Días y noches de amor, de revoluciones, de transgresiones, de
temporales, de vaporosas madrugadas frente al malecón habanero y de
sueños desgarradoramente inconclusos, han alimentado desde siempre
las canciones de Alejandro Filio, un trovador que sabe muy bien que
pasarán los años, cambiarán las modas, las políticas y las lógicas
del mercado hasta quedar solamente las canciones que relatan las
historias no contadas para dar testimonio de la existencia diaria de
aquellos que se convierten en héroes de sus propias vidas al tratar,
en medio de sus miles de batallas cotidianas, de hacer del mundo un
lugar más hermoso.

Alejandro Filio en Bellas Artes.
Puede parecer que el mexicano es uno de esos juglares que van por
ahí entregando sus credenciales a la soledad, dado que cada vez es
menos común ver a un juglar en medio de un escenario con la guitarra
como única brújula. Pero Filio no permite que los dictados de esta
época tengan poder sobre su carrera y sigue construyendo con calma
el sólido edificio de una obra que tiene su nacimiento en el origen
de la canción popular de la región y en el espíritu de la Nueva
Trova. Así, sin más, se ha bautizado en los altares de la cultura
latinoamericana como uno de los nombres primordiales de la canción
de autor, algo que avaló con su concierto por la No Violencia Contra
las Mujeres y Las Niñas en el teatro del Museo Nacional de Bellas
Artes, organizado por el proyecto Todas Contracorriente, que lidera
la cantante Rochy Ameneiro, y la Red Iberoamericana y Africana de
Masculinidades."Soy Alejandro Filio, mexicano, trovador de 1,50 de
estatura y muchas ilusiones por cumplir", dijo al presentarse en
tono de broma al público cubano. Filio anda por el mundo ligero de
equipaje y solo necesitó de su guitarra y de sus cautivantes
historias para volver a ocupar un asiento de primera fila en el
imaginario de aquellos que han elegido sus canciones para que
también los acompañen en la vida. Y, ciertamente, el teatro se llenó
de Alejandros Fillios cuando el mexicano comenzó a cantar esos temas
que sin floritura logran un perfecto equilibrio entre poesía y la
canción de autor más intimista y profunda. Los espectadores
corearon, entre otros, títulos como La verdad, Habrá que
creer, Comandante ( dedicado al Che Guevara), y Despierta,
demostrando, quizás hasta para sorpresa del trovador, que su obra
había cerrado sus círculos cubanos al tener entre sus seguidores
locales un amplio recorrido.
Entre anécdotas personales, agudos comentarios sobre la realidad
de su país y bromas sobre sus anteriores estancias insulares, dio
protagonismo a su disco, Un secreto a voces, en el que
compartió dúos con 14 figuras de la cultura iberoamericana entre
ellos León Gieco, Juan Carlos Baglietto, Víctor Manuel, y Pedro
Guerra, así como los cubanos Silvio Rodríguez, Gerardo Alfonso,
Amaury Pérez, Raúl Torres, Vicente Feliú y Carlos Varela.
Justamente estos dos últimos cantautores se desempeñaron como
invitados en diferentes intervalos del concierto.
En el primer momento Varela, que fue más Varela que de costumbre,
se dio el gusto de declarar su admiración a Filio cantando junto a
él la hermosa canción Vienes con el Sol —cuya versión
original el mexicano interpreta junto con Silvio Ro-drí-guez— y
Donde guardan, que grabó en el "secreto a voces" del mexicano.
Vicente Feliú llegó luego para repasar No te cambio, uno de
los temas que publicó junto al autor de Compañera. Es cierto
que se echó en falta la presencia del resto de los trovadores
cubanos que participaron en el álbum, pero la presencia de Varela y
Feliú le vino a Filio como anillo al dedo para rememorar sus
estrechas relaciones con Cuba y con la herencia del movimiento de la
Nueva Trova, en un concierto que puso de relieve que, a pesar de
todo, la canción de autor sigue calando hondo en un importante
sector del público local.