Igual sucede en Estados Unidos, donde un tercio del gas que se
saca de las entrañas de la tierra viene de las rocas de esquisto.
En México la alarma está activada ante la posibilidad de que los
enormes gastos de agua para extraer el gas de las rocas pueda hacer
más crítica la situación de la nación azteca, en muchos lugares con
déficit del líquido, además de su contaminación.
Para excavar solo un pozo se necesitan entre 7,5 millones y 30
millones de litros de agua, según un despacho de IPS.
El panorama actual se ha puesto candente en Rumanía, un país con
poca cobertura mediática pero donde las protestas reiteradas han
obligado a la transnacional Chevron a suspender por ahora la
extracción del gas de esquisto.
Según despachos de prensa recientes, miles de personas de más de
20 países se manifestaron en diversas jornadas para exigir el fin
del fracking (fractura hidráulica) y otras "peligrosas"
técnicas de perforación para la extracción del gas de esquisto. Los
asistentes pidieron a los políticos que "abran los ojos" a las
consecuencias de esos procederes.
Los rumanos llevan nueve domingos consecutivos de protesta porque
la extracción de gas por la transnacional norteamericana Chevron
dañaría el medio ambiente en la provincia de Vaslui, al noreste del
país.
Esta historia comenzó a principios de los años ochenta, cuando
George P. Mitchell, un em-presario de Houston, Estados Unidos,
constató que su empresa gasífera pronto quedaría sin producto
comercializable.
Su angustia solo cesó al leer informes geológicos que señalaban
que el gas natural que estaba atrapado en el esquisto (una densa
roca de textura pizarrosa o arcilla compacta) podría liberarse y
fluir.
Unos años más tarde, se concibió la técnica llamada fracturación
hidráulica, y si en el año 2000 el gas de esquisto representaba
apenas el 1 % de los suministros de gas natural de Estados Unidos,
hoy supera el 25 %, de acuerdo con informes oficiales.
Tanto en Estados Unidos como en Cana-dá, el proceso para la
extracción del gas de esquisto se basa en taladrar verticalmente las
rocas inyectando agua y sustancias químicas a gran presión hasta una
profundidad de mil a 3 000 metros y luego hacer hoyos horizontales
de unos mil metros.
Los especialistas señalan que dicha fractura provoca la
filtración atmosférica del metano, que tiene un efecto invernadero
25 veces mayor que el dióxido de carbono y la contaminación del agua
subterránea.
En el estado norteamericano de Colora-do, donde la explotación
del gas es muy alta, los habitantes colindantes con los pozos han
denunciado que el agua que beben está altamente contaminada.
En tanto, en Canadá pobladores y ecologistas denuncian que la
obtención del gas está causando daños irreparables a los parques
naturales de valor universal.
Según pronósticos de la Administración de Información Energética
norteamericana (EIA, por sus siglas en inglés), la producción del
gas en el país se incrementará en un 44 % hasta el 2040.
En enero del año 2012, en una Reflexión del Comandante en Jefe
Fidel Castro, titulada Marcha hacia el abismo, el líder
histórico de la revolución advertía que "numerosos peligros nos
amenazan, pero dos de ellos, la guerra nuclear y el cambio
climático, son decisivos y ambos están cada vez más lejos de
aproximarse a una solución".
En el propio artículo abordaba el tema del gas de esquisto y
precisaba que para su extracción se demandan grandes volúmenes de
agua, y la excavación y fractura generan enormes cantidades de
residuos líquidos que pueden contener químicos disueltos y otros
contaminantes que requieren tratamiento antes de su desecho.
Baste señalar que entre las numerosas sustancias químicas que se
inyectan con el agua para extraer este gas se encuentran el benceno
y el tolueno, que son sustancias terriblemente cancerígenas.
Y advertía Fidel: "Es una aventura demasiado prematura y
peligrosa".