SANTA FE, Argentina.— La
multinacional estadounidense Monsanto ha violado las normas sobre el
uso de sustancias agroquímicas en la provincia argentina de Santa
Fe, al centro-este del país donde los cultivos se rocían a menos de
500 metros de zonas pobladas. Las siembras de soja de esta empresa
se fumigan a 30 metros de las viviendas.

Los vecinos de Santa Fe, incluidos menores de edad, están
expuestos las 24 horas del día al impacto del glifosato y otros
herbicidas, como pesticidas.
Estas sustancias tóxicas han sido empleadas de manera que no
estén previstas por las regulaciones señaladas por la ciencia o que
estuvieron específicamente prohibidas por la ley. Su uso
descontrolado en el mismo corazón de la zona de la producción de
soja argentina es considerado por los médicos como una causa de
crecientes problemas de salud que experimentan los habitantes.
Las tasas de incidencia de cáncer en Santa Fe son entre dos y
cuatro veces más altas que el promedio nacional.
En la región del Chaco (noreste) las malformaciones de nacimiento
se cuadruplicaron desde que el uso de la biotecnología sofisticada
de Monsanto se disparara en los últimos años del siglo pasado.
Un estudio del Gobierno argentino encontró niveles alarmantes de
contaminación agroquímica en la tierra y en las fuentes de agua
potable. Un 80 % de los niños examinados tenían rastros de
pesticidas en la sangre.
Monsanto, una de las corporaciones más detestadas por la
comunidad de agricultores del mundo, se ha convertido a los ojos de
muchos en el más fácilmente reconocible símbolo del control
corporativo sobre los alimentos y la agricultura.
Esta compañía estadounidense estuvo involucrada en la creación de
la primera bomba nuclear en la Segunda Guerra Mundial y operó una
planta nuclear en la década de los 80 para el gobierno de Estados
Unidos, precisa RT.
En 1944, la polémica transnacional inició con la creación de DDT,
un pesticida que después se prohibió en Hungría en 1968, Noruega y
Suecia en 1970, Estados Unidos en 1972. Durante la Convención de
Estocolmo en el 2004 se prohibió su uso general, ya que se acumula
en tejidos grasos y en la leche y causa daños irreparables en los
riñones e hígado.