas, la asunción del matrimonio desde otras perspectivas,
la monoparentalidad, y los niveles de independencia económica y
cultural que la mujer ha alcanzado, son algunos de esos factores",
acotó.
La psicóloga Patricia Arés, por su parte, considera que la
familia cubana se mueve a la matricentralidad (la madre como
centro). "Este fenómeno —comentó— se relaciona con las decisiones
sobre los hijos; el control de la información que se maneja en el
hogar, porque la información también es poder".
"Muchas veces la madre sabe más de los hijos que el propio padre.
Algunas investigaciones concluyen, incluso, en que estas les hablan
más a los hijos varones de sexualidad, métodos anticonceptivos y
relaciones de pareja, que el propio padre".
El envejecimiento poblacional también ha tenido un peso relevante
en el aumento de las jefas de hogar en el país. Las nuevas familias
se están formando en hogares ya constituidos, lo cual propicia que
aun siendo los más jóvenes portadores de ingresos, la jefatura
recaiga sobre los adultos mayores, aclaró la investigadora del Grupo
de Es-tudios de Familia del CIPS, Laritza Solares.
Añadió que el aumento de la esperanza de vida (78 años como
promedio) ha incidido en la prevalencia de jefes de hogar de la
tercera edad. Ese indicador, al ser más alto en mujeres (80) que en
hombres (76), ha condicionado que muchas veces la jefatura sea
heredada, producto de la viudez.
¿EMPODERAMIENTO O SOBRECARGA?
Datos publicados por la ONEI indican que en el 2012 el 46 % de
los dirigentes cubanos y el 48,9 % de los diputados a la Asamblea
Nacional del Poder Popular, eran mujeres.
Las cifras resultan una clara expresión de que el empoderamiento
femenino ha superado el espacio del hogar; sin embargo, luego de la
jornada de ocho horas las tareas continúan y, de acuerdo con el
estereotipo tradicional, la mujer debe ser tan eficiente en el
trabajo como en la casa.
Ariadna Mantilla González, viuda de 28 años que se desempeña como
secretaria de la dirección del periódico Cinco de Septiembre
(Cienfuegos), es una de ellas.
"Todo para mí supone un esfuerzo doble: desde la crianza de la
niña en solitario hasta el trabajo de construcción que actualmente
realizo para terminar mi casa; pero cuento con la ayuda de mi
familia y la disposición para sobreponerme y conseguir mi objetivo.
La mujer siempre saca hasta de donde no hay, y logra su meta", dijo.
Otro ejemplo es Chavela Cantillo Suárez, una de las 3 mil 414
trabajadoras del sector no estatal en la Perla del Sur. Jefa de
hogar desde los 16 años, esta mujer considera que no se trata de la
permanencia o no de un hombre en casa, sino de la convicción
personal para labrarse un destino, por duras que sean las
circunstancias.
"La jefatura de hogar, ¿es verdaderamente un empoderamiento o una
sobrecarga de segundo orden?", inquirió la doctora Patricia Arés en
entrevista con este equipo de reporteros.
"Debemos preguntarnos si se trata de un poder que el hombre no
quiere luchar. En muchas familias abunda el ‘síndrome de la súper
mujer’, una que se siente po-derosa, necesaria, pero que a lo mejor
desea compartir ese ‘poder’ dentro del hogar porque limita su
desarrollo en otros ámbitos.
"En Cuba, el empoderamiento a nivel social sigue siendo
masculino. Hay más ministras, parlamentarias; pero debería
analizarse cómo han sido sus vidas, cómo han llegado hasta ahí, si
están solas.
"Sí hay un debilitamiento del patrón de poder masculino en la
familia. Aunque no podemos decir que ha dejado el camino abierto al
matriarcado", enfatizó Arés.
A juicio de José Miranda, agente de protección y vigilancia, "la
mujer debe trabajar para que me ayude a mí también, porque yo solo
no puedo. Además si no trabajan la mente se atrofia, y necesitan
desarrollarse cultural, física y mentalmente".
No obstante los comportamientos ma-chistas que todavía se
manifiestan en la sociedad, la práctica indica que los hombres sí
están asumiendo nuevos roles al interior del hogar, reconfigurándose
las formas en que se construyen las masculinidades.
Actualmente coexisten varias tendencias, desde una masculinidad
hegemónica hasta otra más participativa, dirigida hacia la equidad
de las relaciones familiares donde el poder se desdibuja de la
figura masculina, explicó el sociólogo del CIPS Rainier Hernández.
"Para los hombres trabajadores es sumamente difícil conciliar la
vida laboral y familiar, por la cultura de trabajo patriarcal que
predomina; lo cual no significa que la mujer deja de responder a esa
lógica.
"Mientras se continúe la lógica organizacional y laboral permeada
por el modelo de dominación patriarcal será difícil lograr este
replanteamiento de las masculinidades", agregó.
NI JEFE NI JEFA: FAMILIA
Mientras que muchos países aún debaten cómo eliminar las
desigualdades entre los géneros y dotar a las mujeres de una mayor
autonomía, en Cuba las discusiones sobre el tema llevan ventaja,
enfocándose en el mantenimiento de esas conquistas y en el
perfeccionamiento de políticas públicas que den mayor espacio y
oportunidades a la equidad entre hombres y mujeres.
Lo esencial no es conocer quién es el jefe de hogar, el que
aporta más recursos o el propietario de la vivienda; sino construir
una familia de bien, formada por ciudadanos conscientes y
responsables.
Se impone, ante todo, educar en la igualdad, en los derechos. Esa
es la única alternativa posible para el desarrollo. |