En el archipiélago cubano han sido reportadas hasta la fecha 
			alrededor de 30 especies de mamíferos invasores, entre las cuales 
			aparecen la rata negra, el ratón casero comúnmente llamado 
			guayabito, la rata parda, los perros y puercos jíbaros, y la 
			mangosta.
			Como explica el doctor en Ciencias Biológicas Rafael Borroto 
			Páez, en el libro Mamíferos en Cuba, se trata de 
			especies no autóctonas que introducidas de forma deliberada o casual 
			en diferentes etapas históricas, lograron establecerse en áreas 
			naturales y urbanas, mostrando un crecimiento incontrolado de sus 
			poblaciones.
			Al ser depredadores y transmitir enfermedades, los mamíferos 
			"intrusos" suelen causar daños de consideración a la biodiversidad 
			al provocar no pocas extinciones de la fauna nativa, y en otros 
			casos la notable disminución del número de ejemplares.
			Tal es el caso de la rata negra, cuya presencia ha contribuido a 
			la desaparición o declinación de distintos tipos de aves marinas y 
			terrestres, en particular aquellas que anidan en el suelo, y en 
			grietas de acantilados y costas rocosas; además de amenazar varias 
			especies de moluscos cubanos endémicos y en peligro de extinción, 
			como es el caso de las polimitas.
			Igualmente está considerada una de las principales plagas que 
			perjudican el cultivo de la caña de azúcar, el cacao, coco, café, 
			frijoles, tomate, maíz y piña; mientras en las granjas de pollo 
			puede matarlos y comerse los huevos.
			Si bien en la actualidad existe mayor comprensión sobre los retos 
			que plantea la presencia de mamíferos invasores, es necesario 
			diseñar programas más efectivos de control y manejo para mitigar sus 
			impactos y asegurar la supervivencia de valiosos tesoros de la 
			diversidad biológica cubana.