En un discurso a la nación difundido horas después de la
licitación, la mandataria sostuvo que el 85 % del ingreso generado
por la explotación del yacimiento "pertenecerá al Estado brasileño y
a Petrobras", la empresa estatal de petróleo.
Esto es muy diferente a la privatización, agregó Rousseff, quien
al mismo tiempo defendió el derecho de las empresas extranjeras a
obtener ganancias de la explotación del pozo petrolero más grande de
Brasil ubicado en aguas ultraprofundas de la llamada capa presal,
cuyas reservas de crudo son calculadas entre 8 mil millones y 12 mil
millones de barriles.
Según Rousseff, Brasil "es y seguirá siendo un país abierto a la
in-versión, nacional y extranjera, que respeta los contratos y que
preserva su soberanía".
Al defender la subasta, ganada por el consorcio liderado por
Petrobras y completado por la angloholandesa Shell, la francesa
Total y las chinas CNOOC y CNPC, Rousseff sostuvo que el negocio
representó "un hito en la historia de Brasil".
Sin embargo, desde hace varios días se han producido
manifestaciones que se oponen a la subasta. La Federación Única de
Trabajadores Petroleros (FUP) realiza un paro indefinido de labores
desde el pasado día 17, porque considera que Petrobras tiene
condiciones y capacidad para explotar este campo, sin necesidad de
socios.
PL precisa que esta fue la primera subasta en Brasil bajo el
llamado régimen de división de la producción, que sustituyó al de
concesión, el cual establece la participación obligatoria de
Petrobras en la explotación de los recursos.
El Gobierno brasileño también sancionó este año una ley que
destina el 75% de las regalías del petróleo extraído de la capa
presal a la educación y el 25% a la salud.