Aun cuando las experiencias que se desarrollan en las provincias
de Artemisa y Mayabeque una vez generalizadas a escala nacional y a
su debido tiempo apunten hacia el perfeccionamiento estructural y
funcional de los órganos locales de gobierno, se debe, desde ahora
mismo, atajar determinados problemas que dependen de la actitud y el
compromiso de quienes asumen responsabilidades administrativas.
La rendición de cuentas del delegado ante sus electores, proceso
periódico que nuevamente se lleva a cabo por estos días, revela los
diversos niveles de identificación entre gestores y administradores
con los asuntos que preocupan a la po-blación.
Si por una parte es demasiado obvio que para el delegado ese
encuentro constituye uno de los momentos más importantes en el
ejercicio de su mandato, en tanto legitima su representatividad,
facilita la comunicación y permite apreciar el estado de cosas de la
comunidad, no estoy seguro que esa misma percepción la tengan en la
actualidad todos los electores debido a la concurrencia de
circunstancias y factores que han erosio-nado en no pocas
circunscripciones el acto de rendición de cuentas.
A nadie convence la retórica justificativa que a veces pre-domina
en el discurso y no es que el delegado (o la delegada, pues crece el
número de mujeres en quienes confía el electorado) no insistan ni
persistan en el encauzamiento de los problemas y la búsqueda de
soluciones, sino de que no cuentan con respuestas ni argumentos
convincentes, porque también a ellas y ellos se les han hecho
inaccesibles.
Un delegado, que va ya por su cuarto mandato, decía: "Lo peor que
me pueda pasar es llegar desarmado a las asambleas con mis
electores, con respuestas poco creíbles. La gente tiene más cultura
política que lo que cualquiera se imagina y no admite vaguedades".
Parte de esa cultura política pasa por la comprensión de
coyunturas y dificultades materiales que impiden que tal o cual
asunto hallen una pronta y adecuada solución. Sin em-bargo nada
impide, más en estos tiempos en que el ordenamiento del país, a
medida que se implementan los Linea-mientos Eco-nó-micos y Sociales
aprobados en el último Con-greso del Partido, comienza a registrar
un salto cualitativo, que los representantes del pueblo dispongan de
datos sobre la planificación, la factibilidad y las prioridades de
cada solución y los transmitan a sus electores.
Pero lo que más estos reclaman es la visibilidad y el compromiso
de los gestores y administradores en las asambleas. Que den la cara
y expliquen por sí mismos las demandas de la población y se sometan
al escrutinio público. Algunos lo hacen, otros no y entre los
ausentes, por mucho que el delegado repita una y otra vez que se les
ha invitado a la reunión, hay quienes nunca se dan por enterados.
Los cuadros de las direcciones y empresas son servidores públicos
y hay que recordárselo.