El
Capitolio es una obra de gran envergadura, colosal, dividida en
segmentos de artes diversas, los bronces, los yesos, los dorados,
las carpinterías y el trabajo de la cúpula que es muy complicado,
explicó a Prensa Latina Eusebio Leal, Historiador de La Habana.
Iniciada realmente a finales del año pasado, se trata de la
restauración más completa que ha tenido el edificio desde su
inauguración en 1929, confirmó Mariela Mulet, jefa del Grupo de
Inversiones.
Por suerte el Capitolio, situado en una céntrica zona de La
Habana, no está estructuralmente en malas condiciones y eso es algo
muy beneficioso, pero en el tema de las instalaciones, sí tiene
muchos problemas, afirmó.
De acuerdo con la especialista, en este momento se interviene en
la cúpula —que por sus proporciones y silueta recuerda la Basílica
de San Pedro, en Roma— en cuyos interiores ya se reparan las losas
de entresuelo.
Sobre esta restauración, Leal añadió que también están
interviniendo en las zonas de los patios y jardines, en las
esculturas y preparando todo lo que es el gran ajuar del Salón de
los Pasos Perdidos, el conjunto de en-seres, mobiliarios, cortinas,
entre otros objetos.
Se restaurará toda la piedra de Capellanía, que por su dureza y
homogeneidad es utilizada en diversos trabajos decorativos en el
mundo, pero es muy susceptible al clima cubano.
Afirmó que prácticamente está terminada la renovación de las
áreas ubicadas debajo de la escalinata monumental, de casi 36 metros
de ancho y 28 de largo. Se trata de los almacenes originales de la
edificación, que recuperan ahora la función para la cual fueron
diseñados.
Al finalizar los 55 escalones, "resguardan" al Capitolio dos
estatuas de bronce con pedestal de granito, en proceso de
restauración. Son obras del italiano Angelo Zanelli, también autor
del friso del Altar de la Patria, que forma parte del monumento en
Roma a Víctor Manuel II, primer rey de Italia.
Ambos grupos escultóricos, uno masculino y otro femenino,
fundidos por la Fonderia Lagan de Nápoles, en Italia, tienen una
altura de más de seis metros cada uno y representan el progreso de
la actividad humana y la virtud tutelar del pueblo, respectivamente.
Zanelli es además el escultor de la Estatua de la República, de
bronce laminado en oro, que con 17 metros de altura, incluyendo su
base de mármol ónix antiguo egipcio, es la tercera del mundo más
alta bajo techo, solo superada por el Buda de Oro de Nava, en Japón,
y el Memorial Lincoln, en Washington.
En las zonas exteriores, entre las céntricas calles del Paseo del
Prado, Dragones, Industria y San José, también se repara y cambia
todo el pavimento de granito, dañado en un 80 %.
Igual sucederá con las instalaciones eléctricas, fundamentalmente
las farolas. El proyecto de iluminación habrá que hacerlo
completamente nuevo, informó la jefa del Grupo de Inversiones.
A la vez, se trabaja en la carpintería y en la reparación de
todos los elementos de bronce como las lámparas —sostuvo Mulet—
algunas hechas en la Saunier Duval Frisquet, de París, y otras de
este metal laminado con oro viejo y cristales dorados con oro al
mercurio en la Societé Anonime Bague.
También se refirió al trabajo en las puertas, como las de la
entrada con recuadros que re-cogen la historia de Cuba y a los
herrajes. La mayoría de estos elementos de bronce se reproducen,
gracias al trabajo de cuentapropistas que colaboran con la Oficina
del His-toriador, encargada de llevar a cabo esta obra.
El edificio cuenta con 11 ascensores, cuyas puertas de ese metal
resultan entre lo más sobresaliente, de los cuales cinco se
restauraron y se sustituyeron otros cinco, en tanto uno está
pendiente de instalar.
Marilyn Mederos, proyectista general de la obra, indicó que se
están quitando los elementos añadidos que nunca tuvo el Capitolio
para llevarlo a su estado original, pero con nuevas funciones,
actualizando los sistemas de seguridad contra incendios y la
climatización.
Explicó que cuando fue sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología
y Medio Ambiente (CITMA) y de la Academia de Ciencias, con otro tipo
de funcionamiento, el edificio sufrió modificaciones.
En el terreno ocupado por el Capitolio, segundo punto más elevado
de la ciudad y cuya cúpula fue la quinta más alta del mundo, existía
una ciénaga, que luego se transformó en el primer jardín botánico
que tuvo la capital.
Con la participación de 8 mil hombres, españoles en su gran
mayoría, cubanos y de otras nacionalidades, la obra se construyó en
tiempo récord. Inició en 1926 y, a pesar de su inauguración tres
años más tarde, el edificio no fue terminado hasta 1931.
Tras su apertura, bajo el gobierno del dictador Gerardo Machado,
se convirtió en la sede del Senado y la Cámara de Representantes,
luego pasó a ser museo y después acogió al CITMA.
Previo al triunfo de la Revolución, el Capitolio registró una de
las historias más misteriosas conocidas de la etapa
seudorrepublicana, que según investigadores alcanzó en su momento
notoriedad a nivel mundial. Se trata del robo del brillante de 25
quilates que marca el kilómetro cero de la carretera central del
país, en marzo de 1946.
Cuenta el periodista Ciro Bianchi que a pesar de la alta
seguridad que tenía la piedra preciosa —escogida para engalanar la
segunda corona del Zar Nicolás II— solo treinta minutos bastaron a
los ladrones para sustraerla.
En su búsqueda participaron en vano 5 000 policías, 2 000 agentes
secretos y los técnicos del afamado Gabinete Nacional de
Identificación, quienes no encontraron pista alguna para rescatar la
joya y capturar a los ladrones.
Quince meses después, reaparecería en el despacho oficial del
presidente de la nación, Ramón Grau San Martín.
Sustituido más tarde por una réplica, rodeada de una estrella
octogonal diseñada y elaborada con mármoles italianos en diversas
tonalidades, el brillante se encuentra en la bóveda del Banco
Nacional de Cuba.
Hay otra cosa interesantísima y es que debajo de la cúpula y al
pie de la gran Escultura de la República está un recinto que fue
creado para honrar al mambí desconocido, expresó Leal. Esa zona la
hemos descubierto y estamos trabajando para que el fundamento del
Capitolio sea precisamente la vocación de la nación por su libertad,
agregó.
Declarado Patrimonio Nacional, el Capitolio se adecua
perfectamente porque fue diseñado para una función bicameral, de una
parte estaba el Senado y de otra la Cámara de Representantes, señala
el Historiador de la Ciudad.
Precisó que la Cámara da el espacio perfecto para la Asamblea
Nacional, solo con la modernización de todos los sistemas que hoy
conlleva el ejercicio parlamentario, incluyendo una sala de prensa,
diseñada originalmente.
Explicó que cuando se retiraron las construcciones foráneas que
se hicieron allí y otro tipo de obras posteriores, ha aparecido en
toda su magnitud el espacio de la prensa, relacionado con el acceso
de los taquígrafos de la época a la sala de sesiones.
Leal puntualizó que se trabaja además, en la sección de lo que va
a ser la sede del Parlamento propiamente, es decir, su vida
cotidiana, situada al norte del inmueble.
Nosotros priorizamos esa área para que comience a funcionar
cuanto antes la Asamblea, la cual ocupará toda la edificación, y
entonces poder continuar con la reparación del resto y terminar en
el menor tiempo posible, indicó Mulet.
A pesar de sus funciones gubernamentales, el Capitolio seguirá
abriendo sus puertas al público en determinados espacios como el
Salón de los Pasos Perdidos y la biblioteca, inspirada en la del
Vaticano, con paredes en maderas preciosas todas trabajadas con la
técnica del machihembrado.
Se trata de un proyecto del país, no solo de la Oficina del
Historiador, de la misma manera que el financiamiento proviene del
Estado, también están interviniendo otros organismos, aseguró la
jefa del Grupo de Inversiones.
El Capitolio, uno de los iconos arquitectónicos de la ciudad y de
los más grandes atractivos turísticos nacionales, volverá a su
estado original y, como expresa Eusebio Leal, esta es la
restauración de una memoria.