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Bayamo Ciudad
de epítetos y primeras veces
Dilbert Reyes
Rodríguez
BAYAMO.— A 500 años de su fundación, Bayamo lleva sobre sí el
orgullo de una nación entera. La historia de una comarca jamás
decidió con tanto peso el destino de un país, ni mereció semejante
cifra de apelativos ganados por un inmenso currículo de glorias y
heroicidades.
El
coche es un ícono inseparable de la urbe oriental.
Bautizada por el adelantado español Diego Velázquez el 5 de
noviembre de 1513, la segunda villa creada tras el descubrimiento de
la Isla creció desde muy pronto en el espíritu rebelde de sus hijos.
Su carácter indómito fue, sin duda, motivo suficiente para el
otorgamiento demorado del título oficial de ciudad, firmado por la
metrópoli en 1837.
Precisamente en los acontecimientos aupados por las irrefrenables
ansias libertarias, le vino el ilustre sobrenombre de Cuna de la
Nacionalidad Cubana.
En su regazo vio la luz el Padre de la Patria, Carlos Manuel de
Céspedes, autor intelectual y ejecutante del primer estallido
independentista; punto inicial de la misma Revolución, que como
dijera Fidel, "nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes".
Esa guerra anticolonial sin precedentes en el pasado de la Isla
mayor de las Antillas, tuvo en Bayamo la primera tierra liberada del
yugo español y el momento inaugural de la cadena de victorias
militares del Ejército Mambí.
En el mismo contexto, el 20 de octubre de 1868, la urbe mereció
el apelativo de Ciudad del Himno, cuando en papel manchado de sudor
de caballo, el patriota Perucho Figueredo escribió y el pueblo
entonó, la letra del más fervoroso sello musical cubano: "¡Al
combate, corred, bayameses...!"
Casi tres meses después, frente al empuje abrumador del opresor
sanguinario, los hijos de Bayamo prefirieron reducirla a cenizas
antes que envilecer la libertad a la sombra de la rendición.
Entonces la marcaron con letras de fuego, que la consagraron como
Ciudad Antorcha o el Fénix de Cuba.
En el corto periodo, desde la entrada triunfal hasta el
sacrificio triste y necesario a merced de las llamas, los patriotas
del lugar crearon, por primera vez, un gobierno y un periódico
revolucionarios, así como una ley de abolición de la esclavitud.
Historia, cultura y
tradición
Fundadora de innumerables hitos de la historia y la cultura del
país, en las inmediaciones de la actual capital de Granma sucedieron
los hechos narrados en versos por la primera obra literaria cubana,
Espejo de paciencia; y en las calles de la urbe surgió también La
Bayamesa, pieza que inauguró el cancionero romántico nacional en
marzo de 1851.
Consecuente con la causa independentista en todas las etapas de
la lucha popular por la liberación definitiva, en Bayamo ocurrió la
otra acción de importancia que inmortalizó al 26 de julio de 1953
como el Día de la Rebeldía Nacional.
También goza la singularidad de poseer tres plazas "de la
Revolución", que argumentan, con justicia, el patronímico de Ciudad
de las Plazas. Entre ellas figura la primera de Cuba con ese nombre
—llamada así por Céspedes, Figueredo y otros patriotas—, así como la
Plaza del Himno y la de la Patria.
Símbolo de la más acendrada tradición, aún circulan, por calles y
avenidas, centenares de carruajes de estilo colonial tirados por
caballos, que validan otro alias famoso: Ciudad de los Coches.
Sin embargo, en 1935 le llegó a Bayamo el más grande título, en
reconocimiento de todos los valores y honores acumulados a través de
los siglos, cuando se convirtió en la primera ciudad de Cuba
declarada Monumento Nacional.
Despertar a la
modernidad
Los últimos años confirman un acompasado ritmo de avance hacia la
prosperidad.
Centenares de obras de beneficio social terminadas en ese
periodo, el aumento de la calidad de vida con importantes servicios,
la limpieza del ornato público y una exquisita cultura del detalle
avalan la creciente fama de Bayamo.
Ya aparecen, espontáneamente, nuevos bautismos de visitantes
sorprendidos: Ca-pi-tal del Helado, Meca de la Gas-trono-mía y los
Servicios, y otras alusiones similares que engrosan la larga lista,
refrendada por la laboriosidad de sus pobladores y el ingenio de las
instituciones del gobierno y del Partido.
Convertida en destino ineludible en la ruta del viajero buscador
de asombros, referente obligado de las pequeñas capitales, tal vez
un día algún epíteto consagre a Bayamo, definitivamente, como Ciudad
Espejo. |