La Habana ha vuelto a ser, desde hace unos años, su base de
operaciones, aunque echemos de menos una mayor y justificada
presencia en salas, teatros y espacios televisivos. Estuvo, lo
sabemos, un tiempo en México, haciendo televisión y espectáculos,
nunca desconectado de su realidad. Una realidad que aflora
continuamente en nuevas canciones y proyectos escénicos que le
solicitan en Colombia, España y México. La Casa de las Américas lo
invitó para realizar un concierto el próximo 20 de diciembre,
excelente pretexto para conversar sobre unas cuantas cosas.
—Mi vocación humorística tiene mucho que ver con mi madre,
santiaguera ella, sabía muchos sones y guarachas; así conocí, por
ejemplo, la obra de Matamoros y Ñico Saquito. Yo hice mis primeras
canciones en la etapa estudiantil, y hubo una, Made in USA,
una sátira política, que gustó en los festivales de aficionados y me
la pedían. Luego, influido por la Nueva Trova, compuse canciones más
líricas, de metáforas complicadas. Hasta que me di cuenta que lo mío
no era eso, sino la canción humorística, la sátira, y desde entonces
ese ha sido el centro de mi labor creativa.
Virulo fue también fundador y primer director del Centro de
Promoción del Humor.
—Hay una historia que no puede ser olvidada. En los años ochenta
el humor vivió momentos muy interesantes a partir de la
multiplicación de colectivos, surgidos casi siempre en los medios
universitarios, con propuestas ingeniosas e inteligentes, de sólido
basamento cultural. Fue interesante ver cómo sus espectáculos
llegaban a la sensibilidad popular sin concesiones. Recuerdo la Leña
del Humor, en Santa Clara, la Seña del Humor en Matanzas, asesorada
en sus inicios por Jorge Guerra, y aquí en La Habana Sala-Manca, de
estudiantes del Instituto Superior de Arte, entre ellos Osvaldo
Doimeadiós, y Omondivepa, entre otros. Recuerdo también a Churrisco
y Ulises Toirac de aquellos tiempos.
"Podíamos hablar entonces de un movimiento y eso fue lo que dio
pie en 1990 a la fundación del Centro Promotor del Humor, por parte
del Ministerio de Cultura. Teníamos por sede al cine Acapulco;
mientras en el Karl Marx el Conjunto Nacional de Espectáculos, que
yo dirigía, mantenía las puertas abiertas a la integración de esas
propuestas con nuestro trabajo. El Centro tenía sus fundamentos en
la promoción y no en la comercialización. Con la realidad económica
que se impuso en el país a medida que avanzaron los noventa, todo
esto sufrió cambios y el Centro comenzó a funcionar bajo un criterio
empresarial".
El humor para Virulo es un ejercicio riguroso y muy serio. De ahí
que abordemos su problemática entre nosotros.
—En años sucesivos y hasta la actualidad, el humor escénico se ha
debatido entre quienes apuestan por la agudeza, la inteligencia y el
respeto al público y quienes toman el camino fácil del chiste de mal
gusto, agresivo, empobrecido ética y estéticamente, alentado por
cierto público que fue copando las capacidades de centros nocturnos
y pedía y pagaba para satisfacer sus apetencias. Esto último no
tiene por qué ser así. Yo creo en el humor inteligente y en la
inteligencia de nuestro mejor público. Es la mejor manera de abrir,
en nuestro caso, una ventana al futuro.
También en la conversación surge una noticia:
—Acabo de revisar una grabación de Welcome, Colón, una de
las obras más entrañables de las que montamos con el Conjunto
Nacional de Espectáculos. Pienso que muy pronto estará al alcance de
todos los interesados. ¿Mis discos? Son unos cuantos y he hecho
saber al Instituto Cubano de la Música y a nuestras casas
discográficas que pueden disponer de ellos.