Allí, tanto él como los técnicos, coinciden en que le falló la
psiquis a la hora de aplicar y demostrar el desarrollo de sus
capacidades. Ese mes de agosto devino el momento más triste de su
carrera deportiva. Lógico, no accedió a la discusión de las
medallas, tras una temporada que se presagiaba pródiga para él en
materia de resultados, patentada por sendos bronces en las Copas del
Mundo de Belgrado, Serbia, y Lucerna, Suiza.
Hoy, toda esa amalgama de energías las vuelca a diario este
gigante guantanamero de 1,91 metros de altura y 110 kilogramos de
peso en la pista de remo y canotaje José Smith Comas, del artemiseño
municipio de Caimito. Seis horas repartidas entre intensas
paletadas, múltiples repeticiones con pesas en el gimnasio,
carreras, mediciones y trabajo técnico en el simulador.
Una batalla perenne en un paraje alejado, ese que constituye su
hábitat desde septiembre del 2003, cuando fue captado para el equipo
nacional.
Antes, este remero amante del baloncesto había comenzado, a la
edad de 12 años, su travesía en Caimanera, sede de la academia
provincial de Guantánamo. José Ángel Figueredo fue el artífice de su
iniciación, y del primer metal: bronce como miembro de un doble par
en los Juegos Escolares del 2001. Desde aquella regata hasta la
actualidad, sus padres, Nancy y Francisco, experimentan una emoción
ilimitada cada vez que toma los remos y tensa sus músculos para
intentar surcar los dos kilómetros del circuito.
Quiso el destino que a la cuarta fuera la vencida y Fournier se
convirtiera en el primer exponente en la historia de la disciplina
en Cuba capaz de obtener una presea en citas del orbe, tras secundar
en Sudcorea al campeón y fuera de serie checo Ondrej Synek (6:45.24
minutos y ocho veces ocupante de podios universales), con crono de
6:48.91. Antes coquetearon con esa hazaña Mayra González (por esas
coincidencias de la vida también amante del baloncesto) e Ismael
Carbonell. Por eso me sorprende no verlo en la relación de nominados
a los diez mejores deportistas del año, cuando, además, sus arcas
cuentan en este 2013 con el bronce en la Copa del Mundo de Lucerna.
A Fournier parece no perturbarlo en lo absoluto ese tema. Desde
el 4 de octubre, fecha en que reanudó su preparación, asume cada una
de las tareas de su plan de entrenamiento como si la cita de Río de
Janeiro bajo los cinco aros estuviera al doblar de la esquina. Rema
desde las seis de la mañana, juega con los pesos luego, almuerza,
descansa, vuelve a lanzarse a la presa en busca de vencer con su
bote Filippi de 14 kilogramos los 36 kilómetros diarios contemplados
en esta etapa de preparación general.
Y no le resulta monótono ese círculo, pues con parsimonia
inesperada explica que para mantener los resultados en la elite hay
que pulir constantemente todos los detalles, técnicos, tácticos,
mentales. Entonces dejé de observarlo y le espeté:
—¿Cuál ha sido la fórmula del éxito de Londres a Sudcorea?
—El análisis sistemático de las deficiencias y el trabajo
exigente sobre los errores técnicos detectados. Fueron ocho meses
intensos con mi entrenador Yoan Paula, el equipo médico y el resto
de los técnicos, estableciendo táctica de regatas, estudiando cada
rival, limando dificultades, especialmente sobre el desgaste y la
transición de la arrancada al ritmo, el largo (movimiento amplio al
remar), y el remate en los últimos 500 metros.
—¿Y a la hora cero?
—Desde la semifinal diseñamos una estrategia para rebasar al
alemán Marcel Hacker, quien me había rematado en Lucerna. Estudiamos
dónde hizo sus cambios de intensidad, pues en una final todos
estamos casi al mismo nivel y no puedes cometer error alguno.
Arranqué sexto, pero en cada parcial de 500 metros fui ganando
terreno y pude acelerar el ritmo en los últimos 250, para rematarlo
casi en la meta. Solo nos separaron 40 centésimas.
—¿Gloria total?
—Hasta ahora sí, esta es una disciplina longeva y de los hombres
de la elite soy el más joven. Necesito seguir midiéndome a ellos,
perfeccionar otros detalles. No me gusta chocar dos veces con la
misma piedra. Te aseguro que mi película en Río de Janeiro 2016
tendrá otro final.