Pero en el caso del actual presidente Barack Obama —cuyo triunfo
tuvo tanto que ver con las relativamente audaces promesas que le
permitieron sobreponerse al fuerte viento en contra que debió
enfrentar por motivos de raza, origen social y edad, entre otros
aspectos— sus incumplimientos le han situado en un escenario que
podría resultarle hostil a su partido en las elecciones del 2016.
Un caso muy evidente aunque poco recordado en los medios es que
Obama describió, durante su campaña presidencial del 2008, el caso
de "Gitmo" (como se identifica en Estados Unidos a la ilegal base
naval de Guantánamo), como "un triste capítulo en la historia
americana" y prometió que, de resultar electo, cerraría la prisión
en el 2009.
Poco después de lograr el triunfo en aquellos comicios, el
flamante presidente reiteró en una entrevista transmitida por la
televisora ABC la promesa de cerrar Gitmo.
Sin embargo, en noviembre del 2009, Obama debió reconocer que no
le resultaba posible fijar un "plazo específico" para cerrar Gitmo,
aunque anunció que probablemente esto tendría lugar en alguna fecha
que no precisó del año 2010.
El 15 de diciembre del 2009, un memorándum presidencial emitido
por Barack Obama ordenó el cierre del centro de detención y el
traslado de los detenidos al Centro Correccional de Thomson, en el
estado de Illinois. Pero, poco después, el procurador general Eric
Holder, en carta al congresista Frank Wolf, quien se esforzaba por
lograr que se aprobara una propuesta para que los detenidos en
Guantánamo no fueran transferidos a Thomson, declaró que tal
traslado violaría prohibiciones legales que él estaba decidido a
garantizar.
Y así ha continuado hasta hoy este estira y encoge que es clara
muestra de lo débil que es la Casa Blanca frente a decisiones de los
poderes fácticos que en verdad rigen los destinos de la
superpotencia, más allá de la voluntad popular que supuestamente se
expresa en las elecciones.
Pero nótese que para nada en esta historia se hace referencia al
hecho de que la existencia misma de Gitmo es indefendible y que una
solución verdadera tendría que incluir, como paso principal, la
devolución a Cuba del territorio que ocupa en la Isla.
"Virtualmente nadie en Estados Unidos —aparte de mí y de unos
pocos académicos y diplomáticos— reconoce que la base debe ser
devuelta a Cuba... El problema es cómo lograr que este asunto se
convierta en tema general de debate", afirmó Jonathan Hansen,
profesor asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos David
Rockefeller de la Univer-sidad de Harvard, en el curso de un taller
con expertos cubanos sobre los 110 años de ocupación de Gitmo por
Estados Unidos, celebrado recientemente en La Habana.
Estados Unidos ocupa esa porción del territorio cubano en virtud
de un inicuo acuerdo de duración indefinida suscrito con Cuba en
febrero de 1903, al abrigo de uno de los epígrafes de la llamada
Enmienda Platt introducida como apéndice a la Constitución de la
naciente República cubana por presiones de Washington.
Más temprano que tarde, Gitmo tendrá que desaparecer y de ese
enclave de ignominia quedará apenas una triste página más en la
historia del imperialismo en los Estados Unidos de América.