Cuba
es uno de los pocos países en el mundo con impactos altamente
confiables en la lluvia provocada, declaró a la AIN el investigador
titular Carlos Alberto Pérez, coordinador del colectivo que en la
Isla acomete ese trabajo.
Líder del equipo, radicado en el Centro
Meteorológico de Camagüey (CMC), Pérez subrayó que los resultados de
la experimentación permiten aplicaciones con efectividad cercana al
ciento por ciento en las zonas previstas, mediante el bombardeo,
desde un avión, con cartuchos de yoduro de plata en conglomerados de
las nubes denominadas cúmulos.
Los cotejos con referencias internacionales
identifican la posición cubana en esa esfera científico-técnica, en
la cual la nación más avanzada en el orbe es Estados Unidos de
América, agregó el interlocutor, también jefe del Departamento de
Física de la Atmósfera del CMC.
La actual fase de la pesquisa, iniciada en el 2005 y
aún sin fecha de conclusión, registra valiosos índices y tiene el
objetivo de demostrar la validez de la generación de las
precipitaciones en un área de dos mil kilómetros cuadrados,
superficie récord en el país, donde antes las indagaciones habían
sido, entre otras cuantías, de hasta 600 kilómetros cuadrados,
precisó.
Cada año, la fase experimental se realiza de junio a
septiembre, se desarrolla en la región desde Ciego de Ávila hasta
Camagüey y el proceso de aplicación, de agosto a septiembre, acumula
acciones en casi todas las provincias, responde a solicitud de zonas
afectadas por la sequía, y la más reciente correspondió a Las Tunas.
Con aeronaves que despegan y aterrizan en Camagüey
se logra la lluvia provocada.
El proyecto y diseño son cubanos, solo con
participación extranjera en el contrato a una empresa rusa que
garantiza los dispositivos de medición, los especialistas para
operarlos, y el suministro de los cartuchos de yoduro de plata.
Estos últimos tras penetrar las nubes desencadenan
una acción provocadora de las precipitaciones en un momento sin
condiciones naturales para su formación.
Pérez también expuso que el bloqueo de Estados
Unidos afecta las investigaciones y aplicación de la lluvia
provocada, pues Cuba no puede recibir suministros de ese país, ni
realizar la colaboración científico-técnica, entre otras nocivas
repercusiones.