Nada fácil llevarse a casa el trofeo de líder de promedio al
bate. Primero tener el tacto y la habilidad suficiente para colocar
una pelota en tierra de nadie, lanzada muchas veces a 90 millas o
más, o deslizándose hacia una de las esquinas del plato, o
enterrándose en el suelo. Un quinto de segundo es el tiempo con el
que cuenta un jugador para decidir si hace o no swing,
afirman los especialistas.
Después, los rivales. Nunca han escaseado los buenos bateadores
en la pelota cubana, de tacto y de fuerza, capaces de promediar
altos averages y ser el mejor de todos en una campaña constituye
toda una hazaña, mucho más com-plicada cuando compite un extraclase,
como lo fue el fornido jardinero tunero Osmani Urrutia, el Rey de
Macagua 8, como lo llamaban, quien conquistó seis títulos, cuatro de
ellos con guarismos por encima de los 400. O el zurdo matancero
Wilfredo Sánchez, ganador en ese casillero en cinco oportunidades.
Por todas estas razones, cada año, cuando la Serie pasa de su
primera mitad, la afición comienza a especular sobre quién será el
nuevo titular de bateo, el más preciado y llamativo de todos los
departamentos ofensivos del béisbol.
Once diferentes bateadores zurdos han conquistado 19 coronas de
bateo: Urbano González, José Pérez, Wilfredo Sán--chez (5),
Rigoberto Rosique (2), Elpidio Mancebo, Eu-sebio Cruz, Eulogio
Osorio, Amado Zamora (2), Javier Mén-dez, Luis Ulacia (3) y el
guantanamero Roberquis Videaux, el último hace ya 15 años.
Tuvieron su época de oro los llamados bateadores de la mano
equivocada. Desde la séptima hasta la decimotercera los campeones
fueron todos zurdos, racha que rompió Fermín Laffita en la temporada
1974-1975. Ahora no aparece ninguno en una década y media y no por
ausencia: en la actual justa militan un total de 52, siete de ellos
en el equipo campeón, Villa Clara.
Precisamente, uno de sus integrantes, Andy Zamora, se mantiene al
frente en ese departamento con promedio superior a los 400. Ya sabe
lo que es ganar al quedar primero con 391 en una Superliga. Y en su
caso se puede decir que "de casta le viene al galgo" pues su padre,
Amado Zamora, acumuló cinco coronas, dos de ellas en las Series
Nacionales 20 y 34.
Natural de Sagua la Grande, con 31 años de edad y 13 temporadas,
Andy es el prototipo del bateador de tacto —promedia 317 de por
vida—, sin mucha fuerza, rápido en el corrido de las bases, con
posibilidades y habilidades para entrar en circulación tocando una
pelota o colocándola entre la media luna y los jardines.
No tiene nada ganado aún, por supuesto, debido a lo mucho que
falta para ver el desenlace final de esta campaña, y porque los
demás están a la caza. Su principal adversario pudiera ser un
veterano avezado de nombre Michel Enríquez, quien también está entre
los primeros en este momento. Otro que anda bien es el santiaguero
Alexei Bell, un slugger con velocidad en sus piernas. Sin
olvidar a Alfredo Despaigne, quien se llevó el gato al agua en la
pasada 52 Serie con 382 de promedio y un centenar de indiscutibles.
Zamora tiene la ventaja de dar un paso menos hacia primera base,
pero en los últimos 15 años esta no ha podido ser aprovechada por
ningún bateador zurdo. Además, aún falta por finalizar la primera
etapa para darle paso a una segunda donde el pitcheo se concentra en
ocho equipos y resulta mucho más complicado conectar con
efectividad.
¿Zamora, Michel, Bell, Despaigne? La pregunta que da el título a
este comentario no podrá ser contestada hasta el 17 de marzo del año
entrante, fecha de terminación de la segunda etapa. Lo que sí se
puede asegurar que será una lucha sin cuartel.