Madre

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
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Corea del Sur estará presente en la amplia muestra internacional del 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y uno de esos filmes, formidable, puede verse ya en el capitalino cine 23 y 12 como parte de los estrenos de la semana. Se trata de Madre (2009, Bong Joon Ho), que arrasó con los premios de la Academia del Cine Asiático, galardones que no son cualquier cosa si se tiene en cuenta el poderío y creatividad emanados de la cinematografía de ese continente, hoy por hoy, entre las mejores en el mundo.

Madre, excelente estreno del coreano Bong Joon Ho.

Drama sentimental concebido en buena medida dentro de los cánones del thriller policiaco, Madre viene a ser la coronación de Bong Joon Ho, un director que en sus entregas anteriores transitó los géneros del terror y el policiaco, siempre con ribetes sociales determinantes en sus historias, un factor que ahora vuelve a estar presente.

Madre habla de las relaciones obsesivas de una mujer con su hijo, un joven no del todo normal mentalmente. Un día el hijo es acusado de asesinar a una joven y ante la aparente incapacidad de la policía para poner las cosas en su sitio, la madre se propone ir en busca de la verdad.

Bong Joon Ho concibió el personaje femenino pensando en una veterana actriz de televisión, Kim Hye Ja, quien, según él, sería la única capaz de asociar la fragilidad de su cuerpo a una explosión emocional que la obligará a sacar a flote el lado más destructivo de su personalidad. La figura de la madre le sirve entonces para dar varias vueltas de tuercas al guion, girar el pulso narrativo y sorprender al espectador una y otra vez, aunque quizá se tome más tiempo del necesario en la primera parte, empeñado como está en recrear escenas muy bien filmadas, pero en las que carga las tintas en torno a esa relación edípica, y al mismo tiempo perturbadora, entre la madre y el hijo.

Esto un poco en la primera parte, porque después todo se desencadena a buen ritmo, hasta llegar a un final impredecible, en lo que al thriller se refiere, y a la vez un final alejado de lo que pueda esperarse de cualquier melodrama convencional.

Hay un momento en que el espectador puede pensar que la historia policiaca en la que está inmerso es fácil de dilucidar, pero tal creencia es más bien un recurso del director para reírse un poco de todos nosotros y a la vez preparar su última gran sorpresa.

Suspenso que en algún momento hará recordar a Hitchcock, si bien el estilo del coreano tiene matices muy suyos, y más profundos, en lo que a las relaciones humanas y sociales respecta.

 

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